jueves, 24 de noviembre de 2016

El chullachaqui

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 Cuento peruano

Una mañana, unas hermosas garzas blancas volaban muy temprano en busca de las playas, y un sol resplandeciente anunciaba que en la selva sería un día alegre.

Ese día don Mashico, en compañía de su mujer y uno de sus hijos, se fue a sus chacras que estaban a un kilómetro de distancia del pueblo, mientras los menores – una mujercita y un varoncito – se quedaron al cuidado de la casa.

Pasada una hora desde que sus padres se habían ido, los niños vieron llegar a una mujer igual a su mamá y ella, dirigiéndose a Juanita, la niña, le ordenó: “Agarra tu machete y nos vamos a la chacra.”

Ella obediente al mandato de su supuesta madre tomó su machete y la siguió. Sin embargo, se trataba del chullachaqui, el diablillo del monte, que con su magia convirtió a Juanita en una shipash y la escondió en el monte.

Los padres, al regresar a casa con la comida para toda la semana, se percataron de que su Juanita no se encontraba y don Mashico le preguntó a su hijo pequeño: “¿Pepito, dónde está tu hermanita?”  A lo cual él contestó:  “Vino mi mamá y se la llevó a la chacra.”  “Pero cómo!?  Tu mamá no vino en ningun momento a la casa porque estuvimos huactapeando todo el día en el platanal!”

En ese momento empezó a invadir la tristeza a toda la familia.  Llegó la noche y prendieron mecheros para iniciar la búsqueda llamándole por entre los bosques y al no encontrar huella alguna, cansados y ensimismados de tristeza, regresaron a casa a golpe de la media noche. Se acostaron a dormir y en sueños, don Mashico vio que el chullachaqui le robaba a su Juanita.

Al despertar le contó a su mujer lo que había soñado y juntos ordenaron sus ideas y se pusieron a cumplir con las indicaciones del anciano.  Después de la velada, pasaron cuatro días y don Mashico se encontraba aún más triste porque Juanita no aparecía. Sin embargo, una tarde, cultivando su maizal, salió de repente del monte la shipay.  Don Mashico al ver a la niña emprendió una veloz carrera y con gran esfuerzo pudo atraparla.  Juanita trataba de escaparse dándole fuertes mordiscones a su padre, se jalaba de los pelos, gritaba palabras incoherentes, se mostraba como un animal salvaje.  Don Mashico haciendo grandes esfuerzos logró amarrarle al tronco de un árbol y llamó a su familia para llevarla a su casa.  Estando en reposo echada en la tarima no quería comer ni dormir, suspiraba a cada rato pensando en el chullachaqui.

Los padres al ver que no mejoraba, mandaron a llamar al brujo Ishtán para que la tratara.  Este sacó su cigarro y le comenzó a soplar el humo acompañado de sus ícaros.

La niña comenzó a reaccionar mostrando una lenta mejoría y luego una rápida recuperación.  El curandero recomendó a sus padres que la convidasen a chapo de plátano cantín asado en carbón a fuego lento.

Con unos cuantos soplos más acompañados de sus icaradas, Juanita se recuperó y pocos días después, ya toda dicharachera, se puso a contar cómo la engañó y se la llevó al monte el chullachaqui haciéndose pasar por la madre.

Y contó que pudo escapar y que así fue como llegó al lindero de la chacra donde el padre la vio y pudo atraparla.

Don Mashico, para evitar que sus hijos volvieran a sufrir este tipo de percance decidió irse con su familia a otro pueblo donde aún viven felices hoy en día.
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