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"El error de los modernos representantes de la religión es que prometen a sus seguidores la solución a todos los problemas de la vida, sin dejar una expectativa que la religión no solucione. La verdadera espiritualidad, por el contrario, profundiza los problemas, nunca se prepone solucionarlos...El ideal judío de la personalidad espiritual no es el individuo armonioso, determinado por el principio del equilibrio, sino uno con su alma rasgada y el espíritu quebrado que oscila entre Dios y el mundo. El hombre verdaderamente espiritual aguanta constante agitación mental, colisión psíquica. La Kedushá -consagración, santidad- eleva al hombre, no porque le concede armonía y síntesis, balance y pensamientos mesurados, sino revelándole lo irracional e insoluble del enigma de la existencia. Kedushá no es un paraíso, sino una paradoja."
- Yosef Dov ha-Levi Soloveychik
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