miércoles, 30 de noviembre de 2016

"...☼..."

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 Miro a lo lejos
y no veo cerezos
ni hojas matizadas
Sólo una modesta cabaña en la playa
a la luz de un atardecer de otoño

........................................................- (poema de Fujiwara no Sadaie)
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"-( ◡́.◡̀)-"

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"Siempre hay un elemento de miedo que tienes que trabajar mucho hasta que la gente se cansa y se enferma de ti, o finalmente se dan cuenta de que eres un fraude después de todo"

Ben Stiller
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martes, 29 de noviembre de 2016

Las dos ostras

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 Cuento de Gibrán Khalil Gibrán

Dijo una ostra a la ostra vecina:Siento un gran dolor dentro de mí. Es algo pesado y redondo, que me hace daño. 

Alabados sean los cielos y el mar - respondió la otra con altiva condescendencia –. Yo no siento dolor ninguno. Estoy buena y sana,  por fuera y por dentro.

En ese momento, un cangrejito que pasaba oyó a las dos ostras, y dijo a la que estaba buena y sana por dentro y por fuera:

– Sí, estás buena y sana; pero el dolor que siente tu vecina es una perla de extraorinaria belleza.
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"...(ㆆ︹ㆆ)..."

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- ¡Jenn, ven aquí!

- ¿No puede esperar?

- ¡No!... ¡te necesito ahora!

- ¿Qué pasa?

- Verás... Mambo acaba de comerse un cacahuate de mi boca

- ¿Eso es lo que no podía esperar?

- No, cariño, cariño, espera, mira... Buen chicho...anda, hazlo otra vez...no quiere... Dios... tuve que haberlo grabado, ¡¿Por qué no confié en mi instinto?!
 
- ¿Por qué habrías de grabar eso?

- ¿Has visto esos videos geniales de youtube de animales haciendo cosas geniales? Pude haberlo grabado y hubiera recibido un montón de visitas
 

- ...¿Qué mas da que un montón de desconocidos vean a tu pájaro haciendo eso?

- ¿Es que no lo entiendes? Cariño, vivimos en la edad de oro de la fama inmerecida, donde la gente llega a volverse famosa por las razones más rídiculas

- ¡Sí! ¡Y es desesperante y patético!

- ¡Y yo quiero mi fama!

- Discusión entre Adam Rhodes (Oliver Hudson)
y Jennifer Morgan (Bianca Kajlich)
Reglas del compromiso (Rules of engagement)
Temporada 07, episodio 05: La fuente de la juventud 
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lunes, 28 de noviembre de 2016

El cazador y los pájaros

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Cuento de Camboya

Había un cazador que había capturado un mirlo, un pavoreal y una garza. Les enseñó trucos circenses. Al mirlo le enseñó a hablar como los hombres, mientras que al pavoreal y a la garza a danzar. Una vez que el cazador los hubiese amaestrado bien, los llevó a realizar sus números delante del rey en su palacio, a cambio de los obsequios y el dinero que el rey quisiera. El rey preguntó:

- ¿Qué sabe hacer los pájaros?

- El mirlo puede hablar como los seres humanos - dijo el cazador, dejando que el pájaro pronunciara unas palabras. Y así lo hizo, mostrando sus conocimientos del lenguaje humano. Y entonces le pidió al pavoreal que bailara para el rey.

El pavoreal bailó las coreografías justo como se le había enseñado, y el rey estaba deleitado de ver a las dos aves, y le dijo a sus hombres que los pusieran en jaulas para ser cuidados por los sirvientes.

A continuación, el cazador sacó a la garza de la jaula y la hizo ejecutar su acto para el rey, pero ésta era un ave astuta y sabía discernir entre los malas y las buenas oportunidades. Pensó que el mirlo y el pavoreal que habían mostrado sus enseñanzas al rey, que estaba fascinado con sus números, habían sido enjaulados para estar siendo cuidados por los sirvientes.

- Si muestro mis habilidades al rey, también me pondrá en cautiverio, como lo hizo con los otros dos pájaros - pensó - estaré siempre en la jaula, no tendré libertad ni felicidad. Así que no es buena idea mostrar mi acto dancístico. Fingiré ser ignorante.

La garza pues, no se movió para nada con gracia. Tan sólo salió de la jaula, dio unos cuantos pasos, lenta y torpemente, volteó hacia los lados e hizo sus ruidos característicos "¡Krack, krack!"

El cazador intentó hacerla bailar, pero la garza no hizo nada. Sólo se limitaba a seguir con sus sonidos "¡Krack, krack!.

Al ver que la garza no seguía ninguna de las instrucciones, el rey le dijo al cazador que la dejara ir.

El cazador hizo lo que el rey le había dicho y liberó a la garza. Y una vez que el ave no estaba más a la vista del cazador, voló hasta donde estaban el pavoreal y el mirlo, diciéndoles:

- Por mostrarse inteligentes y orgullosos y haciendo que la gente se asombrara, ustedes dos, pavoreal y mirlo, están ahora enjaulados. Quizá para ustedes sea motivo de júbilo estar dentro de la jaula, pero para mí es todo lo contrario, así que por eso, no mostré mis conocimientos. Simulé ser una inútil, y sí, aunque la gente me odió por eso, también fue la razón por la que me liberaron. Así que ahora iré a ver a mi familia, que no he visto desde que fui capturada. Ustedes, pavoreal y mirlo, mostraron sus habilidades, que no lograron otra cosa que encadenarlas del cuello. No admiro para nada esos trucos que los aprisionan. Pobres pájaros, no sabían lo que era bueno o no al mostrar sus trucos, así que quizá vivan en la jaula sin poder ir a ningún lado.

Terminando de decir esto, la garva voló hasta su hogar.

Ésta historia nos cuenta que, las personas que no saben como usar sus conocimientos y habilidades en buenas o malas condiciones, sólo consiguen ponerse una soga en el cuello.
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Lo que no se pueden llevar

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 Cuento de Eduardo Galeano

Se dice que era un mago del arpa. En la llanura de Colombia no había ninguna fiesta sin él. Para que la fiesta fuese fiesta, Mesé Figueredo tenía que estar allí con sus dedos bailadores que alegraban los aires y alborotaban las piernas.

Una noche, en un sendero perdido, fue asaltado por unos ladrones. Iba Mesé Figueredo de camino a unas bodas, él encima de una mula, encima de la otra su arpa, cuando unos ladrones se le echaron encima y lo molieron a palos.

