domingo, 11 de enero de 2015

Reporte de viaje con hongos psilocibes (2)

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La Suprema belleza de Osamu Kitajima
 Di play a la primera canción de la lista: The Elysian Fields, de Osamu Kitajima.

El tiempo se detuvo. La introspección y el conocimiento quitaron suavemente y con dulzura el sedoso velo de la magia de la realidad aparente.

The Elysian Fields - Osamu Kitajima

Aprecié la belleza de la oscuridad de la noche. Aún con ojos cerrados podía ver con todo lujo de detalles la habitación donde me encontraba. La noche se hizo tarde y de pronto me encontré en una peregrinación de nubes. Éramos miles de nubes y a la vez una sola fragmentada. Pero la visión se deshizo y se formaron imágenes mentales distintas: soles de la mañana y soles de la tarde, Lunas llenas, auroras boreales. Y cuando reconocí la imagen que conllevaba la carga asociativa de la palabra aurora, abrí los ojos y me encontraba en la recámara viendo la aurora boreal ondulante, verde esmeralda que tornaba azul con pequeños destellos rosados ahí mismo en la habitación. Alcé mi mano y la toqué sin alterar su efecto holográfico.

Sonreía, no dejaba de sonreír.

Vinieron entonces pensamientos relacionados a los hongos, pensaba que eran demasiado buenos como para darse así tan fácil en la naturaleza, que en verdad eran regalos de los Dioses para ayudarnos a encontrarnos a nosotros mismos, valorarnos, valorar la vida, crecer, expandirnos, amar la vida, amarnos mutuamente, amar, aprender a amar.

No me explicaba cómo era posible que fueran considerados nocivos y que hubiese tanta desinformación al respecto. Pensaba en aquellas personas que simplemente negaban rotundamente con desaprobación y se rehusaban a hablar sobre el tema, incluyendo a Kine y a las personas de Noruega en general, en donde todos viven y actúan dentro del marco de lo que es políticamente “correcto”.
Este último pensamiento coincidió con el alarido de un chico que ya comenzaba con su ritual semana de embriaguez etílica que iba pasando por la calle allá afuera.

Fue una sincronía sorpresiva que mi pensamiento coincidiera con lo que sucedía en el "mundo real". Sí, era sábado, y por éstas calles, todos los viernes y sábados a esas horas ya se acostumbraba a escuchar los ladridos y berreos de jóvenes borrachos que van saliendo de sus clubs, gritando cosas denigrantes hacia las mujeres y a la vez mujeres borrachas gritando cosas denigrantes para toda ser humano en general.

Reflexioné entonces en lo absurdo de cómo se acepta, promueve el alcoholismo, considerarlo hasta cierto punto normal y gracioso, el encontrarse en avanzados estados de ebriedad. Mientras que experimentar con estados de consciencia superiores es tan mal visto. Comparé de inmediato el estado en el que me encontraba, de dicha, ascensión, emoción, conciencia, introspección, al de la idiotez, y envenenamiento por alcohol. Me daba lástima, e imaginé como sería éste país nórdico si más gente se atreviera a probar psicodélicos. Probablemente el gobierno jamás lo permitiría.

La canción cambió, siendo la segunda en la lista de reproducción "Sei (Esencia)" también de Osamu Kitajima. Y al igual que el primer rayo de luz de sol se bifurca al despuntar al amanecer, vinieron otras dos series simultáneas de pensamientos, el primero relacionado con la belleza de la forma humana, de las formas, que a su vez reconocía como ilusorias, y estas imágenes venían acompañadas dentro de los paquetes de regalos filosóficos, de imágenes de rostros sonrientes de niños, de mujeres enamoradas, de madres viendo a sus primogénitos a los ojos por primera vez,  de monjes budistas, de budas, de animales y seres felices. Esto derivo en el florecimiento de un sentimiento aún más profundo de respeto por la vida. Del más profundo respeto por todos los seres, incluyendo a los insectos que nos parecen repugnantes, como las cucarachas, los gusanos, los mosquitos, las larvas. Pero sobre todo, un sagrado respeto por las plantas, por los ecosistemas, por nuestras auténticas casas.
Sei - Osamu Kitajima


Esto a la vez rotó y mostró su lado oscuro pero también didáctico, me pareció realmente estúpido el cómo acudimos a tiendas a comprar alimentos básicos que podemos plantar y criar en nuestras casas. Me parecía una aberración que fuese ilegal en algunos países, plantar sin fines comerciales. Vino el convencimiento de que lo más fácil, correcto, sano, económico y obvio es plantar con cariño nuestros propios alimentos, así como críar animales que nos proporcionasen nutrientes de sus huevos, y leches, etcétera. Pero hoy día ese tipo de acciones se ve como algo retrógrada, de pobre, de tontos. Y nadie quiere aparentar ser pobre o estúpido.

Por la otra línea de reflexión bifurcada, vino la cuestión del pensamiento hippie. Pensé que - aunque no me tocó vivir esa época - realmente había habido un despertar de la humanidad en aquellos tiempos, que realmente hubo un compromiso socio-cultural y político en contra de aquellas ideologías impuestas por los gobiernos en turno, de consumo inmoderado, que realmente los enteógenos ayudaron a ver lo horrendo de la guerra, de los planes armamentísticos y expansionistas de las súper-potencias. Pensé en las revueltas, en la censura, en la prohibición, en la selección de cosas que nos dicen que debemos de ser, hacer, de la increíble y estúpida forma de vida insana que nos promueven, todas las distracciones de lo que realmente es importante, de las terribles trampas de la "realidad" impuesta en la que estamos sumergidos, en la desesperanza, en el egoísmo de querer poseer aquello que no podemos, de ser aquello que no somos. En la confusión y en la crisis existencial que atravesamos por que las cosas no salen como esperamos. Pero aún así no deje de sonreír. La música ayudó mucho.

