martes, 2 de octubre de 2012

La virtud de la compasión

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De Mitos y Leyendas hindúes y budistas 
 de Sister Nivedita y Ananda K. Coomaraswamy


Vivía un cazador en la ciudad de Benarés. Él partió en busca de antílopes, cogiendo un carcaj lleno de flechas envenenadas. Encontró una manada muy adentro del bosque y disparó una flecha hacia ellos; pero no acertó el blanco y la flecha envenenada entró en un gran árbol del bosque.

Herido por el mortífero veneno, el gran árbol se marchitó y dejó caer sus hojas y frutos. Pero cierto santo papagayo había vivido toda su vida en un hueco en ese árbol, protegido por el señor del bosque, y aunque el árbol ahora estaba seco, él no abandonaría su nido, tal era el amor que le tenía. Silencioso y apenado, inmóvil y sin comida, el agradecido y virtuoso papagayo se secó con el árbol.
El trono de Indra se calentó; mirando abajo hacia la Tierra, se maravilló ante la devoción y
extraordinaria resolución del noble pájaro, fiel igualmente en la felicidad y en el dolor.

- ¿Cómo - reflexionó -, puede este pájaro poseer esos sentimientos, que no son encontrados en criaturas inferiores? Tal vez no es tan extraño, dado que toda criatura es amable y generosa hacia otras

Entonces, para probar más el asunto, Indra asumió la forma de un cuerpo de un santo brahmán y se aproximó al árbol.

 -Buen pájaro - dijo -,  ¿por qué no abandonas el árbol seco?

El papagayo se inclinó y respondió:

- Bienvenido, rey de los dioses; por el mérito de mi disciplina, te conozco.

- iBien hecho! - exclamó la deidad de los mil ojos, maravillándose ante la sabiduría del pájaro.

- El preguntó otra vez:

- ¿Por qué te aferras a este árbol sin hojas, inadecuado para proteger a ningún pájaro? Déjalo y elige otro, dado que hay muchos hermosos árboles por aquí en el bosque.

Entonces el papagayo suspiró:

- Soy tú sirviente. Mira la razón de esta cuestión: Aquí en este mismo árbol yo vine a la vida; aquí aprendí toda la sabiduría que tengo; aquí fui protegido de todo enemigo. ¿Por qué quieres desviarme de mi senda, ya que soy compasivo y agradecido? No me aconsejes dejar al árbol; mientras vivía fue mi protector; ¿cómo puedo abandonarlo ahora?

Entonces Indra estaba muy agradecido y ofreció un deseo a voluntad al virtuoso pájaro. Éste fue el deseo que eligió el pájaro: "Deja que el árbol reviva"

Entonces Indra lo regó con el agua de la vida y fue llenado con savia, y dio hojas y flores.
Así fue el árbol restituido a la vida por la virtud de los méritos del papagayo, y él, también al final de su vida, obtuvo un sitio en el cielo de Indra. Así los hombres obtienen lo que quieren por la amistad con la virtuosidad y santidad, tal como el árbol por amistad con el papagayo.
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