martes, 28 de octubre de 2014

El Derviche que se encontró con un burro en sus sueños

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De El jardín de los derviches de Sheikh Muzzafer Ozak
(La Importancia de los Sueños)
    
Una vez un gran sheikh tenía entre sus seguidores un derviche que se enorgullecía de su devoción. El sheikh instruyó al piadoso derviche que observe un período de retiro solitario. Recluido en su cuarto, el discípulo se entregó a sí mismo diligentemente al recuerdo y la contemplación hasta que un burro apareció y trastornó su concentración.

“Reverendo Sheikh”, se quejó a su guía, “un burro me atacó en mi cuarto. Me molestó tanto que me sentí muy perturbado para seguir con mi recuerdo y meditación”.

 “Vuelve a tu cuarto”, le dijo el venerable Sheikh.

“Si ese burro vuelve y te interfiere nuevamente, ¡tómalo de las orejas y llámame!
El piadoso derviche asintió. No mucho después de haber vuelto a su cuarto y retomado sus devociones es que el burro hizo su aparición nuevamente. Esta vez el discípulo tomó el animal de las orejas y gritó llamando al sheikh.

El Maestro esperaba el llamado.

Apenas abrió la puerta del cuarto, encontró al piadoso derviche tomándose de sus propias orejas. A la señal de su maestro, el tonto volvió a sus cabales. Viendo el verdadero estado del asunto, el tomó conciencia que las orejas del burro que había tomado no eran otras que las suyas.

Se arrojó a los pies de su Sheikh, lamentándose y humillándose mientras clamaba por una clarificación.

El venerable Sheikh entonces interpreto la ocurrencia diciendo:

“El burro que apareció para atacarte impidiéndote de realizar tu remembranza y meditación, era el animal formado de tu propia naturaleza interior. Su aparición indica que tú todavía no eres interiormente un ser humano”.
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De acuerdo a sus respectivas faltas y debilidades la gente tiene comportamientos de varios animales.

Por ejemplo, una persona sensual, dominada y controlada por deseos carnales, se comportará como un burro; una persona tirana y cruel, como una serpiente; una persona con una lengua maliciosa, como un escorpión; un engañador como un zorro; uno que vive de las ganancias de otro, como una rata o un cerdo; aquél que alienta al opresor y machaca al débil, como un perro; el vicioso desagradecido, como un gato; aquél que es falso con los demás, como un mono; al que hace gala de, como una hiena; un tipo destructivo como un leopardo, un tigre o un oso.

Entrenar a esos animales para desempeñarse en el circo es una tarea mucho más fácil que domesticar el ser humano que esta revestido de ellos en carácter.
La malicia y la corrupción son característica del hombre más que los animales. Pero no nos olvidemos que ser interiormente humano es ser superior que los mismos ángeles.
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