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 De la revista Cinturón negro
Año XV. No. 157
Por Alfredo Tucci
Eros y Eris
Si existe una división esencial y eterna en las Artes Marciales, ésta 
viene marcada por su propio nombre.De un lado lo artístico, del otro 
Marte. El Arte como paradigma de Eros y Marte como perfecto ejemplo de 
Eris.Eros, el antiguo dios del Amor nace del Caos a la vez que su 
hermano Eris nace de la Guerra. Como veis, en las raíces de nuestra 
cultura también existía, en sus orígenes, el concepto de los opuestos 
complementarios del Yin y del Yang del mismo modo que en las tradiciones
 de Oriente. 
Amor y Guerra son dos fuerzas opuestas y complementarias y 
todas las culturas participan de ambas, si bien es cierto que en 
determinados periodos de la historia de los pueblos la tendencia ha sido
 ensalzar más a una que a otra.Como fuerzas indiferenciadas, Eros es tan
 necesarios como Eris. El uno crea, el otro destruye para poder renovar 
así, el ciclo de la vida, la evolución y el cambio siguen su curso 
eternamente. Pueblos como Esparta pusieron más acento en Eris, mientras 
Atenas lo puso en Eros, sin embargo de aquella dialéctica surgió una 
gran cultura de la que todos en Occidente somos deudores.
La guerra tal y como dice el gran estratega chino Sun Tsu, es un asunto de vital importancia, constituye la base que determina la vida o la muerte, el camino hacia la supervivencia
 o la aniquilación. La guerra no es un asunto muy popular en nuestros 
tiempos en los que el valor de la vida del individuo se ha incrementado 
enormemente, especialmente si miramos hacia atrás en la historia y lo 
comparamos con el que se le atribuía en tiempos pretéritos. Por empatía, 
más que por ninguna otra razón, ninguno de nosotros amamos la idea de la
 guerra. Ni siquiera el principio que representa posee, digámoslo así, 
lo que se dice una muy buena prensa. Esto eventualmente debería dejar a 
Eros campando a sus anchas por el Planeta, y el cuerno de la abundancia,
 la cultura del vino y la miel sería el pan nuestro de cada día… pero 
todos sabemos que no es así. El fiel de la balanza en los corazones y en 
las mentes de los humanos (¡al menos formalmente!) se inclinan hoy en 
día hacia “la hermana suave” antes que hacia el hermano destructivo. 
Esta preferencia, de facto, ha creado un desequilibrio en nuestras 
sociedades modernas. Todo aquello que represente a Eris, la fuerza de 
repulsión, lo guerrero, se ve con desagrado y ha sido apartado y 
pospuesto: la violencia, la guerra, la muerte… ¡si hasta el propio 
invierno tiene mala prensa!. El ideal humano, el paradigma del paraíso 
es Eros y desde luego se asemeja mucho más a una isla paradisíaca llena 
de jóvenes felices haciendo el amor y por supuesto… ¡en verano! Las Artes
 Marciales deben, como un todo completo, representar en sí mismas ambos 
principios y así lo han hecho durante siglos, si bien y dado que todo 
existe en grados, las ha habido con mayor o menor predominancia de ambas
 fuerzas a medida que los estilos se han ido especializando.
Las Artes Suaves, las Artes Duras
Un hipotético escenario de origen común (una imagen siempre idealizada) 
nos hablaría del mítico principio puro en el que un perfecto equilibrio 
existiría entre ambas. Un Arte Marcial donde tanto el Arte como lo 
Marcial tuvieran su justa cabida, en el que tanto los aspectos marciales
 representando a Eris, como los artísticos en representación de Eros, se
 expresarán y formarán parte de su filosofía y práctica. Sin embargo, con
 el paso del tiempo se desarrolló una especialización diferencial que 
existe como bien sabéis entre los estilos. Los hay más propensos, en 
cuanto a la forma, a los movimientos suaves y lentos; los hay duros y 
rápidos. En cuanto al contenido: hay estilos que fijan la atención del 
practicante predominantemente al interior, mientras otros sólo existen 
en función del contrincante externo. Así, hasta para el mayor de los 
profanos, hay dos tipos de Artes Marciales: las suaves o internas y las 
duras o externas.
