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viernes, 25 de noviembre de 2016

"Gam zeh ya'avor"

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 Relato hebreo

En la tradición se relata que cuando el rey David se encontraba en los umbrales de la muerte, llamó a su hijo y sucesor, Salomón, para la despedida final. Salomón era joven, inexperto y estaba muy preocupado por la corona que pronto sería suya. Le rogó a su padre que le dejara algo que pudiera serle de ayuda en tiempos de crisis. Su padre le dio un joyero que contenía un anillo. "Cuando te encuentres en aprietos", dijo David, "abre este estuche y mira la inscripción del anillo. Pero cuando te encuentres en la cima del bienestar, vuelve a abrirla y entonces mira la cara interna del anillo. Que Dios sea contigo, hijo mío". Y murió.

Los años pasaron y Salomón se encontró asediado por problemas graves, de todo tipo y color. Incluso estuvo separado de su cargo de rey por un tiempo.

Salomón estaba abatido y apesadumbrado cuando recordó el consejo de su padre y abrió el joyero. En la cara del anillo leyó las palabras hebreas:  "גם זה יעבור" (Gam zeh ya'avor) que significan "Esto también pasará". Se sintió profundamente reconfortado por el mensaje y volvió a tomar el control de su destino con confianza y decisión. Se superaron los obstáculos. Se disipó la rebelión. Luego comenzó una época de auge y florecimiento sin igual, a raudales se incrementaban sus riquezas y hacía gala de su sabiduría. Tener tanto poder era otro logro supremo que enriquecía el orgullo de Salomón y aumentaba su sensación de ser invencible. Pero, no olvidó abrir el joyero, extraer el anillo, mirar la inscripción grabado en su interior y leyó: "Gam ze iaavor" , "Esto también pasara". También la riqueza, la fama, la gloria, la pompa, todo el lujo pasadía.

Y así fue como Salomón se convirtió realmente en el ser humano más sabio de todos los tiempos.
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domingo, 16 de octubre de 2016

Amistad: Unidad verdadera

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Cuento Judío

Una vez un padre estaba intercambiando ideas con su hijo sobre el tema de la amistad.

El padre dijo: 

—Sabes, hijo, es difícil hacer amigos.

El hijo le respondió: 

— ¿A qué te refieres papá? Yo tengo muchos amigos.

— ¿Cuántos amigos tienes? — preguntó el padre.

El hijo pensó un momento y dijo: 

— Los he contado. ¡Debo tener 200 amigos! (Y esto era antes de facebook).

— ¿200 amigos? ¿Un hombre joven como tú? — dijo el padre —. Es asombroso. No lo puedo creer.

— ¿Por qué papá? ¿Cuántos amigos tienes tú?

— ¿Yo? Durante toda mi vida he trabajado muy duro y sólo conseguí medio amigo.

— Pero papá, todos te quieren. Eres un hombre maravilloso. ¿De qué estás hablando... ¿sólo medio amigo? Y en todo caso, ¿qué es medio amigo?

— Mira hijo, tienes que saber si tus amigos son realmente tus amigos. Un amigo en los malos momentos es un verdadero amigo. ¿Por qué no haces la prueba y ves si tus amigos son realmente amigos?

El padre tuvo una idea. Siendo que esta historia tuvo lugar durante la ocupación romana de Israel, hace más de 2.000 años, debes saber que los romanos eran especialmente estrictos en lo que se refiere a la ley y el orden. Si agarraban a un asesino o a un ladrón, imponían un juicio rápido y duro sobre él. Y le hacían lo mismo a cualquiera que fuese cómplice del crimen. Era un asunto serio.

— Esto es lo que puedes hacer — sugirió el padre —. La sangre de una cabra se parece a la sangre humana. Toma una cabra, mátala y ponla en un saco. Luego, ve por la noche donde tus amigos y diles: “Tienen que ayudarme. Anoche fui a un bar y tomé demasiado. Había un hombre que comenzó a insultarme y nos pusimos a discutir. Me golpeó, y yo lo golpeé también, la pelea siguió en la calle, y lo golpeé demasiado fuerte y lo maté. Ahora tengo que deshacerme del cuerpo. Si no, estoy muerto”. Luego, pídele a tus amigos que te ayuden a deshacerte del cuerpo.

