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Cuento Kabbalista
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Hace muchos años había un conductor de carretas judío muy pobre. Trabajaba día y noche pero nunca pudo guardar un centavo. Ya no podía seguir viniendo a su casa y enfrentar a su mujer sin traer una moneda, por lo que decidió ir al Rebe en busca de ayuda. El consejo del Rebe fue: “Vuélvete un maguid” (Un maguid iba de pueblo en pueblo alentando a la gente a arrepentirse y esforzarse por seguir los senderos de la Torá).
"¡Rebe!", dijo shockeado el carretero, “¡¿cómo es posible que sea un maguid?!, ¡nunca he hablado en público y no se nada de nada!”. El Rebe le dijo: "aseméjate a la abeja y no a la araña. La araña guarda y guarda y se queda con todo para sí misma; pero la abeja recolecta y entrega todo a los demás”. El carretero siguió el consejo del Rebe, y en su trabajo comenzó a escuchar lo que la gente sabia decía, luego lo entregaba a los demás como maguid. Eventualmente tuvo éxito y pudo alimentar a su familia y educar a sus hijos en los caminos de la Torá.
Hace muchos años había un conductor de carretas judío muy pobre. Trabajaba día y noche pero nunca pudo guardar un centavo. Ya no podía seguir viniendo a su casa y enfrentar a su mujer sin traer una moneda, por lo que decidió ir al Rebe en busca de ayuda. El consejo del Rebe fue: “Vuélvete un maguid” (Un maguid iba de pueblo en pueblo alentando a la gente a arrepentirse y esforzarse por seguir los senderos de la Torá).
"¡Rebe!", dijo shockeado el carretero, “¡¿cómo es posible que sea un maguid?!, ¡nunca he hablado en público y no se nada de nada!”. El Rebe le dijo: "aseméjate a la abeja y no a la araña. La araña guarda y guarda y se queda con todo para sí misma; pero la abeja recolecta y entrega todo a los demás”. El carretero siguió el consejo del Rebe, y en su trabajo comenzó a escuchar lo que la gente sabia decía, luego lo entregaba a los demás como maguid. Eventualmente tuvo éxito y pudo alimentar a su familia y educar a sus hijos en los caminos de la Torá.
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