viernes, 17 de octubre de 2014

ツ Diario de LSD. Parte III ツ

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 La Noche más oscura. Rasgando los velos de la percepción

Regresé a la cama a tratar de encontrar consuelo, de relajarme, pero me resultaba tarea imposible. Como sea, me tiré en la cama, y la angustiante desesperación que sentía fue suavizándose conforme la canción de "Money" se transformaba en "Us and Them"

Logré tranquilizarme, pero sólo por un par de minutos. Al menos hasta la parte donde termina el saxofón. Las melodías y la entonación de las voces en la canción, ciertamente me apaciguaron, dando espacio a la belleza nuevamente, a la belleza del sentir.

Fue algo muy sensorial, y cuando dice "God only knows" me sentí bien de que recordaba el inglés, de que sabía en el "mundo real" varios idiomas, de que tenía cierto control y habilidades. Que seguía siendo yo. Hubo lucidez, y decidí disfrutar la canción, que más o menos lo logré, pero luego los coros se tornaron diabólicos, vino nuevamente la palabra "paradoja” y como si se tratase de un poema "cadáver exquisito" la complementó la parte de la estrofa que dice "there is room for you inside", luego de esto vinieron los coros diabólicos y las letras se distorsionaron y perdí contacto con todo rastro de cualquier idioma que fuese el español. Como si una fuerza me hubiese arrebatado las habilidades lógicas y estuviese diciendo "¿Es que acaso no entendiste la lección?" "Déjate ir" "Fluye" "Estás teniendo la experiencia de tu vida y tú vuelves a la carga queriendo coherencia, lógica, lucidez", "sólo disfruta el viaje, el vuelo, la vida". 

Me entristecí, pero de algún modo comprendí que lo que estaba sucediendo era parte de los efectos distorsionadores del "papel". 

Está bien, al menos puedo expresarme en mi idioma, al menos no he olvidado mi idioma, quién soy... 

Y como si fuese continuación de la lección, me fue arrebatado también la concepción del "yo", aunque afortunadamente, de manera paulatina, la canción seguía, y se "abrieron "agujeros" en el aire que me permitían ver a mis padres, sus infancias, podía verlos vívidamente, cada uno en su pueblo natal, en las casas que crecieron. Me enternecí. Logré por instantes "sentirlos", "vivirlos", vivir a través de sus carnes, conectarme con sus corazones de niños, con la pureza de sus almas, sentí por primera vez el contacto con mis "raíces", con la procedencia de mi sangre, me sentí ramificaciones y fruto del "Gran Árbol" que formabamos. Fue hermoso, mágico. Y de pronto, sin darme cuenta el cómo ni el cuándo, fui ellos, unos pocos minutos viendo a través de sus ojos por separado, y luego de algún modo, llegó el momento en que me vi a través de ellos, me vi a mi mismo como mi padre viéndome a través de los ojos de mi madre y me vi a mi mismo como mi madre viéndome a través de los ojos de mi padre, conociéndose por primera vez, luego hablándose por vez primera."Entendí" el concepto de la predestinacion, que mis padres se conocieran era algo que tenía que suceder, que así debía de ser. Sentí el "milagro" de estar vivo, de nacer, de existir. Comprendí lo maravilloso, el invaluable regalo de la vida, sentí gratitud, gratitud abrigada de entendimiento. Sentí Gratitud de sentir gratitud, y gratitud de tener y sentir entendimiento.

Sentí los corazones, de mis padres y al unirse ellos en coito sagrado - aquí iniciaba el solo de guitarra de "Any colour you like" o "Brain Damage" - y "se me permitió el presente de presenciar mi fecundación en la oscuridad, dentro del útero de la noche cósmica, que fue similar, o parecido al big bang que había atestiguar minutos-eones antes.

La aventura de mi procreación terminó y vino el recuerdo de mi hermana y fui ella por un momento. Pero dije en voz alta "No, no soy mi hermana, no soy mi padre, no soy mi madre".

