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Como septiembre es el mes de la patria en México, y como casi se me pasó el mes sin sentir ese patriotismo, pues he aquí mi contribución: lo que queda del mes, me la pasaré publicando chistes de mexicanos. Jó, pero claro, serán chistes que tengan moralejas de las cuales todos podamos aprender.En fin, aquí va el primero, por ser larguito (pero rico en risas y moralejas) =D:
Pues erase una vez, un típico mexicano "empresario emprendedor", gordo, de papada triple, medio chaparro, calvo, feo, moreno, apestoso, y sobre todo, prepotente, de esos tipos que quieren que los llames "Ingeniero" o de otro modo no te dirigen la palabra, quien se encontraba en Tailandia, debido a una junta de negocios.
Total que la junta se hace, y el tipo, quien andaba de jarioso (en brama pues) desde hacía ya varios días, no podía concentrarse nada más de andar pensando oscuras fantasías llenas de depravación lujuriosa.
Llega a su habitación de hotel, se acomoda, pero la calentura de andar queriendo derramar su semilla parásita no o deja descansar, así que decide irse a la ciudad a buscarse una desafortunada fémina en quien desquitar sus ansias enfermas. Toma un taxi y le indica al taxista que lo lleve a la zona roja y así lo hace.
Una vez ya en la "zona rosa", el tipo, como buen mexicano que era, se busca la tipa más nalgona que pudiera encontrar. Después de unos 15 minutos de intensa y desesperada búsqueda, con su miembro a punto de estallar, se lleva a la "vieja" más nalgona que había encontrado. Se trataba de una señora de unos sesenta años, totalmente desproporcionada, es decir, la señora estaba constituida en un 70 % por nalgas, era una cosa brutal. Pero igual y cumplía a la perfección con sus fantasías coprofílicas.
Se la lleva al hotel en donde estaba hospedado, ante la mirada atónita de la recepcionista y los botones y la gente presente, que igual para la mentalidad del tipo y pensaba "pinches envidiosos" y "han de estar pensando que soy bien cabrón".
Una vez en la recámara, el tipo se quita la ropa todo tembloroso, y le arranca la ropa a la señora, la agarra de los pelos y la lanza a la cama y se luego se lanza él a la cama, y comienza a lamerla
y cubrirla con saliva, y...bueno, no es una escena de amor o de un encuentro sexual bonito digno de describirse, así que me saltaré los detalles.
Estuvo feo, pero lo bueno es que duro poco.
Entonces, 5 minutos después del violento arranque de pasión animal del señor, éste se recuesta en su un lado de la cama, con somnolencia, estira su brazo alcanzando sus pantalones,
saca su cartera, toma un billete de 100 dólares y le dice a la prostituta:
- Ahí stan, tómalos y ahora lárgate, órale, ándale, órale
La prostituta toma el billete y se sale del hotel. El "empresario emprendedor" se queda dormido y a la hora de haberse dormido, una intensa comezón en sus zonas nobles, así como un malestar general lo obligan a despertarse.
El hombre se dirige al baño para examinarse frente al espejo y ve con horror que toda la zona pélvica se encontraba enrojecida, y la comezón era intensísima.
Entonces, con la típica mentalidad grosera y violenta del mexicano promedio que siempre intenta justificar las nefastas consecuencias culpando a los demás, pensó: "¡Pinche vieja estúpida, pendeja culera de mierda la voy a matar, juro que la voy a matar a la imbécil!...pero primero me voy a bañar!
El tipo se metió a la regadera y comenzó a tallarse hasta acabarse toda el jabón y el shampú, pero al parecer la humedad y la tallada sólo empeoraban el estado de sus genitales.
Se secó completamente y el horror se incrementó al ver cómo ahora habían aparecido unas burbujas que parecían huevos de gremlins cuando los mojaban.
Sintió unos escalofríos desestabilizadores tremendos al ver que esas burbujas amarillentas se inflamaban y parecían latir. El tipo se asustó y se olvidó completamente de su misión de asesinar
a la prostituta nalgona que horas antes lo había vuelto loco de placer. Decidió postergar su asesinato, para ir primero a revisarse con un doctor, ya que conforme pasaban los minutos, los síntomas empeoraban y empeoraban.