Bien es cierto que tal división, como todas, es 
antes una gama de grises que una línea trazada con un palo en el suelo. 
Los diversos estilos afortunadamente y muy especialmente aquellos más 
antiguos, inciden en ambas partes de esa línea, aunque la ley de la 
predominancia está implícita en cada forma de entender el Arte Marcial. 
Pero permitidme ahondar más en esa característica diferencial para ver 
hasta donde nos puede llevar y, dislocando así la realidad, poder 
comprenderla un poco más. A veces sólo poniendo las cosas en los 
extremos podemos apercibirnos más profundamente de lo que está oculto 
tras ellas, ¿no es así? Nadie se sienta pues ofendido por una caricatura
 que, a la postre, sólo nos ofrecerá una ocasión de mirar el conjunto de
 nuestras prácticas con perspectiva.
Los estilos internos y sus querencias. ¿Bailas o peleas?
 
  
 
Los
 estilos internos, tal como sus hermanos del lado opuesto, atraen 
decididamente como practicantes a aquellos que les son afines, que 
vibran en su mismo tono. Por supuesto, los de los estilos 
predominantemente internos no tendrían ningún empacho en declararse 
abiertamente y sin ningún pudor como “amantes de Eros”. Los sinuosos y 
suaves movimientos del Tai Chi son el “queso en la ratonera” de ese 
hombre longuilíneo, intelectual, interesado en las Artes, amante de la 
Paz y del silencio, preocupado con la salud, las buenas formas y por el 
estado de la capa de ozono. El practicante de Tai Chi (bien entendido que
 estamos usando el Tai Chi como ejemplo, y describiendo un personaje 
estereotipado y en tal medida falso) se siente atraído de forma 
inconsciente hacia su Arte, pues éste sin duda muestra su cara mas 
“erótica” (Eros) en un primer contacto. Luego la práctica, si bien 
enseñada, sorprende al adepto con sus formas de combate, lo contrasta 
con el esfuerzo, con esas posiciones que, para ser correcta y 
naturalmente adoptadas, requieren de un enorme trabajo y de una 
perseverancia a toda prueba, ¡algo mucho más “Erítico”! Pero no sería el 
primer caso de un Maestro de Tai Chi, ni posiblemente el último, que se 
acercara a mí para quejarse de lo mucho que le cuesta imbuir a sus 
alumnos del adecuado “espíritu marcial” en sus prácticas. Hace unos días,
 y por cambiar de estilo (no sea que se de el caso de que se me queje 
alguno) grabamos un vídeo con un grupo de practicantes de Esgrima, 
entiéndase ésta en sentido amplio, es decir no sólo esgrima de espada 
sino también Escrima filipina y lucha con todo tipo de armas. Su 
peculiaridad, reside en que sus prácticas se han visto enriquecidas por 
el estudio de un material interesantísimo vinculado a la historia de su 
país, Italia, desde la Edad Media y especialmente durante el 
Renacimiento, donde este Arte era ampliamente practicado por todo el 
mundo. “Nova Escrimia”, que así se hace llamar este grupo que tan 
diligentemente dirige Graciano Galvani y del que sin duda oiréis hablar 
mucho en el futuro, ha escrito varios e interesantes tratados sobre la 
materia que han despertado la atención de muchos jóvenes universitarios.
 El D’Artagnan que habita en cada uno de nosotros despertó por supuesto 
en ellos sus fantasías románticas. Maese Galvani descubrió, no sin 
desazón y más pronto que tarde, que en el preciso momento que en sus 
clases apretaba el acelerador de lo marcial (algo por otra parte 
esencial en su trabajo cotidiano), sus ilustres pupilos desertaban 
despavoridos. Y es que Maese Galvani trabaja su Arte tal y como debe de 
hacerse… pero el sudor, el esfuerzo y los golpes no son 
románticos…Algunas escuelas de Aikido, afortunadamente no todas y cada 
día menos, siguen danzando entorno a Tori en lugar de aprender a lanzar 
un ataque verdadero; algunos ¡Aikidokas no aman nada a Eris! y, sin 
embargo, el verdadero Aikido es imposible sin él, pues tal como lo 
describió su fundador el Aikido es la unificación de los dos principios.
