lunes, 12 de junio de 2017

Humanidad y Sabiduría Oculta

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De El Plan Divino
de
Z’ev ben Shimon Halevi


Humanidad

La humanidad es única. No se parece a ninguna otra criatura, ya que, además de poseer el libre albedrío, tiene, como se ha dicho, el poder de entrar o de estar consciente de todos los cuatro mundos. Cada ser humano proviene de un miembro u órgano particular de Adán Kadmón. Esta es una forma simbólica de decir que tiene un propósito específico. Como célula de la Divinidad y con un propósito determinado, cada individuo desciende a la Creación con el grito de “Yo soy” en el momento en que entra en el tiempo. Aquí, la entidad humana se envuelve en un espíritu. Después baja a través de los Siete Cielos y entra al reino de las Formas donde se divide y se viste como dos psiques separadas, pero complementarias, una masculina y una femenina. También son parte de un grupo de almas que tienen sus raíces en un cierto miembro, órgano o función de Adán Kadmón.


De acuerdo con el Zohar, los cónyuges y sus compañeros residen en el Edén o La Casa del Tesoro de las Almas, como le llaman, hasta que llega el momento de su encarnación. Todos dejan el Paraíso muy renuentes, y para nacer, descienden al mundo físico. Aquí comienza un largo viaje de regreso hacia la Fuente. Al principio todos viven juntos, pero más tarde se dispersan para adquirir experiencia. Cuando alcanzan el nivel de madurez individual se encuentran de nuevo y se reúnen con los demás para llevar a cabo su parte en el plan Divino, en el cual sus vidas, así como su trabajo se convertirá en el reflejo del Santo.


No es necesario decir que una vida no es suficiente para completar el entrenamiento ni la misión de cada individuo. De acuerdo a la Kabbalah, el ciclo de la transmigración de las almas llamada Gilgulim o Ruedas, es necesario para completar un destino. Sin embargo, las almas gemelas a menudo tienen que separarse para aprender lecciones importantes antes de que puedan unirse como una pareja sabia y confiable que pueda llevar a cabo su función espiritual conjuntamente. Debido al libre albedrío y a los inevitables errores esta reunión se demora, ya que el karma o el Midah ke-neged Midah, “Medida por Medida”, como le llaman los kabalistas, se cumple. La búsqueda de la alma gemela es parte de este proceso y cuando todo llega a su término la pareja se encuentra y se une.


El individuo descarnado, entre vidas, regresa a los mundos superiores, primero para pasar a través de un período de limpieza purgatoria de reflexión, y después a su nivel apropiado. Esto puede ser Gehenna, o el Infierno, el sitio donde los pecadores persistentes se encuentran aislados soportando la desagradable compañía de todos los demás. O puede ser lo que se llama el Paraíso Terrestre, donde el Jardín del Edén es el medio ambiente para un buen merecido descanso. Algunas almas más avanzadas pueden ascender al Paraíso Celestial donde se vive un orden de vida más refinado después de la muerte. Algunos otros, aquellos que han desarrollado su capacidad espiritual, pueden elevarse para alcanzar uno de los Siete Vestíbulos del Cielo, donde las llamadas Academias de lo Alto se encuentran presididas por eminentes maestros.


El tiempo transcurrido en los mundos superiores depende de muchos factores. En la mayoría de los casos, se trata de una generación para que así los miembros de un solo grupo de almas puedan reunirse y descender a la tierra al mismo tiempo y así continuar su desarrollo o su trabajo colectivo cumpliendo con su destino kármico. Los individuos o los grupos más avanzados, los que han aprendido a vivir en el espíritu, pueden escoger cuándo y dónde renacer para cumplir con sus misiones especiales. Estos son las grandes mujeres y los grandes hombres que hacen la historia. Del otro lado de la balanza existen personas tales como los suicidas, que se encuentran atrapados en un limbo entre los vivos y los muertos. Estos se aparecen como fantasmas o dybbuks, que tratan de resolver su problema vagando por los lugares donde murieron o apoderándose de personas susceptibles a las que tratan de poseer y así poder re-entrar en la fisicalidad sin tener que pasar por el necesario proceso del post-mortem y del prenatal. Como puede verse, existe un vasto proceso en la progresión de los seres humanos que ascienden y descienden por La Escalera de Jacob. Este panorama está descrito en El Libro de Enoch, una obra del período Hekalot, en el cual Metatrón muestra a un cierto rabino, Ishmael, una enorme cortina cósmica que cuelga del Cielo, el Pargod. Su diseño representaba la forma total de la historia, desde el principio de los Tiempos hasta el Final de los Días, hasta completar el Plan Divino. Los hilos individuales que constituyen esta tela señalan la secuencia de los hados que una persona debe vivir para poder aprender y ejecutar su destino.

Existen muchas calidades de hilos, algunos son de oro; algunos de plata; y otros de toda clase de fibras. Sin embargo, cada uno tiene su lugar en la característica del patrón, que en su momento se ajusta dentro del gran diseño de esta cortina.

Se dice que el lugar central del Pargod es la residencia del Mesías. Esta es la persona que, estando encarnada, en cada generación sostiene la posición de ser la conexión entre todos los mundos. Solamente un pequeño número de personas en la Tierra sabe quienes son los Lamed Vav, los “Treinta y Seis” justos, aunque El Grande y Santo Concilio del Cielo presidido por Metatrón lo conoce a él o a ella. El Mesías es la punta de lanza de la humanidad encarnada, seguido por la compañía de seres iluminados.


