jueves, 28 de marzo de 2013

Colecta para el Dios Sapo

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De Las mejores leyendas Taoístas de Lieh - Tzu, Chuang - Tzu y otros.


El Dios Sapo, frecuentemente utiliza a un mago para dar sus oráculos a aquellos que tienen fe. Si el mago declara que el Dios está stisfecho, es seguro que habrá felicidad; pero si dice que el Dios está enojado, las mujeres y los niños se sienten apesadumbrados y hasta olvidan sus comidas.

Había un mercader llamado Chou, que era muy avaro. Una vez, cuando el templo del Dios de la Guerra necesitaba reparaciones, ricos y pobres por igual donaron tanto como podían, y sólo Chou no dio nada. Poco a poco, los trabajos se detuvieron por falta de fondos y el comité administrativo no sabía qué hacer.
Sucedió que justo entonces había un festival en honor al Dios Sapo, en el cual el mago repentinamente gritó: "El General Chou ha dado órdenes para una nueva colecta. Traigan los libros".
La gente asintió a esto con gritos, y el mago continuó: "Aquellos que ya han donado, no estarán obligados a volver a hacerlo; quienes todavía no lo han hecho deben dar de acuerdo con sus medios".
Entonces, varias personas comenzaron a anotar sus nombres, y al cabo de esto, el mago examinó los libros. Luego preguntó si el Señor Chou se hallaba presente, y éste - que estaba oculto detrás de la multitud - temeroso de ser detectado por el Dios, no tuvo más alternativa que pasar al frente.

"Anótese con cien taels", le dijo el mago. Cuando Chou vaciló, el mago le gritó enojado: "Usted pudo dar doscientos para sus propios malos propósitos: ¿cuánto más debería dar para una buena causa?", aludiendo a una intriga escandalosa de Chous, cuyas consecuencias había disipado pagando la suma mencionada. Esto hizo sonrojar a nuestro amigo, y fue obligado a anotar su nombre con cien taels, ante lo cual su esposa se enojó mucho. Dijo que el mago era un farsante y que cuando viniera a buscar el dinero, se lo despachara con cualquier excusa.

Poco después, una noche, cuando Chou estaba por ir a dormir, escuchó un ruido fuera de la casa, como los resoplidos de un buey, y vio a un enorme sapo que entró caminando tranquilamente por la puerta principal, la cual era apenas lo suficientemente grande como para dejarlo pasar. Una vez adentro, la criatura se echó a dormir con su cabeza en el umbral, para gran horror de todos los que vivían en la casa.
Chou pensó que tal vez había venido a cobrar la donación y, quemando incienso, hizo voto de que pagaría treinta taels en el acto y mandaría el resto después. Sin embargo, el sapo no se movió, de manera que Chou prometió cincuenta y entonces hubo una pequeña reducción en el tamaño del sapo. Otros veinte lo llevaron a la medida de un pec, y cuando Chou dijo que abonaría toda la suma en el acto, el sapo repentinamente se volvió de un tamaño no mayor del de un puño y desapareció por un agujero en la pared.
Chou mandó de inmediato cincuenta taels, ante lo que todos los demás donantes se sorprendieron mucho, sin saber lo que había ocurrido.

Pocos días después, el mago dijo que Chou aún debía cincuenta taels y que era mejor que los enviara pronto. De manera que Chou envió otros diez, esperando con eso dar por terminado el asunto. Sin embargo, otro día, cuando él y su esposa se estaban sentando para cenar, el sapo reapareció e, iracundo, tomó posición sobre la cama, la cual crujiói bajo él como si no pudiera sostener su peso. Apoyando la cabeza sobre la almohada, el sapo se puso a dormir, y su cuerpo se dilató gradualmente, hasta que fue casi tan grande como un búfalo y faltó poco para que llenara la habitación, lo que hizo que Chou enviara el resto de la donación, sin un momento de demora.
Esta vez no hubo disminución en el tamaño del cuerpo del sapo y, poco a poco, multitudes de pequeños sapos entraron saltando, pasando a través de agujeros en las paredes, saltando sobre la cama, cazando moscas sobre la cocina y muriendo en las ollas, hasta que el lugar fue insoportable.
Así transcurrieron tres días, y entonces Chou buscó al mago y le preguntó que había que hacer. El mago dijo ser capaz de manejar el asunto, y comenzó prometiendo, en nombre de Chou, veinte taels más en donación. Ante eso, el sapo levantó la cabeza; un aumento en la suma hizo que moviera un pie; y para cuando llegó a cien taels, el sapo se fue caminando por la puerta. Sin embargo, al llegar a ésta, se detuvo y se echó otra vez.
El mago explicó que requería un pago inmediato. De manera que Chou le entregó la suma inmediatamente, y el sapo, encogiéndose a su tamaño habitual, se mezcló con sus compañeros y partió con ellos. En consecuencia, las reparaciones al templo fueron terminadas.

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Existe un inmenso panteón de la Religión Popular de China. Algunos de esos dioses pasaron a formar parte del panteón Taoísta. En el caso de la Religión Popular, hay una cantidad innumerable de dioses locales de montes, ríos, etc., uno de los cuales es el Dios Sapo.
Este cuento narra con mucho humor cómo el Sapo realizó un ajuste de cuentas con un mortal avaro y corrupto.
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