Lo bueno - pensó - era que había un hospital cerca del hotel, así que se dirigió a toda prisa. Una vez en la recepción pidió ver a un doctor. La recepcionista le preguntó que cuál era su situación, porque tenía que esperar porque habían otras personas que habían llegado antes que él y que algunos en estados críticos de salud que tenían que atenderse primero.
- ¡No, no, no, por favor, yo estoy mal, lo mío es una emergencia, no puedo esperar, páseme ya, por favor! - Dijo todo atrabancado el empresario.
- Lo siento señor, tendrá que esperar como todos. A menos que se trate de una verdadera emergencia, dígame, que tiene.
El empresario no le dijo, sólo guardó silencio y se sentó - está bien, voy a esperar - dijo entre dientes - total quizás se trate sólo de alguna enfermedad venérea y yo estoy exagerando las cosas.
Pero tras 5 minutos de estar esperando, sintió un ardor increíble, y escalofríos, posiblemente tenía temperatura. El hombre fue al baño para revisarse y vio con espanto y repulsión que aquello ya no era humano.
Las ronchas habían reventado y su ropa interior estaba llena de una pus amarillenta, espesa y apestosa como mostaza.
El tipo no aguantó y se subió nuevamente los pantalones y se dirigió a la recepción, tomó su billetera y sacó un fajo de billetes y se los tiró a la recepcionista en la cara:
- ¡Ya pásenme! ¡Les doy 200 dólares! ¡pero ya pásenme que mee estoy muriendo, chingado!
La señorita le regresó sus billetes y le pidió por favor que esperara o que fuera a otro hospital, pero que ese era uno de los mejores.
Total el regordete señor, se tiró al piso y fingió convulsiones, por lo que de inmediato las enfermeras lo pasaron directamente a una sala, y ya en la sala el hombre se reincorporó y vio al doctor al que le dijo, completamente cegado por la desesperación:
- ¡Tiene que ayudarme doctor, por favor! ¡mire, mire! - mostrándole sus genitales. El doctor por poco se vomita y tras ponerse un cubrebocas y dobles guantes de látex, se dispuso a examinarlo y así lo hizo.
Tras sólo un minuto de examen llego a una conclusión:
- Lo siento señor, pero hay que amputar, es la única solución, se trata de una infección incurable. Disculpe que le pregunte si no es mucha indiscreción, pero, ¿en dónde rayos metió el pito? Jamás en toda mi larga carrera médica me había topado con algo así.
- ¡No! ¡No es posible! ¡A mi nadie me va amputar nada, se supone que Ud. es doctor, está para salvar vidas, no para destruirlas, chingada madre! ¡Mire! - y el empresario repite la acción despótica de sacar los billetes de su cartera - ¡200, 300, 400, 500 dólares! ¿¡Cuánto quiere!?
- No se trata de dinero, en verdad, el único remedio es la amputación, de otro modo la infección se esparcirá al resto del cuerpo y sus órganos comenzarán a fallar y tendrá una muerte espantosa.
- ¡No! ¡Esto no me puede estar pasando a mi! ¡Carajo! ¡¿Sabe qué?! Usted no es un puto doctor de verdad?! ¡Y se va a la verga y a chingar a su madre y no le voy a pagar ni madres, iré a otro hospital a ver a un doctor de verdad!
Y así se fue el "respetado empresario" del hospital, mentándole la madre a todo el persona médico y hasta a los pacientes, como todo buen mexicano, claro.
Fue rápidamente a otros hospitales y nada, todos los doctores le decían lo mismo, que había que amputar, que era la única solución, que era algo muy serio, que no había otro remedio.
Y el tipo repetía la misma actuación de sacar su gruesa billetera, y ofrecer dinero. En su dolorosa desesperación llego a ofrecer $10,000 dólares y una de sus camionetas Lobo que tenía en México, jurando que se las enviaría.