Un día el gran santo del siglo dieciocho, el Baal Shem Tov, fundador del movimiento hasídico de la Europa oriental, iba con un estudiante conduciendo su carreta. De pronto se detuvieron ante una choza frente a la cual, El Maestro del Buen Nombre” (como le llamaban), se inclinó ante un anciano caballero judío. Curioso de saber la razón por la cual su maestro se mostraba tan respetuoso, el estudiante le preguntó a medida que se alejaban, que quién era este hombre. La contestación fue, “EL Mesías”.


Sabiduría Oculta

Todos nacemos con un cuerpo. Este contiene los estados sólidos, líquidos, gaseosos y de radiación; así como vestigios de metales y minerales. También tiene un componente vegetal que puede comer, beber, crecer, propagarse, envejecer y morir. La combinación física se complementa con el alma animal, que tiene una inteligencia instintiva y la habilidad de movilizarse, socializar y expresar estados de ánimo o intercambiar información. A este conjunto de capacidades vitales se le llama Nefesh, en Kabbalah. Esta es la fuerza conductora del mayor número de personas que buscan vivir confortablemente y tener una existencia social placentera. Sin embargo, hay quienes desean cultivar su humanidad y encontrar su lugar y su propósito en el universo. Después de una larga búsqueda dichos individuos eventualmente encuentran una tradición espiritual que instruirá al buscador en las labores del alma, las dinámicas del universo y su relación con el Absoluto.

La primera lección consiste en que cada individuo es una versión en miniatura de toda la Existencia. El cuerpo de un individuo, psique, espíritu y chispa corresponden al macrocosmos de los cuatro mundos. Por otro lado, estos innatos niveles son vehículos por medio de los cuales el aspirante puede realmente entrar y experimentar los reinos de Asiyyah, Yezirah, Beriah y Azilut, y así poder vislumbrar el extenso drama del cual forman parte. Paralelamente a los estudios de teoría, se encuentran las prácticas, que les darán la disciplina que les permitirá hacer frente al poderoso impacto del conocimiento directo y de la iluminación. Estos métodos se dividen dentro de los caminos de la Acción, la Devoción y de la Contemplación.


El primero son los ejercicios físicos y los rituales, el segundo se refiere a la oración o a las meditaciones del corazón, mientras que el tercero pueden ser los estudios intelectuales de la metafísica, tales como la comprensión de las Divinas Sefirot.


El grado de ejecución en todos estos caminos determinará el desarrollo del estudiante. Con el tiempo el aspirante tendrá la capacidad de distinguir entre los estímulos del cuerpo, los bajos impulsos psíquicos centrados alrededor del ego-yesódico y del elevado estado de consciencia del Ser interno, o de Tiferet, que es el pivote del Arbol psicológico. Más tarde, una concientización del alma surgirá mediante la percepción del sino como resultado de la elección y del temperamento. Después de esto, viene la evolución de la dimensión transpersonal del espíritu, que revelará al estudiante su destino o trabajo dentro del esquema Divino. A lo largo de estas fases del desarrollo habrá momentos de revelación de los reinos superiores. Puede ser que, en casos excepcionales, haya la visita de Elías para la instrucción avanzada. Esto es común, como muchos distinguidos kabalistas, a través de los siglos, han reportado o insinuado al visitante.


Muchos kabalistas hablan de tener un Maggid, o un maestro invisible. Este es a veces llamado un ángel guardián que protege a medida que instruye. Un ángel, como ya se ha dicho, es un mensajero. Estos seres particulares, sin embargo, son humanos desencarnados que actúan como tutores del místico. Algunos son santos o sabios que fallecieron hace mucho, otros de calibre inferior, dependiendo de la etapa en que se encuentra el kabbalista. Dichas entidades generalmente intervienen en las vidas de la gente buena y especialmente en la de los niños si éstos se encuentran en peligro. Pueden o no ser vistos, pero su presencia, no terrenal, usualmente se siente durante o después de una intervención milagrosa.


El efecto acumulativo de generaciones de místicos de cada tradición lentamente incrementa la conciencia de la humanidad acerca del universo y de Dios. Cada línea esotérica tiene sus propios métodos, códigos y metafísicas que traen consigo primero, una iluminación individual, y después una evolución masiva de almas. Cuando esto ocurra, el Mesías se le aparecerá a todos y comenzarán los Días de la Resurrección. Esto significa el levantamiento de los diligentes y los muertos o de los que están espiritualmente despiertos y los dormidos, para la última fase de la Existencia a medida que la humanidad se concientiza de todos los mundos.


En esa señal la gente será juzgada de acuerdo a su actuación total a medida que retornan a su origen. En la medida en que cada individuo ascienda y se fusione con su grupo, dentro de su lugar en el Adán Kadmón, así esta Divina imagen incrementará su realización con aquel a quien refleja. Cuando todas las chispas humanas se hayan reunido con el Ser Ultimo, “Yo Soy Quien Soy”, se volverá Uno, a medida que El Rostro se fusiona con El Rostro. En ese momento de conclusión, la Existencia no será más que un destello en el ojo del Anciano de los Ancianos. El Santo se encontrará solo de nuevo, quizá antes del comienzo de un nuevo Shemittah, o Gran Ciclo Cósmico.
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