A la mañana siguiente, alguien lo encontró. Estaba tendido en el camino, un trapo sucio de barro y sangre, más muerto que vivo. Y entonces aquella piltrafa dijo con un hilo de voz:

— Se llevaron las mulas.

Y dijo también:

— Se llevaron el arpa.

Y, tomando aliento, rio:

— Pero ¡no se han podido llevar la música!
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De desamores, dementes y desmadres 2: El inverosímil patetiquísimo caso infernal de José e Isabel

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Resulta que desde que volví a San Cristobal para comenzar uno de los proyectos en los que estaba, junto a Akira, un viejito japonés adicto a las novelas y J-pop de su país, me quedé en el lugar donde se estaba hospedando, el cuál pensé que sería una casa que ya estaba rentando formalmente. Y bueno, el lugar resultó ser un pseudo-hostal. Una pseudo-casa de húespedes.

No es que tuviese aversión al lugar, pues, en mis entrenamientos dde Rambo, me he quedado a dormir acampando en el bosque, la playa, y hasta casi- escondido en parques públicos, casi como un indigente. Por ende, el tener una recámara de la cuál guarecerme de las inclemencias del clima, me parecía bien... sí... los otros húpespedes eran un mexicano, con su novia germana, otro japonés, y otros vatos - al juzgar por las apariencias - de las tierras de los orcos, y otros tantos de esos mundos paralelos que hay bajo los alcantarillados.

Pero de estos últimos seres no me preocupo, después de todo, no hacían nada malo, fuera de las apariencias o de sus actitudes, las cuales, fuera de parecerme sospechosas o motivo de observación para estar con cuidado, me parecían graciosas. A saber:

Había un individuo escuálido, alto, todo pálido, de cabello oscuro y corto, de lentes de nerdo, que sólo le faltaba la etiqueta: "patéame en los güevos y una vez que esté en el piso, sométeme aplastándo con tu pie mi cuello".  Este cuate, se la pasaba a la expectativa de lo que hacían todos ahí, paseándose nerviosamente en el interior de un lado a otro entre los pasillos, como si hubiese este flaco puñetín acabado de asesinar a alguien y no supiera qué hacer, si entregarse, suicidarse, auto-hacerse una cirugía plástica con herramientas caseras para hacer bisutería con macramé. Creo que era adicto a esas cosas que se metía Osho para no parpadear y que sus seguidores creyeran que era un tipo místico muy profundo. Nunca le vi hablar, sólo pasearse todo ido nervioso, o bien, quedarse también en su lugar, también ido y nervioso. Fumando siempre. Quizá no quería volver al hospital psiquiátrico.

La pareja del mexicano con la germana... bueno, no hay mucho que contar, vivían de manera regular, aunque el mexicano sí era medio-mierda. Siempre intentaba inculpar a los japoneses de cosas que hacía, como tomar cosas de los demás de la cocina y refrigerados, hasta dejar los cuartos de baño con regalos escatológicos. Hasta que lo descubrieron.

Pero bien, de lo que va el tema "Desamores, dementes y desmadres":

Pese a haber estado ahí durante un mes (que claro, jamás estuve un sólo día todo el día en el lugar, pues me iba a pasear, explorar, a trabajar y hacer otras actividades), no tengo malas experiencias, y de hecho aprendí mucho estando en tal lugar. Aprendí más bien una sóla cosa: a no ser definitivamente lo que no quiero ser. Que fumar hierba no te hace más sabio, inteligente, que no eleva tu nivel de consciencia. Todo lo contrario.

La cosa está así. El tipo que se encargaba de cobrar la estancia a los inquilinos y del "mantenimiento" del lugar, era uno de esos fumadores de weed que no podía estar sin fumar ni una media hora y sin ver los Simpson, que - lo juro por Alláh y el profeta - sino le daba síndrome de abstinencia y se ponía todo temblorino, desesperado, psicótico.

El otrora-hombre, se la pasaba quejándose amargamente de todo el universo a su alrededor. De sol a sol. En verdad, no había hora en que no se la pasaba quejándose de algo: "¡Chingadamadre ya va a llover!" "Puta madre, ya se fue el internet" "¡Pinche gente puerca, limpien la cocina después de usarla, cabrones!" "¡Todo yo, siempre tengo que hacerlo todo yo!" "¡Pinche Homero Simpson, estás bien pendejo!", y otros etcéteras.

Éste especimén de junkie Sancristobalense casi jamás salía del recinto. Sólo para comprar hierba y hash, para ir a fumarselo en la comodidad de su asiento frente al televisor, para ver sus maratones diarios de capítulos de los Simpson.

Lo increíble de éste pseudo-relato es que, el tipo tenía esposa y un crío, al cuál por cierto, nunca lo escuché llorar. La esposa, quien tenía 16 años, tampoco abandonaba el lugar, salvo para ir por las coca-colas de su esposo, el cuál también era adicto a tal bebida azucarada. La mayoría del tiempo se la pasaba paseando por la casa al bebé en su carreola. Supongo que jamás lloraba, porque el papá le rociaba humo de su porro en la cara para mantenerlo adormecido y que no estuviera chingando. Eso o bien, el retoñito era tal vez un muñeco o hasta un tronco, un leño. No lo sé. Tampoco vi alguna vez que lo alzaran o cargaran en brazos. No, nada.

Ahora, para tener un referente de los personajes, paso a describir sus físicos (haría dibujos pero me tomaría más tiempo):

El tipo, es moreno. Pero no un moreno saludable como bronceado, cobrizo, puerto-riqueño o caoba. No. Es de un moreno-cenizo. Como de lagartijo común, luego de 3 días de muerto. De greña larga, complexión rechoncha, barrigón, bigote medio crecido, y pesé a tener 27 años, se veía fácilmente como mínimo el doble de edad. Que bien podría parecer personaje de televisión o de película: el ayudante chemo de un trabajador de taller mecánico. En cuanto a la estatura, quizá medía un metro y 60 centímetros. Casi un Hobbit. Y un razgo característico e inolvidable del chamo, es que siempre tenía la mirada roja y humosa. Voz algo irritada, más bien aguda. Reía como gallina y tosía como carcacha cayéndose a pedazos.

