miércoles, 17 de octubre de 2012

El porque el chacal aúlla

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 De Cuentos populares nepalíes


Hace mucho, mucho tiempo, cuando aún existía el lago del valle de Katmandú, vivían en un bosque de rododendros, un chacal y un pájaro bulbul. Estos dos animales no se llevaban bien pero deambulaban en el mismo bosque, y a menudo se encontraban mientras buscaban alimentos.

Un día el chacal se dijo a si mismo "Si me llego a hacer ‘meet’ (amigo) de ese pájaro bulbul, tendré una excusa para seguirlo todo el día. Entonces, cuando la cacería sea pobre y no pueda encontrar nada para comer, podría tener a mi pequeño "hermanito" de cena". El chacal se río en voz alta jactándose de su astucia.
Cuando el chacal se volvió a encontrar con el pájaro bulbul, le habló con una voz llena de afecto fingido:

- Oh, pequeño bulbul, tú trabajas muy duro. Ven aquí abajo, donde es fácil recoger las semillas que han caído al suelo.

Y luego añadió:

- Es una pena que dos caballeros con tan buen gusto no se vean más seguido. Deberíamos de ser "meets" (amigos) y dedicarnos a compartir juntos las mejores cosas del bosque. ¿Qué dices, mi amigo?

El bulbul estaba seguro de que él no quería volverse un "hermano" del chacal. Pero negarse a tal ofrecimiento sería un insulto que el chacal nunca olvidaría, y ser comido por un chacal no era una imágen muy placentera.

- Me siento halagado de que quieras que sea tu "meet" - contestó el bulbul sin expresión en su rostro - Me es claro que no me queda más que aceptar.

Entonces el chacal y el bulbul intercambiaron rupias de plata para consumar su hermandad y comenzaron de inmediato a llamarse con sus respectivos títulos de "Meetju" (amigo)

- Ahora, "Meetju" - comenzó el chacal - quien cuya mente nunca descansaba cuando quería algo, Nuestra vida en el bosque es demasiado difícil. Debemos ayudarnos el uno al otro lo más que podamos. Ahora que somos "meets" ¿Por qué no construír una casa y vivimos juntos tal como lo harían los hermanos de verdad?

- Esto - pensó el bulbul - está llegando demasiado lejos

- ¿Qué clase de casa sería? Moriría si tuviera que vivir en una madriguera - dijo el bulbul, dándole al bulbul algo en que pensar - y tú ciertamente no quisieras tener que quedarte en un nido.
Quizás deberíamos de hacer un arreglo. Tú construye una madriguera que se acomode a tus necesidades en la tierra y yo construiré mi nido en un árbol por encima de tu madriguera. Así aún podríamos estar al tanto el uno al otro.

- ¡Bien! - dijo el chacal, satisfecho de que siempre sabría donde encontrar al bulbul -, ¡Eres un compañero muy inteligente. Por eso es que estoy tan orgulloso de llamarte mi "Meetju"!

El chacal intentó hacer que su sonrisa se viera sincera, y el bulbul podía ver dos largas hileras de dientes blancos y brillantes.

Los dos meets terminaron de construir sus viviendas al anochecer. Habían planeado ir a cazar al día siguiente, y cuando el chacal se estaba levantando de su cama, se dio cuenta de que el bulbul estaba despierto y listo para marcharse.

- Oh, "Meetju" - le dijo el chacal - ¿A dónde vas a ir hoy? Te acompañaré una vez que haya acabado mi desayuno.

- Voy a ir al Lado-este del río - respondió el bulbul - ¡Ahí nos vemos! - y se fue volando hacia el bosque.

Tan pronto como el chacal había terminado de comerse sus gruesas sémolas de maíz, se fue al lado este del río a encontrar al pájaro bulbul. Pero no pudo encontrarlo por ningún lado. Buscó hasta que se metió el sol pero no pudo encontrar nada bueno para comer. Esa noche él estaba tan exausto y comió más sémola de máiz fría para cenar, yéndose lánguidamente a la cama.

A la mañana siguiente el bulbul nuevamente estaba despiero y listo para irse al bosque antes que el chacal.

- ¿A dónde vas a ir hoy, "Meerju"? - le preguntó el chacal al pájaro bulbul.

- Voy a ir al lado-oeste del dío, querido hermano - gritó el bulbul mientras despegaba en vuelo - ¡Ve allá una vez que estés listo! - y desapareció entre los árboles.

El chacal buscó todo el día al bulbul en el lado oeste del río, pero no tuvo más suerte ésta vez que el día anterior.

A la mañana siguiente, cuando escuchó que el bulbul se estaba alistando para irse, se levantó de la cama y le preguntó:

- ¡Oh, hermanito! ¿A dónde vas a ir hoy?

- Creo que regresaré al lado-este del río otra vez - contestó el bulbul - la caza es excelente ahí. ¿Por qué no vienes conmigo? - Y entonces se fue volando sin esperar por la respuesta.
 
- ¡Ésta vez lo haré! - gritó el chacal - volviendo a acostarse en su cama.

Entonces dijo para si mismo:

- ¡Y ésta vez la casa será excelente!

Pero ahora el chacal sabía que el bulbul lo estaba engañándo. Si el bulbul había dicho que iba a ir al lado-este del río, con seguridad estaría volando en la dirección opuesta. El chacal se levantó de la cama con gran determinación y ya no se dirigió al lado-este sino al lado-oeste. Ahí encontró al bulbul sobre el sueño, comiendo moras.

De entre los arbustos el chacal saltó, gritando:

- ¡Hermanito, ahora voy a comerte por haberme engañado!

Pero el ágil pajarillo era demasiado rápido para el chacal. Voló por encima del árbol de moras y por encima de las mandíbulas del chacal, quien sólo pudo morder el aire trás el bulbul.

- ¡Oh, "Meetju", tienes razón! - adimitió el pájaro rápidamente, para gran sorpresa del enojado chacal - ¡te he engañado y eso es lo peor que cualquiera pudiera hacerle a su querido "meet".

Su voz estaba llena de arrepentimiento.

- Como castigo, merezco ser comido, pero eso haría mi próxima vida mucho más fácil si me rindiera, en lugar de dejar que me atraparas. Ganarías grandes favores de los Dioses, para ti nada más, si me concedieras esta última, pequeña petición. Abre la boca y yo volaré directo hacia adentro. Pero asegúrate de cerrar tus ojos, porque no puedo soportar que me veas morir de esta manera.

El condescendiente chacal se sentó sobre sus ancas, cerró sus ojos, y abrió su boca lo más que pudo.
Pero el pájaro bulbul, en lugar de descender en picado sobre su muerte, tomó un racimo de moras agrias del arbusto, voló hacia el hocico del chacal y lo arrojó adentro. El chacal de atragantó con las moras agrias; su cuerpo se dobló mientras tosía y se ahogaba.

Cuando el bulbul volteó la vista atrás y vio el éxito de su pequeña artimaña, rió tan fuerte que sus ojos se pusieron rojos, y han sio rojos desde entonces.

Y el chacal, que nunca pudo capturar a su "Meetju", aulló por su impotencia. Y aún hoy puede escuchársele aullando en las calientes y oscuras noches.

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