El hijo pensó que era una gran idea y lo intentó. Noche tras noche, tomó el saco con una cabra muerta en su interior y lo llevó donde sus amigos. Se demoró un par de semanas y unas cuantas cabras, pero visitó a los 200 amigos.

Como podrás adivinar, ninguno quiso ayudarlo. Todos entendieron que no era su culpa y que el otro hombre había comenzado la pelea, pero de ningún modo estuvieron dispuestos a hacerse partícipes del asunto.

Finalmente, el hijo volvió donde su padre y le dijo: 

— Papá, supongo que tenías razón. Mis amigos no son tan buenos amigos. ¿Qué hay sobre tu medio amigo? Quizás él me ayudaría.

El padre dijo: 

— Seguro, ponlo a prueba. Ve a su casa y dile que eres hijo de Jaim. Dile lo que pasó y ve si te ayuda o no.

Esa noche el hijo golpeó la puerta del amigo de su padre.

— ¿Quién es? —preguntó una voz asustada.

— Soy hijo de Jaim.

— Oh, ¡el hijo de Jaim! Entra. ¿Qué puedo hacer por ti?

El hijo le contó toda la historia sobre el bar y la pelea y el cuerpo.

— Bueno, la verdad es que no debería ayudarte, pero qué puedo hacer, eres hijo de Jaim.

Sacó el cuerpo al patio, cavó un hoyo y enterró el saco.

— Ahora vuelve a casa. Aléjate de los bares. Si alguien te insulta, mantén la calma. Pero sobre todo, olvida que alguna vez me conociste.

El hijo volvió donde su padre y le dijo:

— Papá, ¿por qué lo llamas medio amigo? ¡Es el único que me ayudó!

— ¿Qué te dijo?

— Dijo: “En realidad no debería ayudarte, pero eres hijo de Jaim, ¿qué puedo hacer?”.

— Eso es medio amigo —dijo el padre—. Alguien que hace una pausa y dice: “En realidad no debería hacer esto”, ese es medio amigo.

— Entonces, papá, ¿qué es un amigo de verdad?

Entonces su padre le contó la siguiente historia (citada en Shtei Yadot):

Dos jóvenes crecieron juntos y se volvieron muy buenos amigos. Vivieron en la época en la que el Imperio Romano estaba dividido en dos partes: una parte estaba controlada por un emperador en Roma y la otra mitad estaba dirigida por un emperador en Siria. Después de que ambos se casaron, uno se mudó a Roma y el otro a Siria. Comenzaron juntos un negocio de importación y exportación, y aunque vivían muy lejos, siguieron siendo muy buenos amigos.

Una vez, cuando el amigo de Roma estaba visitando Siria, alguien lo acusó de ser un espía de Roma y de estar planeando un complot en contra del emperador. Era un hombre inocente y sólo se trataba de un falso rumor. Entonces, lo llevaron frente al Emperador Sirio, quien subsecuentemente lo condenó a muerte.

Cuando lo llevaban para ser ejecutado, le preguntaron si tenía un último deseo. El hombre acusado suplicó:

— Por favor, soy un hombre inocente, pero no puedo probarlo. Entonces, si voy a morir, al menos déjenme volver primero a Roma, acomodar mis negocios y decirle adiós a mi familia. Ellos no saben de mis negocios, no saben quién me debe dinero ni dónde están mis bienes. Déjenme volver a Roma, poner mis asuntos en orden y luego volveré para que puedan ejecutarme.

El emperador se rió de él.

— ¿Acaso estás loco? ¿Crees que te dejaremos ir? ¿Qué garantía tendríamos de que volverás?

El judío dijo: 

— Espere. Tengo un amigo aquí en Siria que se quedará en mi lugar. Será mi garante. Si no vuelvo, lo puede matar a él en mi lugar.

