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(Poema de Rabindranath Tagore)
Niño, qué feliz eres sentado en el polvo, divirtiéndote toda la mañana con una ramita rota.
Sonrío al verte jugar con esa ramita rota.
Estoy ocupado haciendo cuentas y paso horas sumando cifras.
Tal vez me miras con el rabillo del ojo y piensas: «¡Qué forma de arruinar la mañana con un juego tan estúpido como ese!»
Niño, he olvidado el arte de estar embebido entre palitos y tortas de barro.
Persigo entretenimientos costosos y amontono oro y plata.
Tú juegas alegre con todo cuanto encuentras, yo dedico mis fuerzas y mi tiempo a la conquista de cosas que nunca podré obtener.
En mi frágil canoa pretendo cruzar el mar de la ambición, y llego a olvidar que también estoy jugando un juego.
Sonrío al verte jugar con esa ramita rota.
Estoy ocupado haciendo cuentas y paso horas sumando cifras.
Tal vez me miras con el rabillo del ojo y piensas: «¡Qué forma de arruinar la mañana con un juego tan estúpido como ese!»
Niño, he olvidado el arte de estar embebido entre palitos y tortas de barro.
Persigo entretenimientos costosos y amontono oro y plata.
Tú juegas alegre con todo cuanto encuentras, yo dedico mis fuerzas y mi tiempo a la conquista de cosas que nunca podré obtener.
En mi frágil canoa pretendo cruzar el mar de la ambición, y llego a olvidar que también estoy jugando un juego.
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