Más todos los médicos le decían lo mismo, que no se trataba de dinero, que había que cortar y, debido al avanzado estado de putrefacción quizá habría que mantener un tratamiento extra.
EL pobre hombre fue durante el transcurso de la noche, a muchos de los hospitales de Bangkok y en el último al que había asistido la cosa se había puesto realmente agresiva.
En la consulta, el hombre ya con fiebre y dolor en todas las articulaciones, deshidratado, cubierto en sudor, se puso verdaderamente grosero con el doctor y todo el personal en general.
Tras la respuesta del doctor, el empresario le grito : "¡No sabes con quien te estás metiendo baboso, te voy a matar, doctor de porquería! - y demás peyorativas expresiones, y se le abalanzó para golpearlo, pero como el doctor sabía Thai Boxing (estaban en Tailandia, después de todo) le puso una reverenda madriza y nockeo al enfermo de 3 patadas, 3 codazos y un rodillazo volador, muy a la Tony Jaa.
Total, cuando el hombre despertó en un callejón, todo adolorido por la infección y la golpiza del doctor, se puso a llorar amargamente, se lamentaba ahogado en llanto. Pensaba en su esposa y sus hijos y sus hijas, en como por unos minutos de pacer había arruinado su vida, que ya no había de otra más que confesarle a su familia de su "vida de cabrón".
Por un momento o pensó y no se podía hacer a la idea de que no sólo iba a perder a su familia, sino también su pene y su "vida de cabrón", que iba a ser la burla de sus amigos y familiares.
No, no, no. ¡No! Eso no podía ser. Así que en ese mismo instante, con todo el dolor del mundo consumiéndole los genitales, se incorporó y se arrodilló, colocando sus codos sobre la tapa de un bote de basura,
y ahí mismo se confesó y le rogó primero a la virgen de Guadalupe, luego a los santos, luego a Jesús y por último a Dios. Se arrepintió de todos sus pecados y juró que si le quitaban el dolor ya iba a ser un hombre de bien, que ya no iba a engañar a su esposa, que ya no iba a meterse más cocaína, ni a escuchar música grupera ni de Banda, que ya no iba a evadir impuestos, ya no tomaría alcohol ni fumaría y que iría a a iglesia todos los domingos - pero por lo que más quieras Diosito, cúrame, cúrame, te lo suplico, no quiero perder mi pene, ¿qué van a decir de mi? - pasaron cinco minutos en silencio, y como vio el "empresario" que su dolor no cesaba, sino más bien todo o contrario, empeoraba, se levantó y comenzó a mentarle la madre a la Virgen, a los santos, a Jesús y a Dios mismo. Comenzó a patear los botes de basura y a tirarle de golpes a los postes y al aire...cuando entonces...cuando entonces...vio un letrero en chino y de inmediato recordó:
- "China town"...eso es ¡China town! ¡Eso es! ¡Los chinos siempre tienen remedios naturales para todo, incluso para el cáncer y el sida! ¡¿Claro, la medicina natural china! ¡¿Por qué no se me ocurrió antes, carajo?! ¡En todos los países siempre hay un barrio chino, tengo que ir ahí, aquí, ahora!
El hombre se apresuró y abordó un taxi, doblegándose de dolor, temblando en contra de su voluntad y le pidió al taxista que se dirigiera a toda prisa a algún hospital o centro de curaciones chinas más cerca del barrio chino, sacando por última vez su cartera y tirándole un fajo de billetes para que se apresurará.
Después de 10 minutos, llegaron y el hombre, completamente empapado en sudor se metió al "consultorio". Ya eran las 3 de la mañana.
Breves instantes después, salió un viejito chinito sonriente, de aspecto bonachón, y preguntó con su pronunciación tan característica de los chinos:
- Hehe...Buenas noches...¿cómo lo puedo ayudal?
- Mire - respondió el señor sin mirarlo a los ojos y se desabrochó el pantalón de inmediato, mostrando así lo más desagradable, inmundo, asqueroso, jamás imaginado por mente cuerda.