El emperador estaba intrigado.

— Esto lo tengo que ver. Está bien, trae a tu amigo.

Entonces fue a buscar a su amigo de Siria. De acuerdo a lo esperado, el amigo accedió sin dudar a tomar el lugar del judío romano y a que lo mataran en su lugar si éste no volvía.

El emperador estaba tan sorprendido por este arreglo que accedió a dejar ir al judío romano.

— Te daré 60 días. Pon tus asuntos en orden. Si no estás de regreso para el atardecer del día 60, tu amigo estará muerto.

Y así el judío romano emprendió rumbo y se fue corriendo donde su familia para decir adiós y para poner sus asuntos en orden. Después de muchas lágrimas y adioses, partió con tiempo de sobra antes de que terminasen los 60 días.

Esos eran los tiempos de viajar en galeras, y a veces podían pasar varios días hasta que soplara el viento indicado. Como lo quiso la suerte, no hubo viento por varios días, el barco se retrasó, y para cuando el judío llegó a Siria estaba empezando el atardecer del día 60.

Como había sido acordado, los carceleros sacaron al amigo de Siria para la ejecución. En esos días, una ejecución era un evento de gala, y temprano por la mañana las multitudes comenzaron a reunirse. Finalmente, cuando estaban a punto de realizar la ejecución, llegó corriendo el amigo de Roma.

— ¡Esperen! ¡Deténganse! Estoy de vuelta. No lo maten. ¡Yo soy el prisionero real!

El verdugo dejó ir al amigo de Siria y estaba a punto de poner al judío de Roma en su lugar.

— Espera un minuto —discutió el garante indultado—. No lo puedes matar a él. Su plazo se cumplió. Yo soy el garante. ¡Tienes que matarme a mí en su lugar!

Los dos amigos fueron inflexibles por igual.

— ¡Mátame a mí en su lugar!

— ¡No, mátame a mí!

El verdugo no sabía qué hacer. La multitud estaba alborotada mirándolos pelear.

Finalmente, el emperador intervino. Sorprendido y asombrado, se volvió hacia los dos amigos y dijo:

— Los dejaré ir a ambos con una condición. ¡Háganme su tercer amigo!

Eso es amistad. Eso es unidad verdadera.
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domingo, 28 de agosto de 2016

El viento y la harina

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Cuento hebreo

Había una vez en el reino de Israel una mujer muy bondadosa. Su nombre era Rebeca.

Todas las mañanas amasaba y cocía cuatro hogazas de pan iguales. Tres se las daba a los mendigos que acudían diariamente a la puerta de su casa para pedir alimento y la otra era para su familia.

Un día después de repartir las tres hogazas a los mendigos de siempre apareció un cuarto mendigo que le dijo:

- Tengo hambre. ¿Podrías darme algo de comer?

El mendigo parecía tan hambriento que Rebeca le dio la hogaza que guardaba para su familia.

Cuando se dispuso a meter la mano en la tinaja para volver a amasar, no quedaba harina. Entonces, Rebeca metió un poco de trigo en su saco y se fue al molino que estaba a orillas del mar.

Cuando terminó de moler el cielo se lleno de oscuros nubarrones que amenazaban tormenta. De repente, el viento empezó a soplar muy fuerte y arrancó a Rebeca el saco de la mano. Ella corrió desesperadamente tras el saco… pero fue inútil porque el viento lo lanzó al mar. Rebeca disgustada gritó:

- ¿Qué he hecho yo para merecer esta injusticia? ¿Con qué voy a alimentar ahora a mi familia?

Justo entonces empezó a llover y en el rostro de Rebeca las gotas de agua se mezclaron con las lágrimas. Estaba sola en medio de la playa, así que se apretó el manto al cuello y regresó a casa con las manos vacías.

Cuando estaba casi llegando a su casa, dio media vuelta y se dirigió al palacio del rey. En aquellos tiempos reinaba Salomón que era famoso por la sabiduría con la que aplicaba justicia.

Al llegar ante Salomón dijo:

- ¡Vengo a denunciar al viento!

