lunes, 10 de septiembre de 2012

La hoja de jade

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De Cuentos Himalayosrecopilados por Ramiro Calle


El primer ministro y el rey departían a menudo, pues ambos se llevaban bien y compartían sus inquietudes. Al primer ministro le encantaba la naturaleza y cuando se lo confesó al monarca, éste le dijo:

- Por cierto, ¿podrá algún artista imitar la naturaleza?

- La naturaleza es inimitable, señor - contestó respetuosamente el primer ministro.

Pero el monarca no estaba tan convencido de ello y convocó un concurso para premiar al artista que mejor imitase algún elemento de la naturaleza. El monarca le dijo al primer ministro:

- Si alguien imita perfectamente algún elemento de la naturaleza, te dejaré un mes sin paga; si nadie puede conseguirlo, un mes te la duplicaré.

- Me parece justo, majestad - dijo el primer ministro.

Escultures de distintas partes del reino presentaron primorosas esculturas de rocas, árboles, flores y arbustos, pero ninguna era capaz de imitar perfectamente los elementos de la naturaleza.
Cuando el premio iba a declararse desierto, llegó un escultor y mostró una hoja perfectamente tallada en jade. Era como una hoja de verdad y resultaba imposible distinguir la hoja natural de la hoja de jade. Había tardado una década en conseguir una obra tan perfecta. El monarca le concedió el premio y aquella noche le dijo a su primer ministro:

- Me temo, señor ministro, que te voy a dejar un mes sin tu paga.

El ministro repuso:

- Señor, estaría de acuerdo con su majestad si un árbol tardara diez años en hacer una hoja. Claro que en ese caso, ¡Apañados estaríamos!
El rey duplicó ese mes la paga de su primer ministro.

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* Cada uno debe hacer su propio trabajo y cumplir su propio destino, en lugar de dedicarse a la imitación, por perfecta que ésta sea.
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