Toda el área genital y parte de la entrepierna, recto y nalgas estaban cubiertas ronchas que parecían volcanes al rojo vivo que escurrían fluidos blanquecinos, amarillentos, verdosos, rojizos y cafésosos. Además, parecían palpitar con vida propia, pero lo peor de lo peor era el pene y los testículos, de esto no hay palabras para describir la imagen grotesca - ...por favor, por lo que más quiera, se lo suplico, le daré todo lo que tengo...pero por favor, ayúdeme...¿hay...hay alguna solución?
- Oh...ya veeeeo...bueno - dijo sin dejar de sonreír el amable viejecito - clalo. Clalo que habel solución. Ahola mismo yo hacel la solución, tengo que plepalala, Usuted espele aquí, ya legleso.
- Uuuuuuffff....¡sí, sí! ¡Eso es todo cabrón! ¡Que chingón eres, me cae de madre, eres un Chingón, eres un pinche genio por habérsete ocurrido esta genial idea de visitar un pinche doctor chino - pensó el empresario en sus adentros, congratulándose por eso - ¡Esto voy a celebrarlo chingado! ¡En cuanto salga de aquí me cae que me voy a chingar una botella de bucanas y otra de tequila y me voy a coger un par de putas bien culonas...pero ya no tailandesas!
Mientras el hombre se sentía más aliviado y se imaginaba ya el reventón que haría y los festejos y demás. El viejecito se ponía a preparar una infusión, hervía raíces, mezclaba unas ramitas y unas florecitas, hojitas y demás, luego esparció unos polvos y en fin, todo un proceso químico complejo que realizó de manera casi ritualista, siendo muy exacto con la cantidad de los ingredientes, el tiempo de exposición, de mezcla, filtrado, sublimación y...y bueno el típico viejito chino disciplinado como de esos maestros de artes marciales de las películas.
Total, el chino terminó su preparación, trayendo el resultado químico recién hecho, que era un ungüento azuloso de buen aroma. El chinito se puso unos guantes y se untó el ungüento en las manos, se las froto y comenzó a frotar el miembro y los testículos del hombre, por cosa de 5 minutos.
El hombre comenzó a sentir inmediatamente los efectos, y efectivamente, podía sentir como cesaba el ardor, el dolor, el escosor, Sentía como se iban secando las costras purulentas y apestosas y su temperatura descendía hasta alcanzar los niveles normales.
- Aaaaaahhh... -exclamó aliviado el empresario - aaaala madre, nombre, no, pos muchas gracias patrón, pero, ¿cuánto le debo?
- Son 10 dólales
- ¡¿10 dólares?! Nombre hombre, ¿cómo cree? ¡Me acaba de salvar la vida, le voy a dar...¡20!...¡no, es más, 100 dólares!
- No, no, La vida es saglada, y pala mi es suficiente con habel salvado vida, no puedo coblale más. 10 dólales.
- Bueno... - dijo el hombre, guardando el resto de los billetes en la cartera - si Ud. insiste, aquí están, sus diez dólares. Pero...oiga, dígame, ¿a poco eso ya fue todo?
- Sí, sí. Eso es todo.
- ¿Seguro -seguro? Digo, ¿Ya no hay que hacer alguna otra cosa? - preguntó soreprendido el "empresario"
- No, no, ya es todo - contestó sin dejar de sonreír el chinito, y señalando los genitales del hombre - No se pleocupe, En dos horas se le va a caer solito.
Moralejas:
1.- No hay que ser tercos, sí ya tenemos las opiniones, sinceras y desinteresadas de muchos expertos y aún así no queremos creerlo, pues ya indica
que tenemos serias broncas mentales.
2.- La violencia, la impulsividad y las actitudes despóticas y soberbias, no siempre funcionan, y mucho menos en algún país que no sea México.
Y sobre todo, no nos hacen ver más hombres, sino estúpidos.
3.- Hay que controlar la calentura, o al menos ser responsables y pensar en las consecuencias.
4.- Eso de querer "andar de cabrón" teniendo esposa/esposo e hijos de por medio, no es ser cabrón, sino un verdadero hijo/a de puta.
5.- Lo barato sale caro.
