Pues me encontré con esta noticia, que si bien a muchos podría parecerle morbosa, asquerosa y espeluznante, y aunque muchos le hacen burla de manera muy insensible, o dudan del equilibro mental del hombre de la noticia, creo que tiene un lado bonito, después de todo.
A continuación, la nota:
A continuación, la nota:
Un hombre vietnamita lleva casi nueve años durmiendo con los restos de su esposa muerta, guardados dentro de una muñeca de tamaño real, sin que las autoridades puedan impedírselo, publicaron hoy los medios locales.

En el 2004, desenterró sus restos y los colocó en un figura de yeso en tamaño real, vestida con las ropas de su esposa.

Las autoridades le instaron a que enterrara los restos de su esposa en 2009, cuando su caso se publicó por primera vez en la prensa, pero no existe ninguna ley que le obligue a hacerlo.
Fuentes: VietnamNet
y lively-destiny.blogspot.com

Es un hecho que la gente tiende a ser muy salvaje, desconsiderada y cínica con sus seres queridos que fallecen. No les basta con el traumático proceso de enterrarlos y presenciar con horror la sepultura, o en algunos casos, por (razonables) motivos económicos y ecológicos, las creman. Después de ahí viene el duelo, y si se tiene el recurso económico, visitas con terapeutas y algunos psicólogos que recomendarán pastillitas para dejar de sentir y dejar de tomarle importancia al asunto. Pasará el tiempo con eventuales visitas a la tumba y muy de vez en cuando en sueños, los cuales si bien serán memorables, la misma tendencia al olvido los hará olvidarse de estos contactos en sueños, y en algunos casos, para no tener que soportar el dolor de esa ausencia, vendrán a reemplazar a su ser querido con otra persona, o animal, o cosa.
Pero lo que hizo este hombre, Le van, aunque se le satanice, más que reflejar un deteriorado estado de salud mental, como podrían expresar muchos, lo veo como un verdadero caso de amor, de fidelidad y ternura.
Un caso de verdaderos lazos de amor y fidelidad que ni la muerte misma pudo ni podrá separar.
Imagino a este gran hombre, Le Van, viviendo junto a su esposa mientras vivía, siendo un hombre tierno, risueño, servicial, comprensible, expresándole palabras de cariño, respeto y gratitud a su esposa en todo momento. Y ahora tras todos estos años, sigue igual, durmiendo y despertándose junto a los restos de su esposa dando las buenas noches y los buenos días seguidos de un beso en la frente y un profundo abrazo, conversando con ella, y en algunos momentos a solas, de silencio, de remembranzas, de reflexiones, de diálogos internos.
Imagino a este gran hombre, Le Van, viviendo junto a su esposa mientras vivía, siendo un hombre tierno, risueño, servicial, comprensible, expresándole palabras de cariño, respeto y gratitud a su esposa en todo momento. Y ahora tras todos estos años, sigue igual, durmiendo y despertándose junto a los restos de su esposa dando las buenas noches y los buenos días seguidos de un beso en la frente y un profundo abrazo, conversando con ella, y en algunos momentos a solas, de silencio, de remembranzas, de reflexiones, de diálogos internos.

Imagino a Le Van, más estable que muchos empastillados/as, consciente en todo momento de la transitoriedad, de la fragilidad de la vida. Sabe que su esposa se encuentra presente en alma y cuerpo y que algún día volverán a estar completamente juntos, en algún otro plano de la existencia.
Y eso - quiero creer - lo ha ayudado a sobrellevar el día a día con ánimos y fuerzas, a ser feliz.
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Saludos y buen fin de semana =)
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