- ¿Al viento? -preguntó Salomón sorprendido - ¿Y qué maldad te ha hecho el viento para que estés tan enfadada con él?

Rebeca le contó todo lo ocurrido al rey. Cuando acabó de contar su historia, el rey iba a decir algo pero no pudo porque diez hombres entraron en la sala cada uno con un saco enorme.

- ¿A que venís? ¿Que traéis en esos sacos tan grandes? - preguntó Salomón.

- Estos sacos están llenos de monedas de oro - dijo uno de los hombres-,

y queremos dárselos a la persona que nos salvó la vida.

- ¿Y quien os ha salvado ya vida? - preguntó Salomón.

- Por desgracia no lo sabemos. Esperamos encontrarla, pero, si no damos con ella, donaremos todo el dinero a los pobres de este reino.

- Hay algo que no entiendo - admitió Salomón -.¿cómo puede ser que no sepáis quien os ha salvado la vida?

Entonces un segundo hombre tomo la palabra.

- Hace un rato, íbamos navegando por el mar. Ya se veía el puerto en el horizonte cuando, de repente, se abrió una gran brecha en nuestro barco. El agua entró con tanta fuerza a bordo que el barco comenzó a hundirse. Os aseguro, Majestad, que ha faltado poco para que naufragáramos .

- Sin embargo -continuó un tercer hombre -, algo llegó de pronto desde el aire y taponó la brecha por la que entraba el agua al barco. Se trata de este saco que traemos aquí.

- Al parecer el saco contenía algo de harina que al mojarse formó una argamasa que taponó la brecha -dijo un cuarto hombre -. La persona que lanzó este saco al mar nos ha salvado la vida, y es justo que se lo agradezcamos.

El rey Salomón observó el saco que portaban los hombres y vio que en él se leía un nombre bordado, ”REBECA”. Entonces Salomón le preguntó a Rebeca si reconocía el saco. Rebeca respondió que sí.

- Si este saco es tuyo también lo será el oro que traen estos hombres. Te lo mereces por tu bondad. Ya ves tu saco de harina ha salvado diez vidas. Dime ahora si es justo castigar al viento… Ahora ya has descubierto, Rebeca, que Dios siempre premia a la persona generosa, aunque a veces elija el camino más largo y asombroso para hacerlo.

Salomón bendijo a Rebeca, le entregó los sacos de oro y ella se volvió a casa admirada por la valiosa lección que acababa de aprender.
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sábado, 18 de junio de 2016

בראשית

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Del primer tomo del Sefer-Ha Zohar

Está escrito "En el principio Rab Hammenunna el viejo, dice: al comienzo del Génesis hallamos una inversión de las letras iniciales.

Así las dos primeras palabras del Génesis tienen como iniciales la letra beth: bereschit (= en el principio), bara (= creó), y las dos palabras siguientes tiene como inicial la letra aleph: Elohim (= Dios), Eth (= Él). He aquí la razón de ésta inversión. Ya dos mil años antes de la Creación del mundo, las letras estaban ocultas y el Santo, bendito sea él, las contemplaba delectándose con ellas. Pero cuando  quiso crear el mundo, todas las letras, pero en orden invertido, acudieron ante él. La primera fue la letra thav.

- Señor de los Mundos - dijo -complácete en servirte de mí para realizar la creación del mundo, puesto que soy la letra final de la palabra Emeth (= Verdad), grabada en tu sello; y puesto que tú mismo eres llamado Emeth, conviene que el Rey comience por la letra final de la palabra Emeth y se sirva de ella para crear el mundo.

El Santo, bendito sea, respondió:

- Tú eres, en verdad digna; pero no es conveniente que yo me sirva de ti para realizar la creación del mundo, porque tú estás destinada a ser grabada en la frente de los hombres fieles que han observado la ley desde el aleph hasta el thav, y también a estar ligada a la muerte, puesto que tú formas la letra final de la palabra maveth (= muerte). Por estas razones no me interesa servirme de ti para realizar la creación del mundo.