6.- Hay cosas que el dinero no puede comprar
7.- Ciertamente, la vida es sagrada
8.- y por último, no hay que creer mucho en los "cuentos chinos".
Jehe. Saludos =D.
Pues erase una vez, un típico mexicano "empresario emprendedor", gordo, de papada triple, medio chaparro, calvo, feo, moreno, apestoso, y sobre todo, prepotente, de esos tipos que quieren que los llames "Ingeniero" o de otro modo no te dirigen la palabra, quien se encontraba en Tailandia, debido a una junta de negocios.
Total que la junta se hace, y el tipo, quien andaba de jarioso (en brama pues) desde hacía ya varios días, no podía concentrarse nada más de andar pensando oscuras fantasías llenas de depravación lujuriosa.
Llega a su habitación de hotel, se acomoda, pero la calentura de andar queriendo derramar su semilla parásita no o deja descansar, así que decide irse a la ciudad a buscarse una desafortunada fémina en quien desquitar sus ansias enfermas. Toma un taxi y le indica al taxista que lo lleve a la zona roja y así lo hace.
Una vez ya en la "zona rosa", el tipo, como buen mexicano que era, se busca la tipa más nalgona que pudiera encontrar. Después de unos 15 minutos de intensa y desesperada búsqueda, con su miembro a punto de estallar, se lleva a la "vieja" más nalgona que había encontrado. Se trataba de una señora de unos sesenta años, totalmente desproporcionada, es decir, la señora estaba constituida en un 70 % por nalgas, era una cosa brutal. Pero igual y cumplía a la perfección con sus fantasías coprofílicas.
Se la lleva al hotel en donde estaba hospedado, ante la mirada atónita de la recepcionista y los botones y la gente presente, que igual para la mentalidad del tipo y pensaba "pinches envidiosos" y "han de estar pensando que soy bien cabrón".
Una vez en la recámara, el tipo se quita la ropa todo tembloroso, y le arranca la ropa a la señora, la agarra de los pelos y la lanza a la cama y se luego se lanza él a la cama, y comienza a lamerla
y cubrirla con saliva, y...bueno, no es una escena de amor o de un encuentro sexual bonito digno de describirse, así que me saltaré los detalles.
Estuvo feo, pero lo bueno es que duro poco.
Entonces, 5 minutos después del violento arranque de pasión animal del señor, éste se recuesta en su un lado de la cama, con somnolencia, estira su brazo alcanzando sus pantalones,
saca su cartera, toma un billete de 100 dólares y le dice a la prostituta:
- Ahí stan, tómalos y ahora lárgate, órale, ándale, órale
La prostituta toma el billete y se sale del hotel. El "empresario emprendedor" se queda dormido y a la hora de haberse dormido, una intensa comezón en sus zonas nobles, así como un malestar general lo obligan a despertarse.
El hombre se dirige al baño para examinarse frente al espejo y ve con horror que toda la zona pélvica se encontraba enrojecida, y la comezón era intensísima.
Entonces, con la típica mentalidad grosera y violenta del mexicano promedio que siempre intenta justificar las nefastas consecuencias culpando a los demás, pensó: "¡Pinche vieja estúpida, pendeja culera de mierda la voy a matar, juro que la voy a matar a la imbécil!...pero primero me voy a bañar!
El tipo se metió a la regadera y comenzó a tallarse hasta acabarse toda el jabón y el shampú, pero al parecer la humedad y la tallada sólo empeoraban el estado de sus genitales.
Se secó completamente y el horror se incrementó al ver cómo ahora habían aparecido unas burbujas que parecían huevos de gremlins cuando los mojaban.
Sintió unos escalofríos desestabilizadores tremendos al ver que esas burbujas amarillentas se inflamaban y parecían latir. El tipo se asustó y se olvidó completamente de su misión de asesinar
a la prostituta nalgona que horas antes lo había vuelto loco de placer. Decidió postergar su asesinato, para ir primero a revisarse con un doctor, ya que conforme pasaban los minutos, los síntomas empeoraban y empeoraban.
