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Este es Rupert, también conocido como Primavera y Kimchi.Y aunque en teoría se trata de un pájaro-primavera (unas de las aves con los cantos más bonitos) la verdad es que tenía alma de águila, el condenado.
Fue lo mejor que sucedió en Acayucan en los últimos dos meses.
Fue mi padre quien lo trajo a la casa, ya que él pasaba por el parque, un día en que uno de esos políticos que no saben hacer otra cosa que destruir el mundo, fue a esa pequeña ciudad a rebuznar sus promesas pre-electorales de campaña. Las bocinas que estaban colocadas por todo el parque y la multitud de acarreados, vagos, ingenuos e incautos, asustaron a los pájaros que se encontraban entre los ramajes de los árboles, fue ahí que posiblemente, aturdido, confundido y asustado, cayó Rupert de su nido, de uno de esos árboles y fue mi padre quien lo socorrió, trayéndolo a la casa donde estábamos.
Era apenas un pequeño pájarito, silencioso, pero podía verse en sus ojos ese espíritu de esas aves que se auto-incineran cada 1000 años, sólo para resurgir rejuvenecidas de sus cenizas.
Desde los primeros días se le dio libertad, casi total, de que estuviese en interiores. Luego, a los 3 días, ya podía estar afuera. Me lo llevaba al patio a buscar lombrices de tierra, y fue así como aprendió a cazar.
Con el correr de los días, ese pajarito de apenas unos 50 gr. de peso, mantuvo una dieta que consistía aproximadamente 50 lombrices diarias, y de buen tamaño, así como media banana y un cuarto de patata. Claro, también amaba el chocolate y sobre todo los chocolates rellenos de malvavisco y jalea de fresa, jaha. Comía a intervalos de una o dos horas y ahí estaba friegue y friegue de que quería más.
También tomaba mucha agua. En pocas palabras, tragaba como 3 veces su peso (y como zurraba el condenado...)
Llegué a la conclusión de que las aves no tienen un sistema digestivo complejo, es más, es inexistente, es sólo una especie de tubo digestivo que va del pico al recto, ya que casi inmediatamente de ingerir bocado ahí andaba zurrando por todos lados a diestra y siniestra.
Ya por las noches, se dormía en la recámara con nosotros, encima del cortinero.
Por las mañanas, era más efectivo y funcional que cualquier despertador. Comenzaba a chiflar silbar (o pitar, más bien) a las 7 de la mañana, reclamando salir para ir a comer. Y si uno quería seguir intimando con la almohada y postergar la vigilia un poco más, el pequeño plumífero volaba directo a mi rostro, cual niño inquieto.
Pasaron 4 semanas y aprendió a volar por completo, aunque todas sus maniobras seguían siendo a escasa elevación.
Cada vez se alejaba más y más y regresaba a las dos-tres horas, aunque más que para exigir comida era más bien para brindar su compañía y sí, también para que le diera de comer.
Luego, en una de esas en que se iba de vago, ya conociendo el mundo de los pájaros, su verdadero mundo, volvió un día con dos amigos, otros pájaros-primavera, quienes mantenían la distancia, mirando extrañados como era posible que pudiera mantener un contacto tan cercano con un "humano". No obstan te Rupert con toda confianza se me acercaba.
Una mañana fue muy gracioso, porque ya entrado en sus "años difíciles", es decir, su acelerada adolescencia (esto fue, al mes y medio de haber llegado a casa) me dirigí al patio trasero para hacerle el llamado especial para que viniera a comer, y ahí estuve chiflando y trinando, buscando con la mirada entre los frondosos árboles y las altas palmeras, hasta que apareció con su "pandilla". Al parecer lo habían vuelto líder al canijo. Una vez ahí, le mostré unas rebanadas de plátano y unos suculentos chocolates, pero él sólo volaba alrededor sin descender para recibir sus sagrados alimentos. Finalmente, tras mi insistencia, se dignó a bajar, pero manteniendo su distancia, como diciendo "No, por favor, ahora no. No delante de mis amigos, me estás humillando" jehe...Pero finalmente accedió a acercarse completamente para comer, un poco indignado, mientras que - probablemente - sus camaradas contemplaban susurrando y con risitas en la distancia, luego silbaron como diciendo "Ay, ay, me dan comida directo en el piquito. Ay, ay, el nene de papá" jaha. Después de estas últimas burlas plumíferas, Rupert-primavera-Kimchi se alejó gritándome algo como "Déjame, yo puedo comer sólo" y se regresó con sus amigos a andar de vago o a buscar pajaritas con quienes flirtear.
Pero cuando no estaban sus amigos presentes, se mostraba con toda naturalidad y afectividad de siempre.
