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Un musulmán, una cabra y un
perro habían sido los únicos sobrevivientes del hundimiento de una
embarcación y habían logrado llegar hasta una isla casi desierta.
Después de un tiempo, a los tres se les había hecho el hábito de ir a ver el atardecer a la orilla de la playa.
Una tarde en particular, el cielo estaba rojo, con hermosas nubes purpúreas, parecía una bella pintura, la brisa era cálida y gentil; Un perfecto momento para el romance. Mientras estaban ahí, la cabra parecía ponerse más y más buena para el musulmán, quien pronto se acercó hacia la cabra y le fue poniendo tímidamente el brazo alrededor de la nuca. El perro se puso celoso y comenzó a gruñír salvajemente hasta que el musulmán reitró su brazo de la cabra.
Luego de eso, los tres continuaban todas las tardes viendo el ocaso, pero sin más intentos de apapacho.
Pasaron unas pocas semanas, y vieron en la distancia que hubo otro barco que se hundió. La única persona que sobrevivió al accidente fue una chica, la más hermosa chica que el musulmán hubiese visto en su vida. Se encontraba en muy malas condiciones cuando la rescataron, y la fueron atendiendo día con día hasta que se recuperó por completo.
Una vez que la muchacha estaba en perfectas condiciones de salud, los tres amigos le mostraron su taciturno ritual en la playa. Era otra hermosa puesta de sol, con cielos rojos y nubes rosas y púrpuras, con brisa cálida y gentil, perfecta para una noche de romance, y el musulmán volvió a tener "esos sentimientos" otra vez.
El musulmán luchó con todas sus fuerzas, pero finalmente cedió a sus ardientes deseos. Se le acercó a la chica con cautela y le susurró en el oído:
- ¿Te importaría llevarte a pasear al perro por un rato?
Después de un tiempo, a los tres se les había hecho el hábito de ir a ver el atardecer a la orilla de la playa.
Una tarde en particular, el cielo estaba rojo, con hermosas nubes purpúreas, parecía una bella pintura, la brisa era cálida y gentil; Un perfecto momento para el romance. Mientras estaban ahí, la cabra parecía ponerse más y más buena para el musulmán, quien pronto se acercó hacia la cabra y le fue poniendo tímidamente el brazo alrededor de la nuca. El perro se puso celoso y comenzó a gruñír salvajemente hasta que el musulmán reitró su brazo de la cabra.
Luego de eso, los tres continuaban todas las tardes viendo el ocaso, pero sin más intentos de apapacho.
Pasaron unas pocas semanas, y vieron en la distancia que hubo otro barco que se hundió. La única persona que sobrevivió al accidente fue una chica, la más hermosa chica que el musulmán hubiese visto en su vida. Se encontraba en muy malas condiciones cuando la rescataron, y la fueron atendiendo día con día hasta que se recuperó por completo.
Una vez que la muchacha estaba en perfectas condiciones de salud, los tres amigos le mostraron su taciturno ritual en la playa. Era otra hermosa puesta de sol, con cielos rojos y nubes rosas y púrpuras, con brisa cálida y gentil, perfecta para una noche de romance, y el musulmán volvió a tener "esos sentimientos" otra vez.
El musulmán luchó con todas sus fuerzas, pero finalmente cedió a sus ardientes deseos. Se le acercó a la chica con cautela y le susurró en el oído:
- ¿Te importaría llevarte a pasear al perro por un rato?
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