lunes, 28 de noviembre de 2016

Indagaciones sobre la indigencia

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 Muchas veces me he preguntado que es lo que pasa por la cabeza de un vagabundo. 

Hablo de esos vagabundos que se ven deambular por las calles, con la mirada ida, el cráneo transformado en un planeta de piojos, liendres, chinches y pulgas. De esos con la cabellera hecha un tapete de rastas, que traen la ropa raída. Armas bacteriológicas ambulantes.

Se les ve a veces, sentados en algún lugar de un parque, echados en banquetas y bancas, sin saber si realmente están vivos o no. No hay modo de reconocer cuantos meses o años llevan de putrefacción.

Me mueve pues, algo en mi interior se remueve, y no son reflejos vagales por la repugnancia o a versión, sino el pensar en sus pasados. En el cómo llegaron hasta ahí. En cuándo y cómo comenzo el descenso hacia la descomposición en todo nivel dimensional. Es decir, aún y con que hubiesen nacido sin un céntimo, detrás de un contenedor de basura en un mercado, habría habido algún momento de mayor claridad mental, de estabilidad "económica" por llamarle de algún modo, o, sin utilizar eufemismos, algún momento cumbre en el que el dinero ganado rendía para dos o tres botellas del mejor aguardiente, porros o bolsas de pegamento.

¡Ah!, ¿drogas y alcohol? Habrán sido esos elementos los que desencadenaron la ruina espiritual de dichas personas? ¿O algunos de ellos habrían sido multimillonarios y derrocharon todo en juergas, juego, vicios?

Cabe la posibilidad de que fueran personas que tuvieron "revelaciones divinas", en las que se les ordenó dejarlo todo para que las puertas de los cielos y los brazos de Jesús les fueran abiertos? (Después de todo, Jesús dijo que era más fácil que un camello pasara por el ojo de una aguja que un rico entrara al reino de los cielos).

No lo sé. Podría inclinarme a la posibilidad de que anduvieron jugando con entéogenos. Después de todo, luego de experimentar con plantas de poder (alucinógenos, pues), he llegado también a momentos en los que no sabía ya en dónde estaba, ni cómo había llegado, a dónde iba, porque estaba ahí, y ciertamente, luego de la tremendísima experiencia del viaje hacia esos planos infinitos de la mente, uno puede llegar a tener la sensación de que todo es una irrealidad, una ilusión, un sueño.

Hay momentos, en los que, debido a los desbarajustes cerebrales, en determinado punto de la experiencia mística, ya en la cresta del viaje, uno también se puede llegar a sentir como un vagamundo. Sobre todo, después de haber experimentado la omnisciencia, para, al finalizar el trip, pensar y sentir que el mundo "material" ya no es para uno. Ve uno con más claridad el juego, la obra, el mecanismo de la creación, y se puede - dependiendo de la intensidad enteogénica - pensar que ya se ha visto y vivido todo. Despojando de la vida la alegría, el misterio, el sentido. Se llega a ver demasiado, pero nunca la totalidad.

No obstante, de los parias callejeros de este tema... bueno, parecen de hecho como de los que se quedaron en el viaje.


Pero, continuando con las reflexiones proyectadas al ver a estos quistes caminantes, me pregunto también, en el cómo se hablan en el interior de sus cabezas, pues, el lenguaje verbal es difícil de arrancar. Aunque tuvieran un limitado vocabulario de 40 palabras, 10 gruñidos, 5 gemidos, tres llantos y doscientos tipos de risa, podría armar con eso, un monólogo interior llamativo. ¿Se hablará a si mismo en primera, segunda o tercera persona? o ¿cuántas voces más habrán?, y más intrigante aún: ¿qué hacen cuando tienen impulsos sexuales?, es decir, todos los seres padecen de hornyness, desde la niñez hasta sus últimos días, cuando ya parecen más ciruelas-pasas paquidérmicas quelónicas que humanos. ¿Cómo se desahogan? Los fibrilante red de gusanos bajo la epidermis perianal les provocará ésta comezón sexual?

Continuando con las preguntas, ¿qué piensan cuando ven el cielo? cuando ven otros seres humanos encontrándose, riendo, con ropas, pieles y pelos limpios. Cuando ven a otro "paisano" del país de los enajenados, desterrados de la realidad colectiva. Cuando les ve enamorados, besándose,arrancándose las pieles a caricias y besos.

¿Sus pensamientos, ensoñaciones y sueños serán abstractos, cubistas, hiper-realistas?, ¿oirán en monoural o sonido estéreo? ¿Tendrán fantasías? ¿Sueñan con fiestas orgíasticas con conejitas Play-boy o que vuelan sobre nubes voladoras? ¿Piensan en Dios? ¿Se sentiran iluminados a ratos?

Porque iluminados no son, eso es seguro. Lo tengo más que constatado, y aunque algún neo-hippie de la Nueva "nueva era" pudiera decir que ese vagabundo es también una manifestación del Eterno (bueno, ellos le llaman "Universo", lo olvidaba), y que hay una chispa divina en su interior... No lo sé, la primer impresión mental, precedida de la primera impresión olfativa, me hacen sentir que no tienen posibilidad de redención. Están, pero no están...

Y, ¿por qué estoy escribiendo sobre esto? Creo que porque estando aquí en San Cristobal, siento como si un gran número de personas, de los "viajeros", (incluyéndome, a veces) estubieran en estado larvario de indigente. Siendo lo más de temer el "momentum" imperceptible en que todo se viene abajo. En el que un "Todos somos Uno, Dios es amor" se convierte en "gruoor gruoaaogh, bleeeh, gghjj n gaa".

Después de todo, creo que una gran mayoría se encuentra en un estado similar de enajenación. Sólo que unos tienen la mirada fija en el horizonte infinito tras las nubes
y otros en el de un monitor de teléfono móbil, laptop o tablet.

Pero bien, no quiero hacer un post largo, así que, moraleja: Niños, si van a fumar hierba, comer hongos, tener viajes de ayahuasca o ácido, háganlo con quienes más confianza tengan, de preferencia que sea con personas inteligentes, sabias, cálidas, así cuando se esté dando la conexión energética-telepática, se transmiten cosas buenas que les ayuden en la vida. Nunca lo hagan con alguien que sepan que puede vacilarnos justo en la cresta de la ola psicodélica, exclamando entre risas-llantos histéricos, cosas como "Eres Dios", "Estamos muertos" o "Vamos  a ir al infierno". "Y sobre todo, si van a viajar, debe hacerse con buenos estados de ánimo, nada de estar atravesando por depresiones agudas ni nada de eso, ¿ok?

Bien, hasta otra. Ya luego escribo sobre episodios de mi vida en la que también casi me transformo en vagamundos (que no es lo mismo que indigente, que sólo puede aspirar a tomar baños de orina de perro)

La paz sea con ustedes. ¡Shalom!
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