Los estilos externos:la vía de Robocop 
La
 eficacia en el combate está sin duda en el origen de todas las Artes 
Marciales como una básica aspiración de justa utilidad. Sin embargo, el 
reduccionismo de las actuales modas en el sector están relegando a 
muchos estilos a una colección de técnicas para, deportivamente o sin 
regla alguna, conseguir reducir al enemigo a un trozo de carne tal y 
como lo expresó Groucho Marx “despreciado hasta en una carnicería 
mexicana” (¡y que me perdonen los amigos de México! donde hay, por 
cierto, magníficas carnes). Casi completamente entregados en brazos de 
Eris, las formas profesionales de combate se focalizan en un aspecto 
que, no por ser importante, debe de ser excluyente en la práctica de 
Artes Marciales. Las formas policiales y militares de combate se podrían
 confesar abiertamente amantes de “Eris”, como no podría ser de otra 
manera. Sin embargo, en los estilos nacidos o recreados al calor de los 
“Vale todo” han transformado al combatiente en un patético remedo del 
guerrero e incluso del “militia”. Llevado al paroxismo estas tendencias 
conducen a muchos individuos a entregarse, como es bien sabido en estos 
círculos, al consumo de esteroides anabolizantes que los convierten 
verdaderamente en masas espectaculares de carne, tremendos “Robocop” 
cuya función no parece ser otra que la de conseguir destruir con saña a 
otra enorme masa de carne en un ring. ¿Cómo puede haber desarrollo 
personal en quienes se destruyen a sí mismos?, ¿dónde quedó Eros en tal 
camino?
Es cierto que hay entre los amantes de la eficacia toda 
suerte de personas, muchos de ellos afortunadamente magníficos 
deportistas y luchadores que cultivan sanamente su cuerpo y explayan su 
ardoroso espíritu combativo haciéndonos correr ríos de adrenalina y 
entusiasmo por su valentía, pundonor y bravura; individuos, algunos de 
ellos, que además cultivan su lado femenino, su intelecto, y su 
sensibilidad. Pero éstos son sin duda los menos, no nos vayamos a 
engañar. Así pues, si eres más ancho que alto, gustas más de la acción 
que de la reflexión y te pone el heavy metal, es más fácil que termines 
haciendo Boxeo antes que Aikido, Free-Fight que Tai Chi, que entrenes 
pesas y no estires adecuadamente y que adores la tensión en lugar del 
relax.
Verdaderas “Artes Marciales”
 
  
Todas las 
mitologías nos hablan del principio único, de lo indiferenciado y luego 
de la dualidad. Nuestro mundo esconde tras ella su esencia primordial 
única y, a medida que nos alejamos de ese principio único, las infinitas
 combinaciones binarias dan lugar al Universo en todas sus facetas y 
posibles. De las formas unicelulares a las multicelulares, de lo 
inanimado a la vida; la evolución es siempre complejidad, multiplicidad,
 diferenciación. Las Artes Marciales no podrían haber seguido otro 
criterio. Desde sus orígenes los estilos más diversos han sido estilos 
completos, donde el adepto era iniciado en formas de combate que 
implicaban un conocimiento de sí mismo y de los demás cada vez más 
sofisticados.Había que atender tanto lo interno como lo externo, había 
que ser capaz de escuchar a la Naturaleza y sus signos, curar a la vez 
que herir, matar a la vez que dar la vida, pues el guerrero era a la vez
 chaman, defensor de la tribu y guardián de los conocimientos. La 
especialización vino después, mucho después y trajo sin duda muchas 
cosas buenas: nuestra habilidad creció, nuestros arsenales se afinaron, 
nuestro conocimiento también, pero algo se perdió tal vez en el camino…,
 algo muy especial que algunos Grandes Maestros se empeñan en no 
olvidar. Las Artes Marciales son Marciales pero también Artes. Internas, 
pero externas. Como todo lo grande, las Artes Marciales son paradójicas y
 su adecuada comprensión y práctica implican nuestro ser total: mente, 
emoción y cuerpo, en un trabajo transformador y evolutivo que atiende a 
la persona de un modo completo y no sólo parcial. 