La otra protagonista, la esposa, también era de tez morena, aunque tampoco era de un tono muy saludable. Más bien cenizo, del color de su personalidad. Delgada, cabello oscuro y... no lo sé, es difícil describirla, su apariencia es tan común, tan genérica, que es cosa fácil, imposible de recordar. Eso sí, también tenía la mirada de resignación indestructible a los designios de la providencia. La voz también me  resulta complicado de describir, pues era igual, tan simple, tan cgenérica y carecía tanto de vocabulario, expresiones y tonos singulares, reconocibles.

Completando estas imágenes, pasemos ahora sí, al incidente que es motivo de éste post.

Cierto día, recién llegaba por la mañana a tal hostal, y me disponía a ver el nuevo capítulo de Dragon Ball Super, para después ponerme a hacer unos diseños durante todo el día.

Entonces, lo primero con lo que me encuentro es que todo el lugar está en silencio, debido a que no hay internet. Por lo tanto, no habían ruidos de las computadoras y televisiones a todo volumen, pues los inquilinos solían "amenizar" el lugar con videos musicales  de reggae jamaiquino o psycho de esa que dan convulsiones con tan sólo escucharlo.

Me dio igual, así que me puse a ilustrar. Cuando de pronto, noto el cristalazo del silencio roto:

- ¡Chinagadamadre , Pinche Chabela! ¡Te dije que fueras por mi puta coca y no fuiste, pinche culera!

- ... (silencio)

- ¡Ábreme la puerta, pinche ojete! ¡Te dije que no cerraras la puerta!

- ...

- ¡Hey, te estoy hablando pendeja! ¡Ábreme la puerta, te digo!

- ...

- ¡Hey, te estoy hablando, no te hagas pendeja! ¡Órale, no estoy jugando!

Luego de una hora - literal - de rebuznidos rezongones y demás berrinches consistentes en lo mismo. Peticiones de apertura de la puerta:

- ¡Chingadamadre, pinche Isabel! ¡No mames! ¡No mames! ¡Ya estoy cansado de ti! ¡No sirves para nada! ¡No vales madre! ¡No sirves ni para puta madre! ¡Estoy harto de ti! ¡Harto, harto! ¡Me tienes aquí como pendejo más de una hora, pidiéndote  que me abras la pinche puerta! ¡Sólo voy a sacar algo!
 

- No...

- ¡¿Qué no?! ¡Hija de tu puta madre! ¡De verdad, ya me voy a ir a la chingada! ¡Ahora sí, te lo juro! ¡Por Dios, que ya me voy a largar, ahora sí lo digo en serio! ¡Estoy hasta la madre de que siempre me hagas lo mismo! ¡Sólo abreme la pinche puerta, sólo voy a sacar mi dinero!

- No, lo vas a usar para comprar marihuana

- Y si lo quiero para hierba, ¡¿qué?! ¡¿A ti qué putas te importa!? ¡Es mi pinche dinero!

- Pero te lo gastas todo en hierba

- ¡Es mi pedo, estúpida! ¡Yo soy el que aquí hace todo! ¡Sí, son $500 pesos, pero al menos hago algo, no que tú que no trabajas ni haces nada más que aplastarte todo el día a ver la tele! ¡Yo limpio mierda de los baños! ¡¿Y tú qué?! ¡Tú ni siquiera puedes limpiarte el culo,
eres una pinche inútil, eso es lo que eres, pinche mantenida inútil, no sirves pa´puta madres!


Cabe resaltar que la chava en ningún momento sollozó, ni alzó el tono de voz, y lo que es aún más inverosímil: el supuesto bebé tampoco lloró ni hizo ruido y ni siquiera fue mencionado.

- ¡¿Sabes qué?! ¡¿Sabes qué?! ¡Ahora sí! ¡Está bien, quédate ahí encerrada, púdrete ahí adentro, me vale madre! ¡Me vales madre! ¡Tú eres nada sin mí! ¡Ahora sí, ya me largo! ¡Me largo!

El "hombre" entonces se agarra de las greñas y a paso apresurado, avanza unos 6-7 pasos, sólo para dar media vuelta y regresar a la carga.

- ¡Que me abras la puta puerta de una vez, Isabel!

La hitoria se repite con las amenazas de fuga. Fue un loop que duró una hora más. "Ahora sí ya te lo juro, me largo a la verga de aquí". Hubo un momento en el que creí que le habían puesto algún alucinógeno a mi café, porque se repetían las mismas acciones y palabras altisonantes. Un bucle eterno. Pero una hora más después:

- ¡Con una chingada, pinche escuincla mimada! ¡Ábreme por favor, pinche estúpida, mira, te lo ruego! ¡Te lo estoy rogando! ¡Mira, me voy a poner de rodillas, sólo quiero sacar mi libro y te juro por Dios que me voy, ándale! (Mencionó un libro, el tipo tenía un libro, leía, sabía leer ¡Leía! ¿cómo era eso posible? Aunque no sería de extrañarse que fuese un libro de chistes verdes o de Cohello).

- No, José, porque me vas a pegar

- ¡No seas mamona, chabela! ¡¿Cómo te voy a pegar?! ¡Tú ya ni siquiera necesitas que te peguen! ¡Tú no entiendes con nada, tienes mierda en la cabeza! ¡Nunca aprendes! ¡¿Cómo chingados te voy a pegar, ya me da güeva pegarte?! ¡No gano nada!

- ...
- ¡Mira, me voy a poner de rodillas, abre la cortina para que veas! ¡Mira, estoy de rodillas, ábremeeeee, chingadamadre! ¡¿Qué mas quieres, Isabel?! No, ¿sabes qué? Pinche vieja estúpida, no tienes dignidad, ni sirves para anda. No sé que hago contigo, ya ahora si me largo. Jamás me vas a volver a ver. ¡Arréglate como puedas, porque ni para puta sirves! ¡Hasta una muerta ha de coger mejor que tú! ¡Un puto cadáver debe ser más rico que tú! ¡Ojalá te mueras rápido, porque nomás sirves para ocupar espacio. Pinche niñita malcriada!

La bestia repitió los mismos recorridos, y palabras más, palabras menos, el mismo rollo, durante una hora más. En esos momentos, por extraño que parezca, todos nos encontrabamos, cada quien en su cuarto, escuchando atentamente el evento. Que paciencia. Que paciencia de la tipa de estar aguantándo tantas majaderías, groserías en su contra, sin jamás contra-atacar verbalmente, sollozar o pedir que parara. Y que paciencia del tipo para aguantarse a sí mismo chillando como cerdo durante poco más de 3 horas ininterrumpidas, con un discurso que consistía en expresiones concatenadas de 3 insultos + 3 ruegos + 3 amenazas + 1 juramento + 2 inultos.

