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De La Sabiduría de Chuang Tse: Textos fundamentales del taoísmo
de Sam Hamill y J.P. Seaton
de Sam Hamill y J.P. Seaton
Chien Wu dijo a Lien Shu:
- He escuchado a Chieh Yu, el Loco de Ch'u. Ha dado un gran discurso, pero sin demasiado sentido. Habló y habló sin llegar a decir nada. Me sorprendió y asustó.
Habló y habló como el Río del Cielo que fluye sin cesar. Fue demasiado. Y además sus palabras no tenían la calidez del sentimiento humano.
Lien Shu le preguntó:
- ¿Qué es lo que ha dicho?
- Dijo: << En lo profundo de la Montaña Ku She, hay un espíritu femenino cuya carne y huesos son como el hielo y la nieve, y su porte gentil y dulce como el de una virgen. No se alimenta de los Cinco Cereales, pero sorbe la brisa y el rocío. Trepa hasta las nubes más altas, conduce un carruaje tirado por dragones voladores y vaga por placer por los Cuatro Mares. Cuando su espíritu se concentra, impide que las cosas decaigan y hace que las cosechas fructifiquen >>
Creí que sin duda estaba loco y no di crédito a sus palabras.
Lien Shu contestó pensativamente:
- Así es. Así es en realidad. El ciego no puede conocer la belleza del símbolo ni del artificio; el sordo no puede percibir el increíble sonido de la campana ni del tambor.
¿Pero cómo puede ser que la sordera y la ceguera se encuentren sólo en la carne y los huesos? La mente que comprende también puede padecerlas. Lo mismo ocurre con las palabras de Chieh Yu. Y sin embargo, existe ese espíritu femenino, ese principio femenino que puede unir las diez mil cosas en Una. No obstante, nuestro mundo sigue sujeto al desorden, hoy todo el mundo está dispuesto a hacerse cargo de todo -cuanto-hay-bajo-el-cielo. Pero el mundo no puede lastimar a ese espíritu. Si las aguas se alzaran e inundaran el cielo, no se ahogaría; si la Gran Sequía regresara, si las montañas y las laderas se cubrieran de piedras y de hierro candente, no se abrasaría. Con los desechos y el polvo que deja a su paso podrías fundir y moldear imágenes de tan sabios emperadores como Yao y Shun. ¿Por qué habría de rebajarse y ponerse al servicio de las meras cosas?
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- He escuchado a Chieh Yu, el Loco de Ch'u. Ha dado un gran discurso, pero sin demasiado sentido. Habló y habló sin llegar a decir nada. Me sorprendió y asustó.
Habló y habló como el Río del Cielo que fluye sin cesar. Fue demasiado. Y además sus palabras no tenían la calidez del sentimiento humano.
Lien Shu le preguntó:
- ¿Qué es lo que ha dicho?
- Dijo: << En lo profundo de la Montaña Ku She, hay un espíritu femenino cuya carne y huesos son como el hielo y la nieve, y su porte gentil y dulce como el de una virgen. No se alimenta de los Cinco Cereales, pero sorbe la brisa y el rocío. Trepa hasta las nubes más altas, conduce un carruaje tirado por dragones voladores y vaga por placer por los Cuatro Mares. Cuando su espíritu se concentra, impide que las cosas decaigan y hace que las cosechas fructifiquen >>
Creí que sin duda estaba loco y no di crédito a sus palabras.
Lien Shu contestó pensativamente:
- Así es. Así es en realidad. El ciego no puede conocer la belleza del símbolo ni del artificio; el sordo no puede percibir el increíble sonido de la campana ni del tambor.
¿Pero cómo puede ser que la sordera y la ceguera se encuentren sólo en la carne y los huesos? La mente que comprende también puede padecerlas. Lo mismo ocurre con las palabras de Chieh Yu. Y sin embargo, existe ese espíritu femenino, ese principio femenino que puede unir las diez mil cosas en Una. No obstante, nuestro mundo sigue sujeto al desorden, hoy todo el mundo está dispuesto a hacerse cargo de todo -cuanto-hay-bajo-el-cielo. Pero el mundo no puede lastimar a ese espíritu. Si las aguas se alzaran e inundaran el cielo, no se ahogaría; si la Gran Sequía regresara, si las montañas y las laderas se cubrieran de piedras y de hierro candente, no se abrasaría. Con los desechos y el polvo que deja a su paso podrías fundir y moldear imágenes de tan sabios emperadores como Yao y Shun. ¿Por qué habría de rebajarse y ponerse al servicio de las meras cosas?
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