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De El Monasterio Mágico de Idries Shah
Un ruiseñor decía cierta vez a un pavo real:
- Cuando yo trino, la gente me rodea para escuchar la belleza y pureza de mi canto; el hombre tal vez sea asesino, pero también es esteta.
El pavo real, después de escuchar con atención, decidió atraer a una muchedumbre para que admirara su hermoso plumaje, incomparablemente más exquisito, que ningún ruiseñor podría exhibir.
Con ese propósito acudió a un lugar donde se congregaban seres humanos y se pavoneó frente a ellos, plegando y desplegando su cola, escondiendo y extendiendo sus plumas ante la mirada de todos.
Uno de los espectadores dijo:
- Ese infortunado pavo real tiene algo que no anda bien; no puede quedarse quieto. Debe ser alguna enfermedad.
- Cuando yo trino, la gente me rodea para escuchar la belleza y pureza de mi canto; el hombre tal vez sea asesino, pero también es esteta.
El pavo real, después de escuchar con atención, decidió atraer a una muchedumbre para que admirara su hermoso plumaje, incomparablemente más exquisito, que ningún ruiseñor podría exhibir.
Con ese propósito acudió a un lugar donde se congregaban seres humanos y se pavoneó frente a ellos, plegando y desplegando su cola, escondiendo y extendiendo sus plumas ante la mirada de todos.
Uno de los espectadores dijo:
- Ese infortunado pavo real tiene algo que no anda bien; no puede quedarse quieto. Debe ser alguna enfermedad.
En vista de lo cual tomaron al pavo real y lo mataron, no fuese que la enfermedad se propagase a sus aves domésticas.
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