Mostrando entradas con la etiqueta Khalil Gibrán. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Khalil Gibrán. Mostrar todas las entradas

martes, 29 de noviembre de 2016

Las dos ostras

.
 Cuento de Gibrán Khalil Gibrán

Dijo una ostra a la ostra vecina:Siento un gran dolor dentro de mí. Es algo pesado y redondo, que me hace daño. 

Alabados sean los cielos y el mar - respondió la otra con altiva condescendencia –. Yo no siento dolor ninguno. Estoy buena y sana,  por fuera y por dentro.

En ese momento, un cangrejito que pasaba oyó a las dos ostras, y dijo a la que estaba buena y sana por dentro y por fuera:

– Sí, estás buena y sana; pero el dolor que siente tu vecina es una perla de extraorinaria belleza.
.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Dentadura cariada

.
(De Pensamientos y reflexiones
 de Gibrán Jalil Gibrán)

Tenía yo un diente cariado en mi boca que me molestaba mucho. Durante el día no me dolía, pero en la tranquilidad de la noche, cuando los dentistas  estaban dormidos y las farmacias cerradas, empezaba a dolerme.

Un día, me impacienté y fui al dentista. Le dije que me extrajera el maldito diente que me producía tal miseria y me negaba el gozo del sueño, convirtiendo el silencio de mi noche en quejido y conmoción.

El dentista negó con la cabeza diciendo: "Es tonto extraer un diente si puedo curarlo".

Entonces empezó a taladrar y limpiar la caries y utilizó todos los medios disponibles para restaurar el diente y librarlo de ésta. Al terminar de hacer esto llenó la cavidad con oro puro y dijo jactanciosamente: "Tu diente enfermo ahora es más fuerte y más sólido que los sanos". Yo le creí, le pagué y partí del lugar.

Pero antes de que terminara la semana, el diente volvió a enfermar, y la tortura que me infligía convirtió las hermosas canciones de mi alma en agonía y dolor.

Entonces acudí a otro dentista y le dije: "Extráigame este maldito diente sin preguntarme nada, pues no siente lo mismo la persona que recibe los golpes  que las que los cuenta".

Obedeciendo mi petición me extrajo el diente. Mirando el diente después me dije: "Has hecho bien en haber pedido la extracción de este diente podrido".

En la boca de la sociedad existen muchos dientes cariados que afectan los huesos de la mandíbula. Pero la sociedad no hace ningún esfuerzo por extraerlos y librarse de la aflicción que le producen. Se contenta con las tapaduras de oro. Son muchos los dentistas que tratan los dientes cariados de la sociedad con oro brillante.

Y son numerosos los que ceden ante la tentación de tales reformadores y su destino es el dolor, la enfermedad y la muerte.

En la boca de la nación siria hay muchos dientes sucios, negros y podridos que supuran y hieden. Los doctores han intentado curarlos con tapaduras de oro en vez de extraerlos, y la enfermedad continúa.

Una nación con dentadura cariada está destinada a sufrir enfermedades estomacales. Son muchas las naciones afligidas por la indigestión.

Si desean echar una mirada a la dentadura cariada de Siria, visiten sus escuelas, donde los hijos e hijas de hoy se preparan para ser los hombres y mujeres de mañana.

Visiten las cortes y sean testigos de los actos de los proveedores de la justicia, corruptos y torcidos. Vean cómo juegan con los pensamientos y las mentes de  la gente sencilla como un gato juega con un ratón.

Visiten las casas de los ricos donde reinan la hipocresía, la falsedad y la presunción.

Pero no olviden ir también a las chozas de los pobres donde habitan el temor, la ignorancia y la cobardía.

Después, visiten a los dentistas de manos ágiles, los que poseen delicados instrumentos, argamasas dentales y tranquilizantes, que se pasan los días tapando las  caries de los dientes enfermos de la nación para ocultar su podredumbre.