Me levanté del asiento en donde me encontraba, busqué a mi otrogadora del elíxir de la demencia y no la encontré, así que dejé la habitación. Bajé al primer piso pero tampoco estaba ahí, busqué en toda la planta baja y ni rastro de ella, volví a subir, y nada. Exploré los cuartos, volví a bajar, busque en la cocina, nada.

Volví a subir, nada. Busqué en los baños. Nada. Volví a bajar, y al ver que era inútil la búsqueda, pensé que quizá había salido, así que salí de la casa. Una vez afuera, sobrevino un sentimiento horrible: como si nunca me hubiese ido de esa casa, como si ya hubiese llevado una eternidad ahí y bueno... quería ser positivo, pero el pánico comenzaba a picarme y su toxina era potente. Corrí hacia las escaleras y de pronto entre escalón y escalón, no sabía ya si bajaba o subía. Vinieron más "Loops", repetición de escenas. Dije algo sobre "fotogramas" algo así como "Ya he estado en éste fotograma" y me di cuenta que yo era uno de esos reflejos de mi mismo que había visto una hora antes en el espejo del baño. Así que me encontraba de vuelta en el baño, pero ella no se encontraba ahí, sólo su voz resonaba cacofónicamente entre los rincones del sanitario: "relájate" "no intentes controlarlo" La desesperación aumentó, así como los colores del circundantes. Había un peluche azul de lo que me parecía un mono-conejo, y éste comenzaba a cobrar vida, y podía ver dentro de sus ojos que había a su vez otro ser de color rojo adentro, moviéndose frenéticamente de un lado a otro. Como un mono dentro de un mono. Salí del baño, y ahí estaba ella, mi suministradora de ácido lisérgico en la cama, mirándome de manera extraña pero tranquila. 

"¿Qué onda con ese chango azul del baño? anda bien loco, no se puede tranquilizar ¿o qué?" le dije con tono irónico, "qué mono azul, de qué hablas"? me dijo riéndose tranquilamente.

Y en lo que a mí respectaba, ya comenzaba a fastidiarme su aparente tranquilidad, que se me hacía demasiado sospechosa. Llegué entonces a pensar de que se trataba de una maga negra. Que estaba bajo el influjo de un encantamiento de locura. La divina luminosidad que había recorrido su cuerpo era ahora una amarillez purulenta que se tornaba a un azul-verdoso de putrefacción y vibrante. En verdad sentía miedo. Quería irme, escapar.

El Laberinto de la realidad. Atrapado en la Locura
El álbum había terminado y nos encontrábamos en silencio, en la oscuridad azulosa de la madrugada. 

¡No más, me largo! pensé, y me dirigí hacia las escaleras, pensando en bajar, y bajé, me dirigí hacia la puerta de la entrada de su casa nuevamente y me estuve un "breve" momento en las afueras cercadas y cerradas con candado de su casa. Me hinqué y pensé "¿es que acaso no soy quién realmente creo que soy? ¿Quién carajo soy? ¿Quién soy yo? ¡¿Qué hago aquí?! ¡¿Por qué estoy aquí y así?!"

Sentí coraje, ira. Creí que estaban jugando con mi mente. Entré a la casa, cerré la puerta, volví a "reflexionar", me dije: "Espera, ¿entras o sales? ¿Qué es lo que quieres?"  Volví a abrir la puerta, salí, me quedé sentado, viendo el cielo sin estrellas de las 12:00 de la noche.  "¡¿Y bien?! - me recriminé - "ya estás aquí" "sí... pero... "¿aquí?" "¿Dónde es aquí?" ¿En dónde crees que estás?"