En fin, pasaron dos meses y sus apariciones eran cada vez más esporádicas, era toda un águila, o un águila-fénix. Un águila- fénix enano.
La última vez que nos vimos fue un sábado a las 6:30 de la tarde. Me encontraba en la hamaca y el sólo llegó volando desde un árbol cercano y se acomodó sobre mi pecho. No quería comer ni nada, sólo pasar un último momento bien, agradable. Fue así que - quizás - me avisó - que ya estaba listo para partir y hacer su vida por su cuenta, y que me agradecía por todo. Le puse mi mano para que se acomodara, y así lo hizo. Luego, me levanté de la hamaca
y me dirigí hacia el patio. Y lo dejé volar.
Ya después de eso, jamás lo volví a ver o escuchar, pero supongo que está bien y es hoy en día es todo un sabio entre la comunidad de los pájaros.
Él aprendió del idioma de los humanos (al menos el español) y yo aprendí el de los pájaros-primavera.
Rupert Primavera Kimchi fue lo mejor que me pasó en estos últimos meses que estuve en el estado de Veracruz.
Después de que él partió, volví a la realidad, y volví a darme cuenta que ese estado está en total putrefacción y es ya insalvable. Necesita un exterminio total.
Ahora me encuentro en Tampico ya tramitando todo para estar bien y feliz en Noruega por una muy larga temporada y olvidarme de todas esas mierdas tóxicas que suceden aquí.
Pero claro, llevaré en la memoria un recuerdo muy bonito, el de haber convivido en total armonía con un pájaro-primavera.
Digo, ya lo había hecho antes, pero con reptiles, mamíferos, roedores e insectos, pero ciertamente esta fue la primera vez que tuve un contacto tan cercano
con un plumífero.
Como sea, ya escribí mucho y esto podría convertirse en una serie de renglones de divagación pura.
Me despido por ahora y saludos.
Respeten a las aves. Y puto el que tenga aves en jaulas. Merece la amputación de brazos y piernas. Y punto.
Hasta otra.
Sean felices.
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Fue lo mejor que sucedió en Acayucan en los últimos dos meses.
Fue mi padre quien lo trajo a la casa, ya que él pasaba por el parque, un día en que uno de esos políticos que no saben hacer otra cosa que destruir el mundo, fue a esa pequeña ciudad a rebuznar sus promesas pre-electorales de campaña. Las bocinas que estaban colocadas por todo el parque y la multitud de acarreados, vagos, ingenuos e incautos, asustaron a los pájaros que se encontraban entre los ramajes de los árboles, fue ahí que posiblemente, aturdido, confundido y asustado, cayó Rupert de su nido, de uno de esos árboles y fue mi padre quien lo socorrió, trayéndolo a la casa donde estábamos.
Era apenas un pequeño pájarito, silencioso, pero podía verse en sus ojos ese espíritu de esas aves que se auto-incineran cada 1000 años, sólo para resurgir rejuvenecidas de sus cenizas.
Desde los primeros días se le dio libertad, casi total, de que estuviese en interiores. Luego, a los 3 días, ya podía estar afuera. Me lo llevaba al patio a buscar lombrices de tierra, y fue así como aprendió a cazar.
Con el correr de los días, ese pajarito de apenas unos 50 gr. de peso, mantuvo una dieta que consistía aproximadamente 50 lombrices diarias, y de buen tamaño, así como media banana y un cuarto de patata. Claro, también amaba el chocolate y sobre todo los chocolates rellenos de malvavisco y jalea de fresa, jaha. Comía a intervalos de una o dos horas y ahí estaba friegue y friegue de que quería más.
También tomaba mucha agua. En pocas palabras, tragaba como 3 veces su peso (y como zurraba el condenado...)
Llegué a la conclusión de que las aves no tienen un sistema digestivo complejo, es más, es inexistente, es sólo una especie de tubo digestivo que va del pico al recto, ya que casi inmediatamente de ingerir bocado ahí andaba zurrando por todos lados a diestra y siniestra.
Ya por las noches, se dormía en la recámara con nosotros, encima del cortinero.
Por las mañanas, era más efectivo y funcional que cualquier despertador. Comenzaba a chiflar silbar (o pitar, más bien) a las 7 de la mañana, reclamando salir para ir a comer. Y si uno quería seguir intimando con la almohada y postergar la vigilia un poco más, el pequeño plumífero volaba directo a mi rostro, cual niño inquieto.
Pasaron 4 semanas y aprendió a volar por completo, aunque todas sus maniobras seguían siendo a escasa elevación.
Cada vez se alejaba más y más y regresaba a las dos-tres horas, aunque más que para exigir comida era más bien para brindar su compañía y sí, también para que le diera de comer.