Hable con aquellos reformadores que figuran como la inteligencia por excelencia de la nación Siria, y que organizan la sociedad, que dan conferencias y discursos públicos. Cuando hablen con ellos, escucharán melodías que probablemente les suenen más sublimes que la molienda de una piedra de molino y más noble que el croar de las ranas en las noches de junio.

Cuando les digan que la nación Siria roe su pan con dientes podridos, y que cada bocado que mastica se revuelve con saliva envenenada que lleva la enfermedad al estómago de la nación, ellos le contestarán: "Sí, pero estamos buscando mejores tapaduras y tranquilizantes".

Y si ustedes sugieren "extracción", se reirán y dirán que todavía no han aprendido el noble arte del dentista que encubre la enfermedad.

Si insisten ustedes, ellos se irán y los esquivarán diciendo para sí:

"Son muchos los idealistas en este mundo y sus sueños son débiles"
.

domingo, 3 de agosto de 2014

Las letras de fuego

.
Poema de Gibrán Khalil Gibrán
(De Los secretos del corazón)

Grabad sobre la placa de mi sepulcro:
"Aquí yacen los restos de quien escribió
su nombre en agua". - Keats

¿Este es el fin de las noches?
¿Así nos extinguimos bajo los pies del destino?
¿Así nos doblegan los siglos y no nos guardan más que un nombre que escriben sobre sus páginas, en agua en vez de tinta?
¿Se apagarán aquellas luces y desaparecerán aquellos amores?
¿Se esfumarán aquellas esperanzas?
¿Destruirá la muerte todo lo que edificamos, o dispersará el viento todo lo que decimos?
¿Y la sombra cubrirá lo que hacemos?
¿Es esta la vida?
¿Es un pasado que se fue y desaparecieron sus restos? Es un presente que corre siguiendo el pasado, o es un futuro misterioso hasta tanto se haga presente o pasado?
¿Desaparecerán todos los placeres de nuestros corazones y todas las tristezas de nuestras almas sin saber su resultado? ¿Así debe ser el hombre, cual espuma de mar que al roce de la ventisca se desvanece y se apaga como si no hubiera existido?
¡No por mi vida! La verdad de la Vida es una vida cuyo principio no está en el pecho y cuyo fin no es el sepulcro. Estos no son más que unos instantes de una vida eterna.
Nuestra vida mundana, como todo lo que contiene, es un sueño a la par del despertar que llamamos la muerte horrorosa. Un sueño, pero todo lo que en él hemos visto y hecho quedará eterno en la perpetuidad de Dios.
La brisa lleva cada sonrisa y cada suspiro de nuestros corazones y guarda el eco de cada beso nacido del amor. Los ángeles cuentan cada lágrima que la aflicción vierte de nuestros ojos; y los espíritus que vagan en el infinito devuelven cada canción que la alegría ha improvisado en nuestras sensibilidades. Allí en el mundo venidero veremos la tristeza y sentiremos las vibraciones de nuestros corazones; allí recordaremos la esencia de nuestra idolatría, que despreciamos ahora, incitados por la desesperación.
El extravío que aquí llamamos debilidad aparecerá mañana como un necesario eslabón para completar la cadena de la vida del hombre.
Los trabajos penosos que no nos compensan, vivirán entre nosotros y publicarán nuestra gloria.
Las desgracias y los infortunios que soportamos serán aureolas de nuestro orgullo.
Eso... y si hubiera sabido Keats, aquel ruiseñor melodioso, que sus canciones aún siguen infundiendo el espíritu del amor a la belleza en el corazón de los hombres, habría exclamado:

Grabad sobre la placa de mi sepulcro:
"Aquí yacen los restos de quien escribió
su nombre sobre la faz del cielo con letras
de fuego."

.

jueves, 5 de junio de 2014

Una brizna de hierba

.
Cuento de Khalil Gibran


Una brizna de hierba dijo a una hoja caída de un árbol en otoño:

- ¡Cuanto ruido haces al caer! Espantas todos mis sueños de invierno.