La letra thav se alejó inmediatamente. Y entró entonces la letra schin, y tras formular la misma solicitud la apoyó con el hecho de ser la inicial del nombre del divino Schadai:

- Conviene que te sirvas de la inicial del nombre divino Schadai para realizar la creación del mundo.

Dios le respondió:

- En efecto, tú eres digna, eres buena y verdadera. Pero los falsarios se servirán de ti para afirmar sus mentiras, asociándote a las dos letras qoph y resch para formar así la  palabra scheqer (= mentira). De estas palabras se sigue que los mentirosos, para hacer aceptar sus mentiras, se ven obligados a mezclar también un principio de verdad. Por eso la palabra scheqer (= mentira) es el anagrama de la palabra qescher (= nudo, haz), porque para aceptar las mentiras del mentiroso está obligado a empezar diciendo una verdad (sch), a la que enseguida añade la mentira (q y r), de manera que vayan juntas. Así, aunque tú seas verdadera, letra schin, ya que los tres patriarcas se reunirán en ti, no conviene que me sirva de ti para realizar la creación del mundo, porque tú serás frecuentemente asociada a las dos letras q y r que están del lado malo, del lado del demonio.

Cuando la letra schin oyó estas palabras, se alejó. Y viéndolo, las letras q y r no se atrevieron a presentarse y se alejaron también. Entró luego la letra caadi y formuló la misma petición, apoyándola en el hecho de que la palabra justo (caddiq) aplicada a los hombres y a Dios comienza por la letra caadi, como está escrito: "Porque el Señor es justo (caddiq) y ama la justicia (cedaqoth)." Dios le respondió:

En efecto, tú eres justa, letra caadi; pero no me conviene servirme de ti para realizar la creación del mundo, ya que conviene que tú permanezcas oculta para que no haya lugar a
malentenidos. Porque tu forma primitiva es un noun oblicuo, proncipio hembra, sobre el que ha venido a añadirse un yod, principio masculino. Y tal es el misterio de la creación del primer hombre, que fue creado a doble faz, espalda contra espalda, y es por ello que el Yod es presentad de espaldas y no de frente, tanto si mira para arriba como para abajo. Tú también caddi, serás un día dividida en dos, pero irás a otra parte.

La letra caddi salió y se alejó. Entró luego la letra pe y formuló la misma petición, haciendo valer el hecho de que la palabra pedouth (= Liberación que un día consumará Dios en el mundo) comienza por una p. Dios le respondió:

- Tú eres digna, en efecto,; pero también la palabra pescha (= pecado) comienza por una p. Además, tienes la cabeza baja, símbolo del pecador que, avergonzado, baja la cabeza y extiende los brazos.

A la letra ayin, Dios le respondió que con ella comienza la palabra avon (crimen); y aunque ella replicó que también comenzaba con ella la palabra anava (modestia), el Santo, bendito sea, le respondió:

- No me serviré de ti para realizar la creación del mundo.

Cuando ayin salió, entró la letra samekh y formuló la misma petición que las anteriores apoyándose en el hecho de que el versículo donde se dice: "El Señor sostiene a todos los que vacilan", comienza con una palabra cuya inicial es la letra samekh (=sostén). Dios le respondió:

- Precisamente por tu oficio es por lo que debes permanecer en tu lugar; porque si yo te quitara de tu lugar para servirme de ti para realizar la creación del mundo, ¿qué sería de aquellos que están a punto de caer, ya que se apoyan en ti?

La letra salió inmediatamente. A la letra noun, que hizo valer el hecho de que las palabras nora (= temor) y nava (= hermoso) comienzan por ésta letra, Dios le respondió:

- Vuelve a tu lugar porque por tu causa samekh volvió al suyo y apóyate en ella (ya que el noun es la inicial de nopheleim "los que vacilan" del versículo citado).

Enseguida salió volviendo a su lugar. La letra Mem hizo valer que es la inicial de la palabra Melekh (= Rey).

