lunes, 19 de septiembre de 2016

El fuego del incendio

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Cuento judío

Cerrada y oscura era la noche, ni la luna ni las estrellas empalidecían la oscuridad, cuando el incendio comenzó a devorar algunas moradas de madera. Los habitantes del poblado rápidamente organizaron cadenas humanas, para pasarse los baldes con agua, y de ese modo extinguir eficazmente el fuego.

En poco tiempo las llamas fueron apagadas, sin embargo, el enojo de las personas contra Dios recién se estaba encendiendo.

Unos a otros se decían: "¿Cómo Dios que es tan bueno permite que acontezcan tragedias como ésta? ¿Por qué no mandó una lluvia que liquidará milagrosamente el incendio? De hecho, ¿por qué no realizó un milagro para que el incendio no sucediera? Es más, ¿por qué directamente no quitó el poder combustible al fuego, para preservar nuestras propiedades? ¿Qué Dios de justicia es este Dios?"
 
Y así, unos a otros los pobladores se iban preguntando tontamente, en tanto incrementaban su enojo y tontera.

Hasta que, gritó el que era considerado el más tonto entre todos los tontos habitantes, y dijo: "¡Dejen ya de culpar a Dios en aquello que es inocente! ¿O acaso no se dan cuenta que si no hubiéramos tenido el fuego del incendio no hubiéramos podido vernos para pasarnos los baldes con agua y así apagar el incendio?"
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