Y el bebé jamás emitió sonido alguno.

Y, para no redundar más en la historia, al final, luego de 3 horas y media. A las 2:25 e la tarde, por fin, el energúmeno rompió el cristal de la ventana, metió la mano, alcanzando el cerrojo de la puerta y se abrió.

No hubo violencia después, no hubieron más gritos. Surgió el surrealismo: la pareja infernal salió al pasillo a plantarse a ver sus diarios 16 capítulos
de los Simpson, riendo como si nada hubiese sucedido.

Y el bebé nunca hizo el más mínimo sonido.

Esto sucedió a dos semanas de que hubiese llegado al lugar. Y, a modo de bonus, he aquí otro mini-diálogo que había escuchado justamente la primer noche que llegué al lugar:

- ¡José! ¡Déjame ya!

- Ay, hombre, si bien que te gusta, ya deja de estar de apretada...

- No, no quiero, no tengo ganas

- Nunca tienes ganas, siempre te tengo que estar rogando pinche chabelita, ánda ya, no te pongas de mamona

- ¡Que no! ¡No quiero, en serio! de verdad, déjame ya en paz, por favor!

- ¡Ah, está bien, pinche frígida! ¡Hay mil mujeres mejor que tú, y yo podría estar cogiendo con cualquiera de ellas! ¡No sé que chingados hago contigo, pinche vieja creída
Y bueno, estos dos últimos diálogos son de esas cosas que me dejan reflexionando, que me "mejoran", pues mi mente subconsciente queda, además de entretenida, espantada, horrorizada ante el hecho de volverme una persona así.

Así que, vivenciando esto, le hecho más ganas todos los días a todo. El firme propósito de no volverme como ellos, se vuelve más fuerte cada día, y así, cada vez que me siento cansado, sólo pienso en esa desafortunada pareja. Después de esto, cualquier problema de pareja de otras personas (y espero que nunca las mías) parecen juegos de niños de kínder. Así, mejoro en mis actitudes ante la vida, en la toma de desiciones. Visualizar o escuchar casos como estos, le hacen a uno madurar, creo. Saber lo que uno quiere y si no, al menos saber en definitiva lo que uno NO quiere en su vida.

Pero, ya para terminar, a todo esto, he de agregar dos cosas más. Olvidé mencionar que la familia de la chica vivía en la casa de al lado, y ella me había comentado que su papá era alcohólico y no quería a su "esposo" porque fumaba hierba (¡Wow, sólo por eso!). Así que los corrió de la casa, para, luego de unas 3 horas de angustia y desesperación, decidieran instalarse en el hostal de al lado.

Ah, sí, y también olvidé mencionarlo. En todo el mes que estuve en el lugar, el bebé jamás, pero jamás hizo un sonido.

Moraleja: Niños, no piensen que la hierba soluciona todos los problemas de la vida y mucho menos que despierta la glándula pineal otorgándoles super-poderes y sabiduría suprema. No, los hace que tomen desiciones estúpidas, como elegir parejas que les hacen la vida una celda pakistaní.

Moraleja 2: Por favor, jamás pierdan el miedo a caer al precipicio de la mediocridad, y ahogarse en el océano de la decadencia. No seán jamás como José e Isabel.

¡Shalom! :D
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"\(ㆆ.ㆆ)"

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- La libertad primordial está en la ausencia de deseo...está en el gesto primordial de las estatuas de los dioses. Yo desato los nudos del querer

- ¡Chorradas!
 

- ¿Por qué chorradas?

- Porque lo digo yo y siempre tengo razón

- Puede que no sea suficiente

- Primero, la libertad es un tópico que empieza a jorobarme. Exactamente como la contaminación, la acupuntura y la sociología. Segundo, querer una cosa engendra lo contrario generalmente. Instaurando la libertad, la revolución francesa inventó el pasaporte. Y escúchame bien, amigo mío, los que hablan de libertad suelen ser unos desgraciados, aterrorizados por su suegra, o atados como chorizos

- Precisamente, y desean que eso cambie

- No lo creas. Hay muy poca gente que desea realmente ser libre. Y cuando lo son, no siempre les va bien. La libertad es el vacío con la angustia del vacío...es la responsabilidad en soledad. No lo confesarán nunca, pero prefieren por mucho su esclavitud. Osea, la seguridad, el sueldo fijo, los extras, el seguro...Un esclavo siempre está mejor tratado que un hombre libre, ya que nos pertenece. Lo cuidamos, lo alimentamos, es un valor negociable. Para vivir felices, vivimos alienados. La libertad son patadas en el culo
 

- Pienso que...
 

- No hay que pensar

- Sin embargo, piensa que un hombre como Ghandi, que liberó a su pueblo

- ¡Sí, hablemos de eso! ¿te has pasado por Calcuta, sorteando cadáveres por las calles? Hambres, revueltas, millones de muertos, ¡fantástica la No-violencia!

- Bien, pero lo que no se puede negar es que...

- ¡Que ha causado más muertes que Hitler y Stalin juntos!

- Discusión filosófica entre Rosco (Mario Santini)
y Phillipe (Paul Gégauff)
Una fiesta de placer (Une partie de plaisir, 1975)

Indagaciones sobre la indigencia

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 Muchas veces me he preguntado que es lo que pasa por la cabeza de un vagabundo. 

Hablo de esos vagabundos que se ven deambular por las calles, con la mirada ida, el cráneo transformado en un planeta de piojos, liendres, chinches y pulgas. De esos con la cabellera hecha un tapete de rastas, que traen la ropa raída. Armas bacteriológicas ambulantes.

Se les ve a veces, sentados en algún lugar de un parque, echados en banquetas y bancas, sin saber si realmente están vivos o no. No hay modo de reconocer cuantos meses o años llevan de putrefacción.