Luego, en una de esas en que se iba de vago, ya conociendo el mundo de los pájaros, su verdadero mundo, volvió un día con dos amigos, otros pájaros-primavera, quienes mantenían la distancia, mirando extrañados como era posible que pudiera mantener un contacto tan cercano con un "humano". No obstan te Rupert con toda confianza se me acercaba.
Una mañana fue muy gracioso, porque ya entrado en sus "años difíciles", es decir, su acelerada adolescencia (esto fue, al mes y medio de haber llegado a casa) me dirigí al patio trasero para hacerle el llamado especial para que viniera a comer, y ahí estuve chiflando y trinando, buscando con la mirada entre los frondosos árboles y las altas palmeras, hasta que apareció con su "pandilla". Al parecer lo habían vuelto líder al canijo. Una vez ahí, le mostré unas rebanadas de plátano y unos suculentos chocolates, pero él sólo volaba alrededor sin descender para recibir sus sagrados alimentos. Finalmente, tras mi insistencia, se dignó a bajar, pero manteniendo su distancia, como diciendo "No, por favor, ahora no. No delante de mis amigos, me estás humillando" jehe...Pero finalmente accedió a acercarse completamente para comer, un poco indignado, mientras que - probablemente - sus camaradas contemplaban susurrando y con risitas en la distancia, luego silbaron como diciendo "Ay, ay, me dan comida directo en el piquito. Ay, ay, el nene de papá" jaha. Después de estas últimas burlas plumíferas, Rupert-primavera-Kimchi se alejó gritándome algo como "Déjame, yo puedo comer sólo" y se regresó con sus amigos a andar de vago o a buscar pajaritas con quienes flirtear.
Pero cuando no estaban sus amigos presentes, se mostraba con toda naturalidad y afectividad de siempre.
En fin, pasaron dos meses y sus apariciones eran cada vez más esporádicas, era toda un águila, o un águila-fénix. Un águila- fénix enano.
La última vez que nos vimos fue un sábado a las 6:30 de la tarde. Me encontraba en la hamaca y el sólo llegó volando desde un árbol cercano y se acomodó sobre mi pecho. No quería comer ni nada, sólo pasar un último momento bien, agradable. Fue así que - quizás - me avisó - que ya estaba listo para partir y hacer su vida por su cuenta, y que me agradecía por todo. Le puse mi mano para que se acomodara, y así lo hizo. Luego, me levanté de la hamaca
y me dirigí hacia el patio. Y lo dejé volar.
Ya después de eso, jamás lo volví a ver o escuchar, pero supongo que está bien y es hoy en día es todo un sabio entre la comunidad de los pájaros.
Él aprendió del idioma de los humanos (al menos el español) y yo aprendí el de los pájaros-primavera.
Rupert Primavera Kimchi fue lo mejor que me pasó en estos últimos meses que estuve en el estado de Veracruz.
Después de que él partió, volví a la realidad, y volví a darme cuenta que ese estado está en total putrefacción y es ya insalvable. Necesita un exterminio total.
Ahora me encuentro en Tampico ya tramitando todo para estar bien y feliz en Noruega por una muy larga temporada y olvidarme de todas esas mierdas tóxicas que suceden aquí.
Pero claro, llevaré en la memoria un recuerdo muy bonito, el de haber convivido en total armonía con un pájaro-primavera.
Digo, ya lo había hecho antes, pero con reptiles, mamíferos, roedores e insectos, pero ciertamente esta fue la primera vez que tuve un contacto tan cercano
con un plumífero.
Como sea, ya escribí mucho y esto podría convertirse en una serie de renglones de divagación pura.
Me despido por ahora y saludos.
Respeten a las aves. Y puto el que tenga aves en jaulas. Merece la amputación de brazos y piernas. Y punto.
Hasta otra.
Sean felices.
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2 comentarios:
¡Qué genial la entrada en la adolescencia del pajarito primavera! Qué amigotes. Y qué precioso lo que cuentas.
Un abrazo grandote y que termines a gusto tus papeleos.
Hasta prontito!
Gracias Dinorah.
Sí...era y sigue siendo un buen pájaro y es libre por completo.
Me imagino algo así como la precuela del planeta de los simios. Sólo espero que algún día vuelva ya con su banda de plumíferos evolucionados y subyuguen a la raza humana para que aprendan a respetar a la naturaleza, aunque sea por las malas. Jehe.
Un abrazo muy fuerte también y gracias por lo otro, que ya también falta poquito, cada vez más poquito.
Muchos saludos también para tu familia y en especial para tu hija =D.
Hasta prontos Dinorah.
Gracias.
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