jueves, 4 de diciembre de 2014

La transmisión de la enseñanza

 .
De Dzogchen: El Estado Auto-perfecto de Chögyal Namkhai Norbu
Capítulo 1: El Individuo: Cuerpo, voz y mente

Cada tipo de enseñanza es transmitida a través de la cultura y conocimiento de seres humanos. Pero es importante no confundir ninguna cultura o tradición con las enseñanzas en si mismas, porque la esencia de las enseñanzas es el conocimiento de la naturaleza del individuo. Cualquier cultura dada puede ser de gran valor porque es el medio que le permite a la gente recibir el mensaje de una enseñanza, pero no es la enseñanza en si misma. Tomemos el ejemplo del Budismo. Buda vivió en la India, y para transmitir su enseñanza el no tuvo que crear una nueva forma de cultura, sino utilizó la cultura del pueblo Hindú de su época como la base para la comunicación. En el Abhidharmakosha, por ejemplo, encontramos conceptos y nociones, tales como la descripción del Monte Meru y cinco continentes, que son típicos de la antigua cultura de la India, y que no deben ser consideradas de importancia fundamental para una comprensión de las enseñanzas de Buda en si mismas. Podemos ver este tipo de cosas en la forma completamente nueva que el Budismo tomó en el Tibet después de su integración con la cultura autóctona Tibetana. De hecho, cuando Padmasambava introdujo el Vajrayana en el Tibet, el no se deshizo de las prácticas rituales utilizadas por la antigua tradición Bon, sino que supo como usarlas, incorporándolas a las prácticas tántricas Budistas.

Si uno no sabe como integrar el verdadero significado de una enseñanza a través de la cultura propia, uno puede crear confusión entre la forma externa de una tradición religiosa y la esencia de su mensaje. Tomemos el ejemplo de una persona Occidental interesada en el Budismo quien va a la India en busca de un maestro. Allí conoce a un maestro Tibetano tradicional quien vive en un monasterio aislado y no conoce nada sobre la cultura Occidental. Cuando un maestro tal se le pide que enseñe, el seguirá el método al cual está acostumbrado a enseñarle a los Tibetanos. Pero la persona Occidental tendrá algunas grandes dificultades a las cuales sobreponerse, comenzando con el obstáculo del idioma. Quizá el reciba una iniciación importante y será impresionado por la atmósfera especial, por la “vibración” espiritual, pero no comprenderá su significado. Atraído por la idea de un misticismo exótico el puede quedarse durante unos meses en el monasterio, absorbiendo algunos aspectos de la cultura y costumbre religiosas Tibetanas. Cuando el regrese a Occidente el está convencido que él ha comprendido el Budismo y se siente diferente de aquellos que lo rodean, comportándose tal como un Tibetano. 
 
Pero la verdad es que para que un Occidental practique una enseñanza proveniente del Tibet no hay ninguna necesidad que esa persona se comporte como un Tibetano. Por el contrario, es de importancia fundamental para él saber como integrar esa enseñanza con su propia cultura para poderla comunicar a otros Occidentales en su forma esencial. Pero con frecuencia, cuando las personas se aproximan a una enseñanza Oriental, ellos creen que su propia cultura no tiene ningún valor. Esta es un actitud muy equivocada, porque cada cultura tiene su valor relacionado con el medio ambiente y circunstancias en la cual surgió. No puede decirse que ninguna cultura es mejor que otra; más bien depende del individuo humano y si él o ella derivarán mayores o menores ventajas de la misma en términos de desarrollo interior. Por esta razón es inútil transportar reglas y costumbres a un ambiente cultural distinto del que surgieron.

Los hábitos y ambiente cultural de una persona son de importancia para permitir a ese individuo comprender una enseñanza. No puedes transmitir un estado de conocimiento utilizando ejemplos desconocidos para el oyente. Si se le sirve tsampa con té Tibetano a un Occidental, probablemente el o ella no tendrán idea de cómo comerlo. Por otro lado, un Tibetano, quien ha comido tsampa desde que era un niño, no tendrá ese problema, y de inmediato mezclará el tsampa con el té y se lo comerá. De igual forma, si uno no tiene un conocimiento de la cultura a través de la cual una enseñanza es transmitida, es difícil comprender su mensaje esencial. Este es el valor del conocimiento de una cultura en particular. Pero las enseñanzas involucran un estado interno de conocimiento que no debe ser confundido con la cultura a través de la cual es transmitida, o con sus hábitos, costumbres, sistemas políticos y sociales, y así sucesivamente. Los seres humanos han creado culturas diferentes en épocas y lugares diferentes, y alguien que esté interesado en las enseñanzas debe estar conciente de esto y saber como trabajar con culturas diferentes, sin dejarse condicionar, sin embargo, por sus formas externas.

Por ejemplo, aquellos quienes ya tienen una cierta familiaridad con la cultura Tibetana pueden pensar que para practicar Dzogchen tienen que convertirse al Budismo o al Bon, porque el Dzogchen ha sido difundido a través de estas dos tradiciones religiosas. Esto muestra cuan limitada es nuestra forma de pensar. Si nosotros decidimos seguir una enseñanza espiritual, estamos convencidos que es necesario que nosotros ejecutemos algún cambio, tal como nuestra forma de vestirnos, de comer, de comportarnos, y así sucesivamente. Pero el Dzogchen no le pide a uno que se adhiera a ninguna doctrina religiosa o que entre a una orden monástica, o que acepte ciegamente las enseñanzas y se haga un “Dzogchenista”. Todas estas cosas pueden, de hecho, crear serios obstáculos al conocimiento verdadero.
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario