De Cuentos Himalayos, recopilados por Ramiro Calle
Dos monjes se reunieron a conversar. El joven partía al día siguiente para efectuar una larga peregrinación por diversos lugares sagrados, incluido el Kailash, la sagrada morada de Shiva.
- También yo voy a hacer esa peregrinación - dijo el monje mayor - llevo mucho tiempo preparándome para ella, pero voy a partir en seguida para el monte Kailash. Así que ya nos contaremos nuestras impresiones y vivencias de la peregrinación cuando nos encontremos nuevamente.
- Claro que sí. Saldré al amanecer. Además del Kailash, quiero peregrinar a otros lugares santos, por lo que estaré fuera varios meses.
- ¿Varios meses? ¿Y qué llevarás contigo para tanto tiempo?
- Mis sencillas posesiones. No necesito nada más - repuso el monje joven -. O sea, la escudilla para mendigar mis alimenbtos y el jarrito para el agua.
- Pues sí - dijo el monje mayor -. Llevo ya muchos años queriendo hacer esta peregrinación, pero nunca termino de prepararme, pues siempre tengo la sensación de que se me olvida llevarme algo. Pero no voy a dejar pasar más tiempo. Yo también saldré en seguida. Ya nos contaremos.
El monje partió de viaje. Peregrinó hasta el Kailash y también a numerosos santuarios himalayos. Después de un año, regresó al monasterio. Se reunió con el monje mayor, que en seguida le preguntó:
- ¿Qué tal la peregrinación?
- Ha sido fatigosa, pero estoy muy satisfecho de haberla hecho. Pero ¿Y usted? ¿Ya fue y regreso del Kailash?
El monje mayor dijo:
- Será inmediatamente. Todavía no he conseguido acabar con mis preparativos, pero peregrinaré en seguida.
- También yo voy a hacer esa peregrinación - dijo el monje mayor - llevo mucho tiempo preparándome para ella, pero voy a partir en seguida para el monte Kailash. Así que ya nos contaremos nuestras impresiones y vivencias de la peregrinación cuando nos encontremos nuevamente.
- Claro que sí. Saldré al amanecer. Además del Kailash, quiero peregrinar a otros lugares santos, por lo que estaré fuera varios meses.
- ¿Varios meses? ¿Y qué llevarás contigo para tanto tiempo?
- Mis sencillas posesiones. No necesito nada más - repuso el monje joven -. O sea, la escudilla para mendigar mis alimenbtos y el jarrito para el agua.
- Pues sí - dijo el monje mayor -. Llevo ya muchos años queriendo hacer esta peregrinación, pero nunca termino de prepararme, pues siempre tengo la sensación de que se me olvida llevarme algo. Pero no voy a dejar pasar más tiempo. Yo también saldré en seguida. Ya nos contaremos.
El monje partió de viaje. Peregrinó hasta el Kailash y también a numerosos santuarios himalayos. Después de un año, regresó al monasterio. Se reunió con el monje mayor, que en seguida le preguntó:
- ¿Qué tal la peregrinación?
- Ha sido fatigosa, pero estoy muy satisfecho de haberla hecho. Pero ¿Y usted? ¿Ya fue y regreso del Kailash?
El monje mayor dijo:
- Será inmediatamente. Todavía no he conseguido acabar con mis preparativos, pero peregrinaré en seguida.
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Por falta de motivación y esfuerzo correcto, todos, también espiritualmente, padecemos la enfermedad del mañana, es decir, de seguir postergando nuestro viaje espiritual como si la vida fuera eterna.
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