- Es verdad, le respondió Dios -, pero no me serviré de ti para la creación del mundo, puesto que el mundo necesita un Rey; permanece pues en tu sitio con las demás letras que forman esta palabra, es decir, la letra Lamed y Kaph, ya que no es conveniente para el mundo que se quede sin rey.

En este momento, la letra caph, vivamente impresionada, descendió del trono glorioso y exclamó:

- Señor del Universo, dígnate servirte de mí para realizar la creación del mundo, puesto que soy la inicial que exprea tu gloria (cabod = Gloria).

Cuando la letra caph bajó del trono, doscientos mil mundos se conmovieron y con ellos el mismo trono: la sacudida fue tan violenta que amenazó con el derrumbe a todos los mundos. El Santo, bendito sea, dijo entonces a ésta letra:

- Oh, caph, caph, ¿por qué sigues aquí? Vuelve a tu sitio, porque no me serviré de ti para realizar la creación del mundo, porque también eres la  inicial de la palabra que expresa el exterminio (cala = exterminio). Así que vuelve a tu sitio y quédate allí.

Entonces la letra salió y volvió a su sitio. Entró entonces la letra yod y formuló la misma petición haciendo valer el hecho de ser la inicial del nombre sagrado. Dios le respondió:

- Ya es bastante para ti el estar grabada y marcada en mí mismo y ser el punto de arranque de toda mi voluntad; y no conviene que te separes de mi nombre.

La letra teth entró a su vez e hizo la misma demanda que las letras anteriores, haciendo valer el hecho de ser la inicial de la palabra tob (= bueno), que es  uno de los atributos de Dios, llamado: el bueno, el justo. Dios le respondió:

- No me serviré de ti para la creación del mundo. Sobre todo porque el bien que tú representas está encerrado y oculto en mí, como está escrito: "¿Cuán grande es la abundancia de tu bondad, que tú ocultas para aquellos que te temen", luego el bien está reservado para el mundo futuro; así que tú no tienes nada que ver con el mundo que yo quiero crear ahora. Pero además es porque es precisamente a causa del bien que tu guardas en ti que las puertas del temmplo serán derribadas en tierra." Y finalmente porque tienes junto a ti a la letra heth, con la cual constituyes la palabra que designa el pecado: pescha. Y por esa razón tampoco estas dos letras figurarán en ninguno de los nombres de las doce tribus santas.

La letra teth salió entonces sin más. Entró luego la letra zayin que formuló la misma petición que las letras precedentes, haciendo valer el hecho de que es la  inicial de la palabra con que comienza el versículo que se refiere al mandamiento del reposo sabático, como escrito está: "Acuérdate de santificar el sábado". Dios le respondió:

- No me serviré de ti para realizar la creación del mundo porque eres la imagen de la guerra ya que tienes la forma de un sable afilado y de un puñal de guerra, parecido al de la letra final noun.

La letra salió entonces enseguida. Y entró la letra vav y formuló su petición, igual que las letras anteriores, haciendo valer el hecho de formar parte del nombre sagrado. Dios le respondió:

- Bastante tienes tú y tu vecina la letra he con figurar en mi nombre y constituir el misterio encerrado en mi nombre y estar grabadas y marcadas en mi nombre. Por ello no me serviré de vosotras  para realizar la creación del mundo.

Las letras daleth y ghimmel entraron y formularon la petición a su vez, como las letras anteriores. Dios les respondió:

- Ya tenéis bastante vosotras dos también con permanecer siempre una junto a la otra; porque siempre habrá pobres en el mundo, a los que hay que socorrer; porque daleth (= pobreza) designa al pobre, y ghimmel (=socorrer) designa al bienhechor que asiste al primero. Así pues quedaos una junto a la otra para que una alimente a la otra.

La letra beth entró enseguida diciendo:

- Señor del Universo, dígnate servirte de mí para realizar la creación del mundo, puesto que soy la inicial de la palabra de la que nos servimos para bendecirte (barukh = bendito sea)
arriba y abajo.

El Santo, bendito sea, le respondió:

- De ti me serviré, en efecto, para realizar la creación del mundo, y así tú serás la base de la obra de la creación.