"Estoy en Cadereyta" - me dije -, "No, no, no, Cadereyta quedó en el pasado, ya ni existe, no estás en Cadereyta" "Aquí es aquí, nunca te fuiste" ”Esto no es Cadereyta, ni Tampico, ni México” “Esto no es ningún lugar” “Esto es un sueño, el sueño de la realidad” 

“¡Mierda!” gritaba en mis "adentros". Volví a entrar a la casa, luego, por algún extraño e ilógico motivo de razonamiento perturbado pensé: "Ah, quizá la respuesta para volver a la realidad, para despertar, sea dando una vuelta en dirección contraria a la cocina, alrededor del refrigerador, como si éste fuese la Kaba, durante el ramadán. "Sí, sí, eso ha de ser, quizá funcione" Y así, me dispuse a dar vueltas apresuradamente alrededor del refrigerador y al terminar me dirigía a las escaleras que ahora se encontraban iluminadas como por luces navideñas. "¡¿Qué?! ¡¿Viaje en el tiempo?! ¡¿Es navidad?! ¡¿Tanto tiempo ha pasado?! ¡No me jodas! ¡Puta madre! ¡Me quedé en el viaje!" grité aterrado hacia mis adentros. 

Creí que la dosis que me había tomado era en realidad una sobredosis y que ya me había quedado loco, que terminaría así para siempre, "¡Claro, tiene sentido, hace rato fui Dios, vi la creación, estoy loco! ¡Lo comprendí todo! ¡Me he quedado loco!" balbuceaba exasperado. Y al terminar de decir "Loco", como si ésta palabra hubiese sido el interruptor que activara las luces y mecanismos de una feria, efectivamente, encendieron una feria alucinada con todo y música, y la escalera donde me encontraba comenzó a girar en espiral: Me encontraba en un carrusel.

"¡Mierda, mierda! ¡No puede ser!, ¡sí, me quede loco!" pensé horrorizado, "no me digas que me encuentro en una feria, y que hay gente viéndome y se está burlando de mí en este momento, me quiero bajar"

Y como parte de la broma infernal al terminar de decir "bajar" las fueras chocarreras parecieron decir "¿Bajar?, no querrás decir "subir"? Ibas para arriba, ¿no? ¿Ves, no sabes lo que quieres, relájate, deja de querer controlarlo todo, sólo lo empeorarás más, tranquilo".
Así, corría y corría y no sabía si bajaba o subía. Ahora, escrito esto, recuerdo esa canción de "Tripping" de Robbie Williams. No podía salir de las escaleras, de esa casa.

Me detuve, cerré los ojos, respiré hondo, y dije "Sí, sí, iba a subir, estoy subiendo", y como por arte de magia, como si hubiese resuelto un acertijo, volví al centro de las escaleras que dejaron de girar, y pude subir y entrar nuevamente a la habitación de mi amiga, aunque ésta vez, había salido por parte de la pequeña sala del caracol del oído de ella, que había resultado ser un caracol de mar grandote que ella tenía en su habitación. Me pareció algo de lo más jodido e infernal, más imposible aún que haber experimentado ser Dios, o el terror de Dios, y una vez en la habitación que para entonces ya se me hacía el lugar más común, Sobrevino el odio, el coraje, la impotencia a su máxima potencia: "Estoy muerto" induje, deduje. "Sí, eso es lo que sucedió, me morí durante el viaje y ahora estoy en el limbo o probablemente en el infierno, ¿ya ves? ¿Esto es lo que querías? ¿ah? Querías ver que se sentía el LSD? Pues aquí lo tienes, ahora aguántate la eternidad así, aquí" Dijo una de las voces mentales que se había manifestado "¡No, no, no. No puede ser!" Contesté todo contrariado, queriendo demostrar que se equivocaba. Estoy vivo, es sólo eso, esto es un mal viaje, y no menciones la palabra eternidad". La palabra eternidad cobró el más horrendo de los significados. La grosería más obscena, la maldición más demoníaca.

La palabra “eternidad” invocó entonces a la eternidad misma: El tiempo abandonó el recinto.

Me eché sobre la cama y vi el caracol de mar por el que había salido. Pensé entonces que la solución era romperlo, que el encantamiento yacía en ese caracol, y que una vez roto, podría por fin despertar. Me paré e intenté romperlo con el pie descalzo, pero antes de que lo hiciera, mi "malvada captora" apareció y evitó que lo hiciera.