Lo bueno - pensó - era que había un hospital cerca del hotel, así que se dirigió a toda prisa. Una vez en la recepción pidió ver a un doctor. La recepcionista le preguntó que cuál era su situación, porque tenía que esperar porque habían otras personas que habían llegado antes que él y que algunos en estados críticos de salud que tenían que atenderse primero.
- ¡No, no, no, por favor, yo estoy mal, lo mío es una emergencia, no puedo esperar, páseme ya, por favor! - Dijo todo atrabancado el empresario.
- Lo siento señor, tendrá que esperar como todos. A menos que se trate de una verdadera emergencia, dígame, que tiene.
El empresario no le dijo, sólo guardó silencio y se sentó - está bien, voy a esperar - dijo entre dientes - total quizás se trate sólo de alguna enfermedad venérea y yo estoy exagerando las cosas.
Pero tras 5 minutos de estar esperando, sintió un ardor increíble, y escalofríos, posiblemente tenía temperatura. El hombre fue al baño para revisarse y vio con espanto y repulsión que aquello ya no era humano.
Las ronchas habían reventado y su ropa interior estaba llena de una pus amarillenta, espesa y apestosa como mostaza.
El tipo no aguantó y se subió nuevamente los pantalones y se dirigió a la recepción, tomó su billetera y sacó un fajo de billetes y se los tiró a la recepcionista en la cara:
- ¡Ya pásenme! ¡Les doy 200 dólares! ¡pero ya pásenme que mee estoy muriendo, chingado!
La señorita le regresó sus billetes y le pidió por favor que esperara o que fuera a otro hospital, pero que ese era uno de los mejores.
Total el regordete señor, se tiró al piso y fingió convulsiones, por lo que de inmediato las enfermeras lo pasaron directamente a una sala, y ya en la sala el hombre se reincorporó y vio al doctor al que le dijo, completamente cegado por la desesperación:
- ¡Tiene que ayudarme doctor, por favor! ¡mire, mire! - mostrándole sus genitales. El doctor por poco se vomita y tras ponerse un cubrebocas y dobles guantes de látex, se dispuso a examinarlo y así lo hizo.
Tras sólo un minuto de examen llego a una conclusión:
- Lo siento señor, pero hay que amputar, es la única solución, se trata de una infección incurable. Disculpe que le pregunte si no es mucha indiscreción, pero, ¿en dónde rayos metió el pito? Jamás en toda mi larga carrera médica me había topado con algo así.
- ¡No! ¡No es posible! ¡A mi nadie me va amputar nada, se supone que Ud. es doctor, está para salvar vidas, no para destruirlas, chingada madre! ¡Mire! - y el empresario repite la acción despótica de sacar los billetes de su cartera - ¡200, 300, 400, 500 dólares! ¿¡Cuánto quiere!?
- No se trata de dinero, en verdad, el único remedio es la amputación, de otro modo la infección se esparcirá al resto del cuerpo y sus órganos comenzarán a fallar y tendrá una muerte espantosa.
- ¡No! ¡Esto no me puede estar pasando a mi! ¡Carajo! ¡¿Sabe qué?! Usted no es un puto doctor de verdad?! ¡Y se va a la verga y a chingar a su madre y no le voy a pagar ni madres, iré a otro hospital a ver a un doctor de verdad!
Y así se fue el "respetado empresario" del hospital, mentándole la madre a todo el persona médico y hasta a los pacientes, como todo buen mexicano, claro.
Fue rápidamente a otros hospitales y nada, todos los doctores le decían lo mismo, que había que amputar, que era la única solución, que era algo muy serio, que no había otro remedio.
Y el tipo repetía la misma actuación de sacar su gruesa billetera, y ofrecer dinero. En su dolorosa desesperación llego a ofrecer $10,000 dólares y una de sus camionetas Lobo que tenía en México, jurando que se las enviaría.
Más todos los médicos le decían lo mismo, que no se trataba de dinero, que había que cortar y, debido al avanzado estado de putrefacción quizá habría que mantener un tratamiento extra.
