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De Enamoramiento y amor
de Francesco Alberoni
Capítulo 6, pág 49-50
Capítulo 6, pág 49-50
La verdad es que el que vive la vida cotidiana no puede alcanzar la intensidad espasmódica del deseo y la voluntad que produce la felicidad. Para lograrlo debe romper con la vida cotidiana, atravesar el río prohibido de la transgresión. Y esto no es algo que pueda decidirse voluntariamente. El enamoramiento "aparece" cuando lentamente han madurado las condiciones estructurales; el enamoramiento es un "acontecimiento" que se impone. Igualmente, cuando estamos enamorados no podemos alcanzar el estado de tranquilidad serena. Nuestro amor no está en nuestras manos, nos trasciende, nos arrastra y nos obliga a cambiar. Para lograr transformar esto en serenidad cotidiana es necesario destruirlo. Y, repito, muchas personas, hombres y mujeres, no logran la paz hasta que no han transformado al ser esplendoroso de su amor en algo controlable, circunscrito, definido; hasta que no han hecho de él un animal doméstico. El precio es el final del enamoramiento y la desaparición del éxtasis; lo que les queda es la trivialidad cotidiana, la tranquila serenidad continuamente interrumpida por el aburrimiento, el rencor, el "desencanto".
Al modo que cotidianamente deseamos lo extraordinario y viceversa. Estos dos deseos, ambos irrealizables, se suman para constituir ese "vivieron felices y contentos" que ha reemplazado, en nuestra época, el mito del elixir de la eterna juventud y el de la piedra filosofal.
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