Me mueve pues, algo en mi interior se remueve, y no son reflejos vagales por la repugnancia o a versión, sino el pensar en sus pasados. En el cómo llegaron hasta ahí. En cuándo y cómo comenzo el descenso hacia la descomposición en todo nivel dimensional. Es decir, aún y con que hubiesen nacido sin un céntimo, detrás de un contenedor de basura en un mercado, habría habido algún momento de mayor claridad mental, de estabilidad "económica" por llamarle de algún modo, o, sin utilizar eufemismos, algún momento cumbre en el que el dinero ganado rendía para dos o tres botellas del mejor aguardiente, porros o bolsas de pegamento.

¡Ah!, ¿drogas y alcohol? Habrán sido esos elementos los que desencadenaron la ruina espiritual de dichas personas? ¿O algunos de ellos habrían sido multimillonarios y derrocharon todo en juergas, juego, vicios?

Cabe la posibilidad de que fueran personas que tuvieron "revelaciones divinas", en las que se les ordenó dejarlo todo para que las puertas de los cielos y los brazos de Jesús les fueran abiertos? (Después de todo, Jesús dijo que era más fácil que un camello pasara por el ojo de una aguja que un rico entrara al reino de los cielos).

No lo sé. Podría inclinarme a la posibilidad de que anduvieron jugando con entéogenos. Después de todo, luego de experimentar con plantas de poder (alucinógenos, pues), he llegado también a momentos en los que no sabía ya en dónde estaba, ni cómo había llegado, a dónde iba, porque estaba ahí, y ciertamente, luego de la tremendísima experiencia del viaje hacia esos planos infinitos de la mente, uno puede llegar a tener la sensación de que todo es una irrealidad, una ilusión, un sueño.

Hay momentos, en los que, debido a los desbarajustes cerebrales, en determinado punto de la experiencia mística, ya en la cresta del viaje, uno también se puede llegar a sentir como un vagamundo. Sobre todo, después de haber experimentado la omnisciencia, para, al finalizar el trip, pensar y sentir que el mundo "material" ya no es para uno. Ve uno con más claridad el juego, la obra, el mecanismo de la creación, y se puede - dependiendo de la intensidad enteogénica - pensar que ya se ha visto y vivido todo. Despojando de la vida la alegría, el misterio, el sentido. Se llega a ver demasiado, pero nunca la totalidad.

No obstante, de los parias callejeros de este tema... bueno, parecen de hecho como de los que se quedaron en el viaje.


Pero, continuando con las reflexiones proyectadas al ver a estos quistes caminantes, me pregunto también, en el cómo se hablan en el interior de sus cabezas, pues, el lenguaje verbal es difícil de arrancar. Aunque tuvieran un limitado vocabulario de 40 palabras, 10 gruñidos, 5 gemidos, tres llantos y doscientos tipos de risa, podría armar con eso, un monólogo interior llamativo. ¿Se hablará a si mismo en primera, segunda o tercera persona? o ¿cuántas voces más habrán?, y más intrigante aún: ¿qué hacen cuando tienen impulsos sexuales?, es decir, todos los seres padecen de hornyness, desde la niñez hasta sus últimos días, cuando ya parecen más ciruelas-pasas paquidérmicas quelónicas que humanos. ¿Cómo se desahogan? Los fibrilante red de gusanos bajo la epidermis perianal les provocará ésta comezón sexual?

Continuando con las preguntas, ¿qué piensan cuando ven el cielo? cuando ven otros seres humanos encontrándose, riendo, con ropas, pieles y pelos limpios. Cuando ven a otro "paisano" del país de los enajenados, desterrados de la realidad colectiva. Cuando les ve enamorados, besándose,arrancándose las pieles a caricias y besos.

¿Sus pensamientos, ensoñaciones y sueños serán abstractos, cubistas, hiper-realistas?, ¿oirán en monoural o sonido estéreo? ¿Tendrán fantasías? ¿Sueñan con fiestas orgíasticas con conejitas Play-boy o que vuelan sobre nubes voladoras? ¿Piensan en Dios? ¿Se sentiran iluminados a ratos?

Porque iluminados no son, eso es seguro. Lo tengo más que constatado, y aunque algún neo-hippie de la Nueva "nueva era" pudiera decir que ese vagabundo es también una manifestación del Eterno (bueno, ellos le llaman "Universo", lo olvidaba), y que hay una chispa divina en su interior... No lo sé, la primer impresión mental, precedida de la primera impresión olfativa, me hacen sentir que no tienen posibilidad de redención. Están, pero no están...

Y, ¿por qué estoy escribiendo sobre esto? Creo que porque estando aquí en San Cristobal, siento como si un gran número de personas, de los "viajeros", (incluyéndome, a veces) estubieran en estado larvario de indigente. Siendo lo más de temer el "momentum" imperceptible en que todo se viene abajo. En el que un "Todos somos Uno, Dios es amor" se convierte en "gruoor gruoaaogh, bleeeh, gghjj n gaa".

Después de todo, creo que una gran mayoría se encuentra en un estado similar de enajenación. Sólo que unos tienen la mirada fija en el horizonte infinito tras las nubes
y otros en el de un monitor de teléfono móbil, laptop o tablet.

Pero bien, no quiero hacer un post largo, así que, moraleja: Niños, si van a fumar hierba, comer hongos, tener viajes de ayahuasca o ácido, háganlo con quienes más confianza tengan, de preferencia que sea con personas inteligentes, sabias, cálidas, así cuando se esté dando la conexión energética-telepática, se transmiten cosas buenas que les ayuden en la vida. Nunca lo hagan con alguien que sepan que puede vacilarnos justo en la cresta de la ola psicodélica, exclamando entre risas-llantos histéricos, cosas como "Eres Dios", "Estamos muertos" o "Vamos  a ir al infierno". "Y sobre todo, si van a viajar, debe hacerse con buenos estados de ánimo, nada de estar atravesando por depresiones agudas ni nada de eso, ¿ok?

Bien, hasta otra. Ya luego escribo sobre episodios de mi vida en la que también casi me transformo en vagamundos (que no es lo mismo que indigente, que sólo puede aspirar a tomar baños de orina de perro)

La paz sea con ustedes. ¡Shalom!
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"\(͠⊙▭⊙͠)/"

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- Hablo del mensaje. Lo que quiere decir. Se llama "gentrificación" Es lo que sucede cuando el valor de una propiedad de una cierta zona baja. ¿Están escuchando?

-

- Bajan el valor de la propiedad. Así pueden comprar las tierras más baratas. Entonces, desalojan a la gente, aumentan el valor y lo venden con más ganancias. Lo que debemos hacer es mantener todo en nuestro barrio negro. Ganado por negros con dinero negro. Tal como lo hacen los judíos, italianos, mexicanos y koreanos.