Creo que aquí le expresé rotundamente que me quería ir, y ella me dijo que estaba bien, algo molesta, triste, como decepcionad por mis reacciones neuróticas, paranoicas, psicóticas.
Me asomé a la ventana de su recámara, y afuera sucedía "La tercera guerra mundial" Habían bombardeos, disparos, misiles, luces, explosiones, gritos, de todo. "¡Puta madre, está la Tercera Guerra Mundial allá afuera!" Dije, y me propuse esperar a que pasara. Esperé un minuto y como no cedía la cosa, malrazoné: "Bueno, no se acaba, pero está bien, al menos la guerra es real, quiero la realidad, será en medio del fuego cruzado, pero me iré a mi casa, volveré a mundo real, quizá de eso se trate, de que si quiero vivir tengo que enfrentar una guerra, la vida es eso, una guerra constante, una batalla".


Bajar para subir, entrar para salir, Condenación, redención y salvación
Baje a toda prisa por trigésimo-octava vez con mi atormentada amiga detrás de mí y ésta vez, me encontré con que no podía abrir la puerta de la entrada de su casa, a pesar de que tenía puesta la llave en la cerradura, giraba y giraba y no abría. 

Vi entonces la biblia abierta que estaba sobre la pequeña mesa al lado de la entrada y asocié: "Ah, ya entiendo, llave... Yahvé es la respuesta para abrir la puerta, Yahvéh es el nombre de Dios? ¿La llave de la entrada y de salida de la conciencia, de la percepción? ¿Es esa la relación, la prueba? ¿Llave = Yahvéh?

Giré la llave nuevamente y no abría. No podía salir hacia mi anhelada libertad física, mental y espiritual. "Bien, ¿entonces es Jehová?" Nada, no abría la puerta al girar la llave. "¿Alláh?"... Nada... "¡Krishna!"... clack-clack, nada, seguía en la mazmorra. "¡Yod-He-Vau-He!" Mi amiga me veía como con lástima, visiblemente decepcionada.

Seguí intentando: "¡Jesús! ¡Yo soy! ¡Yo soy el que soy! ¡Dios! ¡Tao!" Y nada lograba abrir la hija de mil putas de la puerta. "Ah, ya sé" - me sentí medianamente iluminado – “¡Dios no tiene nombre! ¡Yo soy el que tiene que cruzar la puerta! ¡Tengo que atreverme a sacralizar lo profano y profanar lo sagrado!, ¡Pues bien, aquí vamos!" y me lancé sobre la biblia católica abierta en cuyo centro desplegaba una página central a todo color y con pinturas doradas de la Virgen de Guadalupe, rompiendo dicha hoja. "Sí, esto tiene que ser, el aferrarse a creencias, supersticiones y la adoración de egos disfrazados de deidades es lo que nos impide cruzar la puerta de la libertad"

Mi amiga se espantó de tan herético y brutal acto y se lamentó, pues se trataba de lo que al parecer era una carísima copia de tal biblia, de su madre. Exclamó: "Ésta bien, te quieres ir, pues vete, no te detengo" se acercó, giró la llave y abrió la puerta. 

Crucé el umbral y al poner ambos pies fuera de la propiedad, algo me detuvo. Seguía siendo de noche, y aunque ya no había alucinaciones ni tampoco había guerra mundial. Esperaba que fuese de mañana. Esperaba ansiosamente el amanecer, ver la luz de sol, la claridad, escuchar a los pájaros. 

Pero no, era de noche, alrededor de la 1:00 AM. Y todo parecía tan estéril, hostil, áspero, desértico, amargo.

Me di la vuelta y volví a entrar a la casa. Una voz en mi cabeza pronunció: "¿Ves? Amamos nuestras celdas, nuestras prisiones mentales, nos gustan nuestras cadenas. Vuelves, bien. Sigue así, si esto es lo que quieres"

La tomé de la mano y nos dirigimos hacia arriba, a su habitación, ella estaba en silencio y entramos, por centésima vez, quizás, a su habitación.
 

Y hasta aquí por hoy, luego de lo feo sigue lo horrible, la fatalidad, lo realmente macabro...

つづく
Continuará...
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