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Extractos de Mysterium coniunctionis de Carl Gustav Jung
... De lo que se ha dicho sobre la sustancia
solar activa se deduce que el Sol de la alquimia no es tanto una sustancia química definida como una
"virtus," un poder misterioso al que se le creía con un efecto generativo y transformador. De la misma
manera que el sol físico alumbra y calienta el universo, así, existe en el corazón del hombre
un arcano semejante al sol de donde fluyen la vida y el calor. "Por ello el Sol," dice Dorn,
"es situado justo el primero después de Dios, y es considerado padre y engendrador de todo, porque en él se
encuentra escondida la virtud seminal que da forma a todas las cosas que existen." Ese poder
es denominado "azufre." Se trata de un principio de vida cálido y daemónico, que tiene las más
estrechas afinidades con el sol de la tierra, ese "fuego central" o "ignis gehennalis" (fuego del
infierno). Por eso vemos que existe también un Sol niger, un sol negro que coincide con la nigredo y la
putrefactio, el estado de muerte. El Sol de la alquimia es ambivalente, como lo es igualmente Mercurio.
(...) Generalmente, el Sol es considerado como
la mitad masculina y activa de Mercurio, un concepto supraordenado cuya psicología he
analizado en otro estudio. Dado que, en realidad, Mercurio no existe en su forma alquímica, debe
tratarse de una proyección inconsciente, y como constituye un concepto fundamental de la
alquimia, debe simbolizar al propio inconsciente. Mercurio es por naturaleza el inconsciente, en donde no
puede diferenciarse nada; pero, como spiritus vegetativus (espíritu viviente), es un
principio activo que aparece siempre en forma diferenciada.
Por ello se le define correctamente como
"duplex," porque es tanto activo como pasivo. Su parte activa "ascendente" es llamada Sol,
y solo a través de éste puede percibirse la parte pasiva. Esta última tiene asignado el nombre de Luna,
porque toma prestada del sol su luz.
Mercurio se corresponde claramente con el Nous cósmico de
los filósofos clásicos. La mente humana es un derivado de éste y por ello, es la vida diurna
de la psique, lo que llamamos consciencia. La consciencia requiere necesariamente de su
contraparte, un aspecto oscuro, latente, y no manifiesto: el inconsciente, cuya presencia puede conocerse
solamente a la luz de la consciencia. Así como la estrella diurna se eleva en el mar nocturno,
así, ontogenética y filogenéticamente, la consciencia nace de lo inconsciente y se hunde cada noche de
nuevo en su condición primigenia. Esta dualidad de nuestra vida psíquica es el prototipo y
arquetipo del simbolismo Sol-Luna. En tal grado sentía el alquimista la dualidad de sus pensamientos
inconscientes que, contra toda evidencia astronómica, dotó al sol de una sombra: "El sol y su
sombra llevan el trabajo a la perfección." Michael Maier, de quien se recoge esta afirmación, elude tener
que dar una explicación al sustituir la sombra de la tierra por la sombra del sol en el cuarentaicincoavo discurso
de su Scrutinium. Evidentemente no podía cerrar completamente sus ojos a la realidad
astronómica. Pero después cita el clásico dicho d Hermes: "Hijo, extrae del rayo su
sombra," dándonos así a comprender claramente que la sombra está contenida en los rayos del sol, y que por
ello podía ser extraída de ellos (sea lo que sea lo que esto pueda significar). Estrechamente
relacionada con estas afirmaciones se encuentra la idea alquímica del sol negro, que menciona a menudo
la literatura. Esta noción está basada en el hecho evidente de que sin la luz no puede existir la
sombra, por lo que, en cierto sentido, la sombra es también emitida por el sol. Para esto la
física requiere de un objeto oscuro interpuesto entre el sol y el observador, algo que no se puede aplicar al
Sol alquímico, porque éste aparece ocasionalmente como negro. Este Sol negro contiene tanto luz
como oscuridad.
Maier se pregunta "¿Para qué existe, finalmente, un sol carente de sombra? Es lo
mismo que una campana sin badajo."
Mientras que el Sol es la cosa más preciosa, su sombra es una
res vilissima o quid viluis alga (menos valiosa que las algas). El pensamiento antinómico de la
alquimia opone a cada proposición una negación y viceversa. "Externamente son cosas
corporales, pero interiormente son espirituales," dice Senior.
Esta visión es algo cierto en todas las
cualidades alquímicas, en que cada cosa lleva en sí misma a su opuesta.
(...) Para la forma de pensar alquímica la
sombra no es una mera privatio lucis; y así como la campana y su badajo son de una sustancialidad
tangible, así también lo son la luz y la sombra. Sólo de este modo puede comprenderse el dicho de
Hermes, que en su integridad dice: "Hijo mío extrae del rayo su sombra, y también la corrupción
que surge de las nieblas que lo rodean, lo ensucian y velan su luz: pues ésta es consumida por la
necesidad y por su rojez." Aquí se considera la sombra como algo muy concreto; es una niebla capaz no
sólo de oscurecer el sol, sino de ensuciarlo ("coinquinare" - una expresión
fuerte). La rojez (rubedo) de la luz del sol es una referencia al azufre rojo que contiene ese principio activo
ardiente, que es destructor en sus efectos. Dorn dice que en el hombre el "azufre natural" es
idéntico al "fuego elemental" que es la "causa de la corrupción,"
y este fuego es "encendido por un sol invisible
y desconocido para muchos, esto es, el sol de los Filósofos."
El azufre natural tiende a volver a su primera
naturaleza, con lo cual el cuerpo se vuelve "sulfuroso" y así se dispone para recibir el fuego que
"corrompe al hombre llevándolo a su esencia primera." El sol sirve evidentemente de instrumento en el drama
fisiológico y psicológico de regreso a la materia prima, esa muerte que se debe experimentar si
el hombre quiere volver a la condición original de los elementos simples y alcanzar la naturaleza
incorrupta del paraíso primigenio. Para Dorn este proceso era espiritual y moral, tanto como físico.
(..) A pesar de todos los intentos de negación
y ofuscación existe un factor inconsciente, un sol negro, que es el responsable del fenómeno
sorprendentemente común de la escisión de la mente masculina, que se produce cuando la mano
derecha no tiene que conocer lo que está haciendo la izquierda. Esta escisión de la psique
masculina y el oscurecimiento regular de la luna en la mujer explican juntamente el hecho descollante de
que la mujer esté acusada de toda la oscuridad que existe en un hombre, mientras él mismo se
recrea con el pensamiento de que es una verdadera fuente de vitalidad e iluminación para todas las
mujeres de su entorno. El debería estar realmente mejor aconsejado e intentar envolver la brillantez
de su mente dentro de la más profunda duda. No es difícil para un tipo de mente así (que además de otras
cosas es una gran embaucadora, como Mercurio) admitir de buen grado un montón de errores de
la manera más convincente, y combinar además todo ello con un sentimiento espurio de
superioridad ética, sin aproximarse lo más mínimo a una introspección genuina. Esto no puede nunca
lograrse sin la participación del sentimiento, pero el intelecto admite al sentimiento sólo cuando le
conviene. El novilunium de la mujer es una fuente de decepciones incontables para el hombre que se
transforma fácilmente en amargura, aunque si se comprendiera, podría ser igualmente una fuente
de sabiduría. Naturalmente, esto es posible cuando se está preparado para reconocer su sol negro,
esto es, su sombra.
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1 comentario:
Muchas gracias.
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