El tiempo de los extremos
 
Hoy en día la sociedades 
modernas miran a otro lado cuando quien aparece en escena es el díscolo 
Eris. Sus virtudes han sido denostadas, sus propósitos más bellos 
desvirtuados, su presencia apartada. Eris da la vida al destruirla, 
renueva como los inviernos la tierra, cuando con sus hielos rompe la 
fibra vegetal caída al suelo en el otoño, permitiendo así que la 
primavera la pudra para crear el fértil fundamento de un nuevo ciclo de 
vida.
La muerte se aparta de nuestras vidas, los cementerios se 
alejan de lo cotidiano; la vejez no es ya algo respetable, sino 
defectuoso; los niños ya no aprenden de ella pues no conviven con sus 
abuelos, y al militar, como al policía, no se les considera sino un mal 
necesario al que hay que acudir para que nos saquen las castañas del 
fuego. Nuestras sociedades sólo quieren oir hablar de Eros, pero claro 
está, esto no es posible y acaban encontrando (así lo parece indicar la 
silenciosa ley no escrita) aquello de lo que huyen. Las Artes Marciales 
de hoy en día viven tiempos de extremismos, como los del propio Planeta.
 Los estilos internos cada día se alejan más de todo aspecto duro pues 
los propios alumnos que acuden a ellos atraídos por su encanto, buscan 
sólo este aspecto y muchos profesores, que no quieren ver como sus 
clases se vacían, ceden indefectiblemente a la presión. Los estilos 
externos más extremos cultivan cada vez de forma más denodada y salvaje 
la destrucción del oponente olvidando que existe el Arte, la suavidad, 
la lucha con uno mismo y desde luego otro modo de resolver los 
conflictos que machacando al prójimo.
La Vía de la armonización
 
La
 armonía siempre surge de los opuestos y las Artes Marciales, si no 
quieren stricto sensu dejar de serlo, deben combinar ambos principios 
para alcanzar la armonía y el equilibrio que los alumnos demandan en el 
fondo para sí mismos. Tal vez hoy, en este marasmo de miles de estilos 
sin las referencias de autoridad de antaño, cuando cualquiera opina ¡aún
 sin saber!, no nos quede más remedio que mirar a nuestro alrededor y 
mirarnos a nosotros mismos para respondernos sinceramente si el nuestro 
es un trabajo verdaderamente equilibrado. 
Para saber si es Eros quien 
nos domina en exceso o tal vez Eris quien gusta de poseernos. Sabemos que
 no se puede simplificar, que las cosas no son blancas o negras, pero 
con este artículo sólo aspiramos iniciar una reflexión antes que abrir 
un debate. Es el típico texto con el que es difícil “hacer amigos” pues 
es crítico, pero nosotros no queremos “mirar a otro lado” y por ello lo 
publicamos. Luego que cada cual haga de “su capa un sayo”, pues siempre 
habrá diversidad y no sólo la aceptamos, sino que además somos de la opinión de que ésta nos enriquece
 a todos. De un extremo al otro del mapa marcial todo es posible, pero 
también no es menos verdad que existe un justo medio. Como en la flecha 
de la evolución el justo medio es la forma mas incisiva de avanzar, la 
aguzada vanguardia de la evolución y el cambio por el que discurrirán 
siempre los caminos del futuro.Para todos, sea cual fuere vuestro 
estilo, ahí va nuestro sencillo consejo. Cada uno debe seguir su 
naturaleza, pero sin descuidarse de trabajar lo opuesto: como artista 
marcial pero también y, sobre todo, como personas. 
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