La flauta clásica japonesa resultaba medicinal y en ese momento consideraba a Osamu Kitajima como un verdadero Maestro de la Paz y el Amor espiritual. Podía verlo en mi imaginación tocando en un concierto donde estaban congregadas todas las almas, desprovistas de forma humana, siendo inspiradas, aprendiendo sin palabras, sino a través de los sonidos de la melodía, de lo que realmente se trataba la vida, el amor, la fuerza.

Me sentía tan feliz, y deseé que todos los seres se liberaran de sufrimientos, que todas las personas tuvieran felicidad, que los pobres tuvieran alimento y los enfermos salud.

Deseaba con todo mi ser que los animales dejasen de sentir miedo, que algún día dejara de correr sangre debido a diferencias ideológicas y religiosas, que aún con sus diferencias pudiesen apreciar y obtener a escenci positiva de todas las enseñanzas. Deseaba que la gente se iluminara. Que las almas extraviadas encontraran alivio. Y sobre todo, que la imagen tan negativa e infundada que se tienen de las plantas sagradas fuese destruida. Que se dieran cuenta de que lo realmente malo se encuentra en el abuso de ellas y de todo en general.
Visiones chamánicas
En fin, todo era una delicia emocional, fuertemente influenciada por la música, que ya se encontraba tocando The garden of heavenly delight de Yatha Bhuta Jazz Combo.


Aquí comenzó la introspección propia, cambio de colores y visiones. Ya eran las 10 y algo de la noche. La canción me evocó deliciosas visiones chmánicas, que aparecieron entre colores de arcoíris, de hecho, fue ver con los ojos abiertos como se abría una "pantalla" entre esa otrora aurora boreal que era ahora un arcoíris palpitante. Visión remota, quizá. Fue divertidísimo esto, fue como ver una televisión con bajo brillo, como modorro, como queriendo aparecer (atribuí que esto se debía a la baja cantidad de la dosis, y lamenté sonriente no haber tenido más en ese momento).

Las visiones consistieron en danzas sagradas de Indios americanos que se iban transformando mágicamente en huicholes, mazatecas, tribus africanas, asiáticas, razas prehistóricas, y todas alrededor de círculos mágicos trazados en el suelo, con fuego, pétalos, hierbas, humos, hongos...

Pensé en la magia del ritual, en la innegable importancia del ritual. Me convencí que ejecutar un ritual es mucho más de ayuda que una medicina o un remedio en sí, sean para tratar casos de enfermedad, adicciones, disfunciones, cuestiones emocionales.
Y volvió a reforzarse la idea de que la música es necesaria en nuestra vida diaria. Y sobre todo, que ésta música debe ser bella, que nos llene de emociones positivas, pues las emociones y las sensaciones son interpretadas y transformadas en pensamientos que amplifican el poder de las emociones aún más, manifestándose, claro, en la salud de las personas. Otorgándonos vitalidad, longevidad, inteligencia, coherencia, felicidad.

Y vino entonces lo inevitable: Pensar en mí, en mi vida, lo que había estado haciendo de ella, el rumbo que quería para mí.
 

Fueron muchas cosas que encaré de manera consiente y positiva (todo lo contrario al viaje con LSD) y honesta.

Comprendí entonces que si tan sólo pudiera convencer a los demás de que es posible un cambio radical, que mediante cambios en nuestra alimentación, nuestras actividades físicas,  cultivando y cuidando de nuestros cuerpos y mentes, reconociendo nuestro poder espiritual, entonces podríamos vivir muchísimo más tiempo, sobrepasar los 100 años con plena salud y frescura, aumentando nuestros años fértiles. Sólo así, dejaríamos realmente de sentir presiones negativas que nos hacen tomar decisiones forzadas, apresuradas, y sobre todo, erróneas, trayendo así sufrimiento y decadencia de nuestros cuerpos y psiques.

Supe entonces que hacía bien, que estaba haciendo lo correcto al querer vivir más y mejor, ejercitando cuerpo y mente, expandiéndome. Evolucionando. Supe, sentí entonces que hay muchos más como yo, que son muy pocos pero que con el tiempo seríamos muchos más, hasta que en algún determinado momento, sería verdaderamente un cambio global. Sentí realmente ahora sí que estamos viviendo  en una nueva era y que el cambio en verdad está al alcance, ahora mucho más que nunca. Tenemos todo: la información, la conexión, los medios, la tecnología, la fuerza de la vida... sólo falta la voluntad, el compromiso de realmente cambiar. Pero como todo tiene un pero, uno no puede forzar a nadie a cambiar, el cambio debe de venir de uno mismo, por auténtico interés propio.

Seguía sonriendo. Me hundí bajo las sábanas a explorar la flora y la fauna submarina, llena de auras de medusas y alegres bichos microscópicos bioluminiscentes.

De vez en cuando venían oleadas de luces cálidas, a veces de soles, a veces frías, de auroras boreales.

つづく
Continuará...

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