La hoja replico indignada:

- ¡Tú, nacida en lo bajo y habitante de lo bajo, eres insignificante e incapaz de cantar! ¡Tu no vives en las alturas y no puedes reconocer el sonido de una canción!

La hoja de otoño cayó en tierra y se durmió. Y cuando llegó la primavera despertó nuevamente de su sueño y era una brizna de hierba.

Y cuando llegó el otoño, y fue presa de su sueño invernal, flotando en el aire empezaron a caerle las hojas encima. Murmuró para sí misma:

- ¡Oh, estas hojas de otoño! ¡Hacen tanto ruido! ¡espantan todos mis sueños de invierno!

.

jueves, 6 de septiembre de 2012

La naturaleza y el hombre

De La voz del Maestro de Khalil Gibrán


Al romper del día me senté en una vega, en animada conversación con la Naturaleza, mientras el Hombre dormía apaciblemente bajo los cobertores del sueño. Me tendí en la verde gama y me puse a reflexionar sobre estas preguntas: 

"¿Es la Belleza la Verdad? ¿Es la Verdad la Belleza?"

Y en mis pensamientos me sentí transportado lejos de la humanidad, y mi imaginación levantó el velo de la materia que ocultaba mi yo interior. El alma se me abrió y me acerqué más a la naturaleza y calé más hondo en sus secretos, mientras mis oídos se despejaban para entender el lenguaje de sus maravillas.
Reclinado estaba en las honduras del pensamiento, cuando sentí pasar la brisa entre las ramas de los árboles y oí un suspiro, como el que podía exhalar algún huérfano extraviado.

- ¿Por qué suspiras, suave brisa? -pregunté.

Y la brisa me contestó:

- Porque llego de la ciudad abrasada por el calor del Sol, y los gérmenes y contaminaciones de las pestes se han pegado a mis puras vestiduras. ¿Serás capaz de reprocharme que me lamente?

Después posé la mirada en los semblantes llorosos de las flores y escuché su tenue congoja. Y les pregunté:

- ¿Por qué lloráis, mis encantadoras flores?

Una de ellas levantó su hermosa cabeza y musitó: 

- Lloramos porque va a venir el Hombre y nos va a tronchar y después nos pondrá a la venta en los mercados de la ciudad.

Y otra flor añadió:

- Al oscurecer, por la tarde, cuando estemos marchitas, nos arrojará al montón de la basura. Sollozamos porque la mano cruel del hombre nos arranca de nuestras comarcas nativas.

Y escuché lamentarse al arroyo, como viuda que gime por su hijo muerto y le pregunté:

-¿Por qué lloras, mi puro arroyuelo? 

Y él me contestó:

-Porque no tengo más remedio que llegar a la ciudad, donde el Hombre me desprecia y me abandona para ingerir bebidas más fuertes y me convierte en devorador de sus suciedades, mancilla mi pureza y trueca mi divinidad en inmundicia.

Y a mis oídos llegó el doliente gorjeo de los pájaros, a quienes pregunté:

- ¿Por qué sollozáis mis dulces pajarillos?

Y uno de ellos se me acercó volando, se posó en el extremo de una rama y canturreó:

- Los hijos de Adán no tardarán en llegar a este lugar secreto con sus armas mortíferas y nos declararán la guerra, como si fuésemos sus enemigos mortales. Ahora nos estamos despidiendo unos de otros, porque no sabemos quiénes van a escapar a la furia del hombre. La Muerte nos sigue dondequiera que vayamos.

El Sol emergió entonces tras los picachos de las montañas y doró de guirnaldas las puntas de los árboles. Contemplé extasiado esta hermosura y me pregunté:

-¿Por qué ha de destruir el Hombre lo que ha construido la Naturaleza?
.

Compartir

 
Creative Commons License
This obra by Arturos (Basiliskus) is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 2.5 México License.
Based on a work at basiliskus.blogspot.com.