EL pobre hombre fue durante el transcurso de la noche, a muchos de los hospitales de Bangkok y en el último al que había asistido la cosa se había puesto realmente agresiva.
En la consulta, el hombre ya con fiebre y dolor en todas las articulaciones, deshidratado, cubierto en sudor, se puso verdaderamente grosero con el doctor y todo el personal en general.
Tras la respuesta del doctor, el empresario le grito : "¡No sabes con quien te estás metiendo baboso, te voy a matar, doctor de porquería! - y demás peyorativas expresiones, y se le abalanzó para golpearlo, pero como el doctor sabía Thai Boxing (estaban en Tailandia, después de todo) le puso una reverenda madriza y nockeo al enfermo de 3 patadas, 3 codazos y un rodillazo volador, muy a la Tony Jaa.
Total, cuando el hombre despertó en un callejón, todo adolorido por la infección y la golpiza del doctor, se puso a llorar amargamente, se lamentaba ahogado en llanto. Pensaba en su esposa y sus hijos y sus hijas, en como por unos minutos de pacer había arruinado su vida, que ya no había de otra más que confesarle a su familia de su "vida de cabrón".
Por un momento o pensó y no se podía hacer a la idea de que no sólo iba a perder a su familia, sino también su pene y su "vida de cabrón", que iba a ser la burla de sus amigos y familiares.
No, no, no. ¡No! Eso no podía ser. Así que en ese mismo instante, con todo el dolor del mundo consumiéndole los genitales, se incorporó y se arrodilló, colocando sus codos sobre la tapa de un bote de basura,
y ahí mismo se confesó y le rogó primero a la virgen de Guadalupe, luego a los santos, luego a Jesús y por último a Dios. Se arrepintió de todos sus pecados y juró que si le quitaban el dolor ya iba a ser un hombre de bien, que ya no iba a engañar a su esposa, que ya no iba a meterse más cocaína, ni a escuchar música grupera ni de Banda, que ya no iba a evadir impuestos, ya no tomaría alcohol ni fumaría y que iría a a iglesia todos los domingos - pero por lo que más quieras Diosito, cúrame, cúrame, te lo suplico, no quiero perder mi pene, ¿qué van a decir de mi? - pasaron cinco minutos en silencio, y como vio el "empresario" que su dolor no cesaba, sino más bien todo o contrario, empeoraba, se levantó y comenzó a mentarle la madre a la Virgen, a los santos, a Jesús y a Dios mismo. Comenzó a patear los botes de basura y a tirarle de golpes a los postes y al aire...cuando entonces...cuando entonces...vio un letrero en chino y de inmediato recordó:
- "China town"...eso es ¡China town! ¡Eso es! ¡Los chinos siempre tienen remedios naturales para todo, incluso para el cáncer y el sida! ¡¿Claro, la medicina natural china! ¡¿Por qué no se me ocurrió antes, carajo?! ¡En todos los países siempre hay un barrio chino, tengo que ir ahí, aquí, ahora!
El hombre se apresuró y abordó un taxi, doblegándose de dolor, temblando en contra de su voluntad y le pidió al taxista que se dirigiera a toda prisa a algún hospital o centro de curaciones chinas más cerca del barrio chino, sacando por última vez su cartera y tirándole un fajo de billetes para que se apresurará.
Después de 10 minutos, llegaron y el hombre, completamente empapado en sudor se metió al "consultorio". Ya eran las 3 de la mañana.
Breves instantes después, salió un viejito chinito sonriente, de aspecto bonachón, y preguntó con su pronunciación tan característica de los chinos:
- Hehe...Buenas noches...¿cómo lo puedo ayudal?
- Mire - respondió el señor sin mirarlo a los ojos y se desabrochó el pantalón de inmediato, mostrando así lo más desagradable, inmundo, asqueroso, jamás imaginado por mente cuerda.
Toda el área genital y parte de la entrepierna, recto y nalgas estaban cubiertas ronchas que parecían volcanes al rojo vivo que escurrían fluidos blanquecinos, amarillentos, verdosos, rojizos y cafésosos. Además, parecían palpitar con vida propia, pero lo peor de lo peor era el pene y los testículos, de esto no hay palabras para describir la imagen grotesca - ...por favor, por lo que más quiera, se lo suplico, le daré todo lo que tengo...pero por favor, ayúdeme...¿hay...hay alguna solución?