- No es nadie de afuera que hace que baje el valor de nuestras tierras. ¡Es ésta gente! Dispárandose los unos a los otros, vendiendo crack y esas mierdas.

- Y ¿cómo crees que está el crack en nuestro país? No tenemos ningún avión, ningún barco. No somos la gente que anda volando o trayendo a flote esa porquería aquí. Sé que cada vez que encienden la televisión, eso es lo que ven: negros vendiendo crack, traficando crack. Lo sé. No era u nproblema cuando estaba aquí. No era un problema, hasta que llegó a Iowa, y a Wall Street, en donde apenas y hay negros. Si quieren hablar de armas, ¿por aquí hay una tienda de armas en cada esquina?

- ¿Por qué?

- Les dire porqué. Por la misma razón por la que hay un a licorería en cada esquina en las comunidades negras. ¿Por qué? Porque quieren que nos matemos entre nosotros. Si van a Beverly Hills, no ven ésta clase de mierda. Quieren que nos matemos. La mejor forma de destruir a la gente es quitarles la habilidad de reproducirse. Ellos están haciendo exactamente lo que quieren que hagan. Tienes que pensar, hermano, en tu futuro.


- Plática de Furious Styles (Laurence Fishburne)
 con la gente del barrio
Boyz n The Hood (1991)
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"(⊙︣▭᷅⊙)"

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"Estar ahí para alguien cuando te necesita Eso es todo lo que hace a una relación. 
Eso es todo lo que es."

- Ellie (Imogen Poots)
Las novias de mis amigos (That Awkward Moment. 2014) 

viernes, 25 de noviembre de 2016

"Gam zeh ya'avor"

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 Relato hebreo

En la tradición se relata que cuando el rey David se encontraba en los umbrales de la muerte, llamó a su hijo y sucesor, Salomón, para la despedida final. Salomón era joven, inexperto y estaba muy preocupado por la corona que pronto sería suya. Le rogó a su padre que le dejara algo que pudiera serle de ayuda en tiempos de crisis. Su padre le dio un joyero que contenía un anillo. "Cuando te encuentres en aprietos", dijo David, "abre este estuche y mira la inscripción del anillo. Pero cuando te encuentres en la cima del bienestar, vuelve a abrirla y entonces mira la cara interna del anillo. Que Dios sea contigo, hijo mío". Y murió.

Los años pasaron y Salomón se encontró asediado por problemas graves, de todo tipo y color. Incluso estuvo separado de su cargo de rey por un tiempo.

Salomón estaba abatido y apesadumbrado cuando recordó el consejo de su padre y abrió el joyero. En la cara del anillo leyó las palabras hebreas:  "גם זה יעבור" (Gam zeh ya'avor) que significan "Esto también pasará". Se sintió profundamente reconfortado por el mensaje y volvió a tomar el control de su destino con confianza y decisión. Se superaron los obstáculos. Se disipó la rebelión. Luego comenzó una época de auge y florecimiento sin igual, a raudales se incrementaban sus riquezas y hacía gala de su sabiduría. Tener tanto poder era otro logro supremo que enriquecía el orgullo de Salomón y aumentaba su sensación de ser invencible. Pero, no olvidó abrir el joyero, extraer el anillo, mirar la inscripción grabado en su interior y leyó: "Gam ze iaavor" , "Esto también pasara". También la riqueza, la fama, la gloria, la pompa, todo el lujo pasadía.

Y así fue como Salomón se convirtió realmente en el ser humano más sabio de todos los tiempos.
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¡Haz!

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 Cuento sufí

Un discípulo llegó a lomos de su camello ante la tienda de su maestro sufí. Desmontó, entró en la tienda, hizo una profunda reverencia y dijo:

— Tengo tanta confianza en Dios, que he dejado suelto a mi camello ahí fuera. Estoy convencido de que Dios protege los intereses de los que lo aman.

— ¡Pues ve afuera y ata tu camello, estúpido! Dios no puede ocuparse de hacer en tu lugar lo que eres perfectamente capaz de hacer por ti mismo — le dijo el maestro.
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jueves, 24 de noviembre de 2016

El chullachaqui

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 Cuento peruano

Una mañana, unas hermosas garzas blancas volaban muy temprano en busca de las playas, y un sol resplandeciente anunciaba que en la selva sería un día alegre.

Ese día don Mashico, en compañía de su mujer y uno de sus hijos, se fue a sus chacras que estaban a un kilómetro de distancia del pueblo, mientras los menores – una mujercita y un varoncito – se quedaron al cuidado de la casa.

Pasada una hora desde que sus padres se habían ido, los niños vieron llegar a una mujer igual a su mamá y ella, dirigiéndose a Juanita, la niña, le ordenó: “Agarra tu machete y nos vamos a la chacra.”

Ella obediente al mandato de su supuesta madre tomó su machete y la siguió. Sin embargo, se trataba del chullachaqui, el diablillo del monte, que con su magia convirtió a Juanita en una shipash y la escondió en el monte.

Los padres, al regresar a casa con la comida para toda la semana, se percataron de que su Juanita no se encontraba y don Mashico le preguntó a su hijo pequeño: “¿Pepito, dónde está tu hermanita?”  A lo cual él contestó:  “Vino mi mamá y se la llevó a la chacra.”  “Pero cómo!?  Tu mamá no vino en ningun momento a la casa porque estuvimos huactapeando todo el día en el platanal!”

En ese momento empezó a invadir la tristeza a toda la familia.  Llegó la noche y prendieron mecheros para iniciar la búsqueda llamándole por entre los bosques y al no encontrar huella alguna, cansados y ensimismados de tristeza, regresaron a casa a golpe de la media noche. Se acostaron a dormir y en sueños, don Mashico vio que el chullachaqui le robaba a su Juanita.

Al despertar le contó a su mujer lo que había soñado y juntos ordenaron sus ideas y se pusieron a cumplir con las indicaciones del anciano.  Después de la velada, pasaron cuatro días y don Mashico se encontraba aún más triste porque Juanita no aparecía. Sin embargo, una tarde, cultivando su maizal, salió de repente del monte la shipay.  Don Mashico al ver a la niña emprendió una veloz carrera y con gran esfuerzo pudo atraparla.  Juanita trataba de escaparse dándole fuertes mordiscones a su padre, se jalaba de los pelos, gritaba palabras incoherentes, se mostraba como un animal salvaje.  Don Mashico haciendo grandes esfuerzos logró amarrarle al tronco de un árbol y llamó a su familia para llevarla a su casa.  Estando en reposo echada en la tarima no quería comer ni dormir, suspiraba a cada rato pensando en el chullachaqui.

