Con una primer descarga, con un voltaje de entre 2,000 - 2250 Voltios, a 8 Amperios, durante 35 -40 segundos, para freír el cerebro y en teoría causar la pérdida de la conciencia, y, seguida de una segunda descarga de 800-900 volts, aplicada durante otros 30-40 segundos, con la finalidad de provocar el paro cardíaco, y tras detener el flujo de corriente, uno o dos médicos examinan al condenado con estetoscopios en busca de posibles signos vitales.
Y así, tenemos una ejecución exitosa, tras 3 minutos, luego de haber colocado el bozal y la capucha al ejecutado (con la finalidad de evitarle ver a los testigos las horribles y exageradas contracciones involuntarias del rostro, la salida o hasta explosión de globos oculares, sangrado de fosas nasales, vómitos de sangre, carbonización de la piel que recubre el cráneo, y algunas que otras sorpresas desagradables).
Así de fácil se podría describir una ejecución "limpia, humana y generosa" en la silla eléctrica. Sin embargo, han habido numerosos casos como los de Pedro Medina, quien su capucha estalló en llamas, y se prolongó el tiempo de ejecución, el sangriento caso de Allen Lee Davis (ver las fotos bajo su morbosa responsabilidad y fundido criterio), quien murió en una larga ejecución por fallas de la silla, entre sangre, horribles gritos y pujidos de profundo dolor, el caso de la horrible, desmoralizante, acojonante, miserable y dolorosa ejecución de George Junius Stinney Jr (Linus Bragg) niño inocente de apenas 14 años de edad, quién murió relativamente rápido, pero no libre de complicaciones como huesos rotos por las contracciones, y la repentina caída de su máscara de piel, revelando su horrorizado y retorcido rostro a causa de la corriente. O incluso el peor de los casos: el caso de Ethel Rosenberg (video), cuya ejecución se prologó de sobremanera, sobreviviendo tres ciclos de descargas.
Entonces, al hablar de prolongación", se habla desde 5 hasta 15 minutos. 5-15 minutos de dolor irresistible, de tremenda asfixia, ardor intenso, defecación involuntaria, y daños a los órganos internos, y si no, ver las declaraciones o leer el libro sobre Willie Francis - quien sobrevivió a su primer atentado de ejecución.
Pues bien, es bien sabido que los gringos, gustosos y fervorosos consumistas de cualquier espectáculo morboso y sangriento, gustan de andar complicándose la cosa con este tipo de procedimientos que no hace otra cosa que aumentar la agonía del condenado, y si hoy en día, ya se debate la cuestión de la inyección letal, que porque ya muchas evidencias reveladoras durante las autopsias de los ejecutados, revelan que en verdad, permanecen consientes durante el proceso de muerte, igual de doloroso - aunque a simple vista parezca lo contrario, pues resulta que aunque ya hayan desterrado la silla como método de ejecución, he aquí que el método de ejecución por electrocución mexicano (si lo hubiera) sería mucho más rápido, sencillo, sin tantos dramas, sin complicados protocolos, en fin.
Solamente se ata al condenado en la silla, y se le coloca en la cabeza, un casco metálico con ambos electrodos ahí ( o bueno, un chorro de cables) - así sin esponjita con agua salada ni nada - conectado directamente a la corriente de 110 Voltios, a la caja de fusibles, y entonces ya no se tiene que repetir varios ciclos. Sólo toman escasos 8 segundos ¡y ya! el condenado se petatea, sí gime un poco, pero no hay flamas, ni rotura de huesos, salpicaderas de sangre, desechos fecales, etc. Aquí, un ejemplo:
La escena en cuestión es de El violador infernal, una desconocida película mexicana serie-b (¿qué no todas las películas mexicanas son serie-b? haha) ,de finales de los ochenta. Cuya trama es igual de estúpida, absurda y divertida =D!!! No ganarán nada con verla, pero tampoco perderán mucho =)!!
Ya ahora sí, me retiro, hace un muy bonito día allá afuera. Felices borracheras o estancias en casita o lo que sea. Amor, paz y felicidad de 2,000 voltios para todo el mundo!! X)!
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