- Oh...ya veeeeo...bueno - dijo sin dejar de sonreír el amable viejecito - clalo. Clalo que habel solución. Ahola mismo yo hacel la solución, tengo que plepalala, Usuted espele aquí, ya legleso.
- Uuuuuuffff....¡sí, sí! ¡Eso es todo cabrón! ¡Que chingón eres, me cae de madre, eres un Chingón, eres un pinche genio por habérsete ocurrido esta genial idea de visitar un pinche doctor chino - pensó el empresario en sus adentros, congratulándose por eso - ¡Esto voy a celebrarlo chingado! ¡En cuanto salga de aquí me cae que me voy a chingar una botella de bucanas y otra de tequila y me voy a coger un par de putas bien culonas...pero ya no tailandesas!
Mientras el hombre se sentía más aliviado y se imaginaba ya el reventón que haría y los festejos y demás. El viejecito se ponía a preparar una infusión, hervía raíces, mezclaba unas ramitas y unas florecitas, hojitas y demás, luego esparció unos polvos y en fin, todo un proceso químico complejo que realizó de manera casi ritualista, siendo muy exacto con la cantidad de los ingredientes, el tiempo de exposición, de mezcla, filtrado, sublimación y...y bueno el típico viejito chino disciplinado como de esos maestros de artes marciales de las películas.
Total, el chino terminó su preparación, trayendo el resultado químico recién hecho, que era un ungüento azuloso de buen aroma. El chinito se puso unos guantes y se untó el ungüento en las manos, se las froto y comenzó a frotar el miembro y los testículos del hombre, por cosa de 5 minutos.
El hombre comenzó a sentir inmediatamente los efectos, y efectivamente, podía sentir como cesaba el ardor, el dolor, el escosor, Sentía como se iban secando las costras purulentas y apestosas y su temperatura descendía hasta alcanzar los niveles normales.
- Aaaaaahhh... -exclamó aliviado el empresario - aaaala madre, nombre, no, pos muchas gracias patrón, pero, ¿cuánto le debo?
- Son 10 dólales
- ¡¿10 dólares?! Nombre hombre, ¿cómo cree? ¡Me acaba de salvar la vida, le voy a dar...¡20!...¡no, es más, 100 dólares!
- No, no, La vida es saglada, y pala mi es suficiente con habel salvado vida, no puedo coblale más. 10 dólales.
- Bueno... - dijo el hombre, guardando el resto de los billetes en la cartera - si Ud. insiste, aquí están, sus diez dólares. Pero...oiga, dígame, ¿a poco eso ya fue todo?
- Sí, sí. Eso es todo.
- ¿Seguro -seguro? Digo, ¿Ya no hay que hacer alguna otra cosa? - preguntó soreprendido el "empresario"
- No, no, ya es todo - contestó sin dejar de sonreír el chinito, y señalando los genitales del hombre - No se pleocupe, En dos horas se le va a caer solito.
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Moralejas:
1.- No hay que ser tercos, sí ya tenemos las opiniones, sinceras y desinteresadas de muchos expertos y aún así no queremos creerlo, pues ya indica
que tenemos serias broncas mentales.
2.- La violencia, la impulsividad y las actitudes despóticas y soberbias, no siempre funcionan, y mucho menos en algún país que no sea México.
Y sobre todo, no nos hacen ver más hombres, sino estúpidos.
3.- Hay que controlar la calentura, o al menos ser responsables y pensar en las consecuencias.
4.- Eso de querer "andar de cabrón" teniendo esposa/esposo e hijos de por medio, no es ser cabrón, sino un verdadero hijo/a de puta.
5.- Lo barato sale caro.
6.- Hay cosas que el dinero no puede comprar
7.- Ciertamente, la vida es sagrada
8.- y por último, no hay que creer mucho en los "cuentos chinos".
Jehe. Saludos =D.
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