Los padres al ver que no mejoraba, mandaron a llamar al brujo Ishtán para que la tratara.  Este sacó su cigarro y le comenzó a soplar el humo acompañado de sus ícaros.

La niña comenzó a reaccionar mostrando una lenta mejoría y luego una rápida recuperación.  El curandero recomendó a sus padres que la convidasen a chapo de plátano cantín asado en carbón a fuego lento.

Con unos cuantos soplos más acompañados de sus icaradas, Juanita se recuperó y pocos días después, ya toda dicharachera, se puso a contar cómo la engañó y se la llevó al monte el chullachaqui haciéndose pasar por la madre.

Y contó que pudo escapar y que así fue como llegó al lindero de la chacra donde el padre la vio y pudo atraparla.

Don Mashico, para evitar que sus hijos volvieran a sufrir este tipo de percance decidió irse con su familia a otro pueblo donde aún viven felices hoy en día.
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Sung Ting-Po atrapa a un fantasma

 Cuento chino
(De Notas sobre la metamorfosis de Juang Fu, dinastía Tang)

Cuando aún era joven, Sung Ting-po, natural de Nan­yang, provincia de Jonán se encontró de noche con un fantasma en pleno camino. 

- ¿Quién es usted? - preguntó. 

- Un fantasma, señor. 

y a su vez demandó: - ¿y usted? 

- Un fantasma como usted - mintió Sung.

- ¿A dónde va usted? 

- A Wanshi. 

- j Qué casualidad I Yo - también. 

Marcharon juntos durante varios li*

- Andar así lleva mucho tiempo y resulta muy fatigoso. ¿No será mejor cargamos por turno uno al otro? - sugirió el fantasma. 

- Muy buena idea - aprobó Sung. 
 
Para comenzar, el fantasma lo cargó durante un largo trecho. 

- Lo encuentro muy pesado - se asombró el fantas­ma -. ¿Es usted realmente un espectro?
- Soy un espectro reciente - respondió Sung -. Por eso aún soy pesado. 

A su vez cargó al fantasma, que no pesaba absoluta­mente nada. 

Y así siguieron por el camino, cargando uno al otro por turno. 
 
- Como soy un nuevo aparecido - observó Sung-, aún no sé lo que más debemos temer como fantasmas. 

- Hay una sola cosa que tememos: que un hombre nos escupa. 

Siguiendo el camino, llegaron a un arroyo. Sung invitó al fantasma a que lo atravesara primero. Así lo hizo, sin el menor ruido. En cambio, Sung atravesó la corriente con un gran alboroto de agua revuelta. 

- ¿Por qué hace tanto ruido? - preguntó el fantasma. 

- No hace mucho tiempo que he muerto - respondió 

Sung, con la intención de adormecer la vigilancia del fan­tasma -. Por eso aún no tengo el hábito de caminar sobre el agua. Le ruego perdone mi torpeza. 

Cuando se aproximaron a la ciudad de Wanshi, Sung echó al fantasma sobre su espalda y lo mantuvo allí fuerte­mente agarrado. El fantasma se puso a gritar, suplicándole que lo dejara en el suelo. Sin inquietarse de esos gritos, Sung apuró el paso hacia la ciudad. Cuando dejó al fan­tasma en el suelo, ya había tomado la forma de un cor­dero. Después de escupido, para evitar que tomara otra forma, Sung se apresuró a venderlo. Y se fue, enriquecido con mil quinientas monedas. 

En esa época, Shi Chung* comentó este hecho con los siguientes términos: 

"Sung Ting-po hizo algo inmejorable: “ganó mil qui­nientas monedas vendiendo un fantasma”.
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* Un li equivale a medio kilómetro.

* Un noble rico de la dinastía Tsin. El autor del cuento se vale de este nombre para probar la autenticidad de la historia. 
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"⊂(°̃▭°̃)⊃"

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"El error de los modernos representantes de la religión es que prometen a sus seguidores la solución a todos los problemas de la vida, sin dejar una expectativa que la religión no solucione. La verdadera espiritualidad, por el contrario, profundiza los problemas, nunca se prepone solucionarlos...El ideal judío de la personalidad espiritual no es el individuo armonioso, determinado por el principio del equilibrio,  sino uno con su alma rasgada y el espíritu quebrado que oscila entre Dios y el mundo. El hombre verdaderamente espiritual aguanta constante agitación mental, colisión psíquica. La Kedushá -consagración, santidad- eleva al hombre, no porque le concede armonía y síntesis, balance y pensamientos mesurados,  sino revelándole lo irracional e insoluble del enigma de la existencia. Kedushá no es un paraíso, sino una paradoja."

- Yosef Dov ha-Levi Soloveychik
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miércoles, 23 de noviembre de 2016

El turbante

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Cuento sufí 

Se cuenta que un hombre un día encontró en un baúl un retazo de una preciosa tela que pertenecía a sus antepasados.
 
El baúl siempre había estado en el desván pero nuestro hombre no tuvo curiosidad por ver lo que contenía hasta el día en que decidió cambiarse de casa y tuvo que efectuar los embalajes para la mudanza. Como en su familia era costumbre llevar turbante quiso hacerse uno con aquel tejido, pero por más que lo intentó no lo logró. Los frustrados intentos le dejaron muy pensativo y preocupado: O su cabeza era demasiado grande o sus predecesores tenían "poca cabeza". Sin darle más vueltas al asunto decidió sacarle partido a aquella herencia y llevó el retal al mercado para venderlo en la habitual subasta de los sábados.

Una vez comenzada la subasta nuestro hombre comenzó a ver, con creciente malestar, como el subastador encomiaba la tela y las ofertas iban subiendo más y más. Consideraba que estaban sobrevalorando el tejido, y no quería engañar a sus vecinos. Su desasosiego llegó al límite cuando se dio cuenta que la persona que hasta entonces había hecho la oferta más alta era un erudito profesor muy valorado por sus aportaciones intelectuales en la comunidad. ¡Seguro que un hombre poseedor de tanto conocimiento debe de tener una cabeza más grande que la mía, así que tampoco podrá hacerse un turbante con el trozo de tela de mis antepasados! No puedo tolerar este engaño, pensó. Así que se acercó furtivamente al profesor y le murmuró al oído: ¡No vale la pena comprar esa tela, es demasiado corta para un turbante!