La letra aleph se quedó en su sitio sin presentarse. El Santo, bendito sea, le dijo:

- Aleph, Aleph, ¿por qué no has venido también tú, como todas las demás?

Aleph respondió:

- Señor del Universo, después de ver cómo todas las demás letras se presentaban a ti nutilmente, ¿para qué iba a presentarme también ante ti? Por lo demás como ya he visto que habías resevado don tan precioso para la letra beth, he comprendido que el Rey de los cielos no le es propicio quitarle el don que ha hecho a uno de sus servidores para dárselo a otro.

El Santo, bendito sea, le respondió:

- Oh, Aleph, Aleph, aunque yo me sirva de la letra beth para realizar la creación del mundo, tú serás compensada, porque tú serás la primera de todas las letras, y yo no tendré unidad sino en ti; tú serás la base de todos los cálculos y de todos los actos realizados en el mundo, y en ninguna parte podrá hallarse la unidad como no sea en la letra Aleph.

De todo cuanto acontece se sigue que el Santo, bendito sea, creó las formas de las grandes letras celestes a las que corresponden las letras pequeñas de aquí abajo. Y por
eso las primeras dos palabras de la Escritura tienen como iniciales dos beth y las dos siguientes dos aleph: para indicar las letras celestes y las del mundo.
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sábado, 20 de diciembre de 2014

Moisés y las Tres “Injusticias”

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 Cuento hebreo

El Midrash cuenta que un día Moisés estaba en el desierto, descansando detrás de unos arbustos, cerca de un oasis. De repente vio llegar un viajero que se asomó a la fuente para tomar agua y al agacharse se le cayó su bolso de dinero. No se dio cuenta y siguió su camino.

Al rato llega otra persona a tomar agua. Encuentra el dinero, se lo lleva y se va.

Llega una tercera persona a tomar agua y se acuesta a descansar en la sombra de los árboles.

Mientras tanto el primero se da cuenta que había perdido su dinero y vuelve al oasis a buscarlo. No lo encuentra y acusa al hombre que estaba descansando. El hombre negó haberlo encontrado. El primero no le cree, se enoja y lo mata.

Moisés levanta sus ojos al cielo y dice: ¡Amo del universo! ¿Dónde está la justicia?

D-os le responde: Te voy a explicar el tema esta única vez.

El dinero que el primero perdió no era suyo. Lo había heredado de su padre quien, a su vez, lo había robado.

El segundo fue a quien el padre del primero le había robado. Hoy le devolví lo suyo.

¿Y el tercero?

El tercero fue el asesino del padre del primero. El hijo hizo la justicia, sin saberlo.

Vemos de esta historia que realmente no podemos juzgar la justicia únicamente en base a  lo que nuestros ojos ven. Está en nosotros aceptar o no la justicia suprema e infalible del Creador del Universo, aún sin entenderla.

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jueves, 11 de diciembre de 2014

Todo lo que hace el Misericordioso es para bien

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Relato talmúdico

El Talmud relata cómo cierta vez el Rabí Akiva estando de viaje llegó a cierto pueblo donde los habitantes, poco hospitalarios, se negaron a albergarlo. Aun así, el Rabí Akiva dijo, kol deavid Rajmana, le-tov avid - "Todo lo que hace el Misericordioso es para bien", y de este modo fue a pasar la noche en el campo. 

Llevaba una lámpara, un gallo para despertarlo y un burro. Un viento apagó su lámpara, un gato comió su gallo y un león mató el burro. El Rabí Akiva quedó solo en la oscuridad, pero aún así dijo:  "Todo lo que hace el Misericordioso es para bien".

En medio de la noche un grupo de bandidos atacó el pueblo y se llevó cautivos a sus habitantes.

Entonces el Rabí Akiva dijo: "Ahora veo cómo todo lo que hace el Santo, bendito sea, es para bien. Si mi lámpara hubiera estado encendida ellos me habrían visto. Si el gallo hubiera cantado y el burro rebuznado, ellos habrían sabido que estaba aquí y me habrían llevado también"
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