El profesor al escucharle volvió hacia él su rostro y con mirada de asombro le respondió: ¿En "qué cabeza cabe" que quiera hacerme un turbante con esa reliquia? Voy a enmarcar ese valioso tapiz y colocarlo en un lugar destacado de mi estudio para tener siempre presente la leyenda que lleva bordada: "Todo tiene su valor pero hay que saberlo reconocer."
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"-(◎‿◎)-"

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"Mi idea es que el contenido verdadero de la felicidad es la alegría. No crean en una felicidad permanente, continua, estacionaria, perpetua: no es más que un sueño. La verdad es que hay momentos de alegría: podemos llamar felicidad a todo espacio de tiempo en el que la alegría parezca inmediatamente posible. No a todo espacio de tiempo en el que estamos alegres, pues incluso cuando somos felices hay momentos de fatiga, de tristeza, de inquietud, sino a toda duración en la que tengamos la sensación de que la alegría puede aparecer de un instante a otro."

- André Comte-Sponville
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El paraíso existe y no está aquí

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De El arte de no amargarse la vida de Rafael Santadreu

Antes de que estallase la Primera Guerra Mundial, en la década de 1910, un artista alemán llamado Erich Scheurmann tuvo la oportunidad de pasar un tiempo en algunas islas de la Polinesia.

Como todos los primeros viajeros que visitaron aquel lugar, todavía virgen, Scheurmann quedó fascinado con el estilo de vida samoano. Sus habitantes eran saludables, alegres y pacíficos. No conocían la propiedad privada tal y como la entendemos nosotros, y se abrían a los extranjeros con sencillez, ofreciéndoles sus posesiones en un clima de armonía general. Sin duda, vivían de una forma muy ecológica, respetando la naturaleza y sin la obsesión de acumular bienes, tan propia de Occidente.

Durante su estancia en aquellas islas paradisíacas, estalló la Primera Guerra Mundial y Scheurmann fue detenido por ser de nacionalidad alemana y conducido a Estados Unidos.

Al finalizar la contienda, fue devuelto a Alemania, donde decidió escribir un libro sobre su experiencia en Samoa. Sin embargo, lo hizo desde la perspectiva de los samoanos e inventó el personaje de un jefe polinesio llamado Tuiavii de Tiavea que viajaba a Europa invitado por un hombre blanco y hacía una descripción del modo de vida occidental. El libro se titula Los papalagi y fue publicado en 1920.

Como si de un antropólogo se tratase, se suponía que el jefe Tuiavii había visitado Alemania y hacía una reflexión sobre la loca vida del hombre moderno. Tuiavii les explicaba a sus compañeros cómo eran los papalagi (los hombres blancos), seres enfermos de codicia: Los papalagi realizan infinidad de cosas a base de mucho trabajo y privación, cosas como anillos para los dedos, matamoscas y recipientes de comida. Ellos piensan que tenemos necesidad de todas esas cosas hechas por sus manos, porque ciertamente no piensan en las cosas con las que el Gran Espíritu nos provee.

Pero ¿quién puede ser más rico que nosotros? y ¿quién puede poseer más cosas del Gran Espíritu que justamente nosotros? Lanzad vuestros ojos al horizonte más lejano, donde el ancho espacio azul descansa en el borde del mundo. Todo está lleno de grandes cosas: la selva, con sus pichones salvajes, colibríes y loros; las lagunas, con sus pepinos de mar, conchas y vida marina; la arena, con su cara brillante y su piel suave; el agua crecida, que puede encolerizarse como un grupo de guerreros o sonreír como una flor; y la amplia cúpula azul que cambia de color cada hora y trae grandes flores que nos bendicen con su luz dorada y plateada. ¿Por qué hemos de ser tan locos como para producir más cosas, ahora que ya tenemos tantas cosas notables que nos han sido dadas por el mismo Gran Espíritu?

A principios del siglo XX, mucho antes de que apareciera el ecologismo, Erich Scheurmann fue capaz de ver la diferencia abismal que existía entre el modo de vida de ese pueblo «no civilizado» y el de sus compatriotas europeos, y la relación entre las dos filosofías de vida y
la salud mental. En otra parte del libro, Tuiavii dice:

"Actualmente esos papalagi piensan que pueden hacer mucho y que son tan fuertes como el Gran Espíritu. Por esa razón, miles y miles de manos no hacen nada más que producir cosas, del amanecer al crepúsculo. El hombre hace cosas, de las cuales no conocemos el propósito ni la belleza."

Sus manos arden, sus rostros se vuelven cenicientos y sus espaldas están encorvadas, pero todavía revientan de felicidad cuando han triunfado haciendo una cosa nueva. Y, de repente, todo el mundo quiere tener tal cosa; la ponen frente a ellos, la adoran y le cantan elogios en su lenguaje.

Pero es signo de gran pobreza que alguien necesite muchas cosas, porque de ese modo demuestra que carece de las cosas del Gran Espíritu. Los papalagi son pobres porque persiguen las cosas como locos. Sin cosas no pueden vivir. Cuando han hecho del caparazón de una tortuga un objeto para arreglar su cabello, hacen un pellejo para esa herramienta, y para el pellejo hacen una caja, y para la caja, una caja más grande. Todo lo envuelven en pellejos y cajas. Hay cajas para taparrabos, para telas de arriba y para telas de abajo, para las telas de la colada, para las telas de la boca y otras clases de telas. Cajas para las pieles de las manos y las pieles de los pies, para el metal redondo y el papel tosco, para su comida y para su libro sagrado, para todo lo que podáis imaginar.
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"La finalidad de la existencia es esa plenitud de todos los instantes acompañados de un amor para todos los seres, y no ese amor individualista que la sociedad actual nos inculca permanentemente. La verdadera felicidad procede de una bondad esencial que desea de todo corazón que cada persona encuentre sentido a su existencia. Es un amor siempre disponible, sin ostentación ni cálculo. La sencillez inmutable de un corazón bueno."

- Matthieu Ricard
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