jueves, 16 de octubre de 2014

ツ Diario de LSD. Parte II ツ

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 (El sapo de la embriaguez mística. Otro de los dibujos inspirados a tres días después de la ingesta del ácido)

The Dark side of the moon...and the mind

Mi estimada amiga, dijo que pondría música. Seleccionó “The Dark Side of the Moon”, de Pink Floyd (sí, sonará a cliché, pero yo no me encontraba en condiciones para levantarme de la cama, teclear en la computadora y seleccionar un repertorio musical), y dicho y hecho, presionó el botón de Play.

Regresó hasta nuestra base de operaciones mentales, la cama, que en ese momento era ya más bien una especie de piedra angular prismática blanda. 

Comenzó lo serio.

La primer canción del disco inició y...

La atmosfera se tornó misteriosa. Escuchaba las risas y los gritos de la mujer de "Speak to me" y vi la música, es decir, las estructuras musicales, los colores fosforescentes, vi las pautas, los sonidos de los instrumentos musicales entremezclándose formando patrones de caleidoscopio, que a su vez se transformaban en olas, olas de cortinas. Olas de cortinas de caleidoscopios, púrpuras, rosas, moradas, azules. 

Experimenté la sensualidad del sonido acariciante. De pronto me encontré sentado sobre el pequeño asiento y mi amiga sobre la cama. No me explicaba como habíamos intercambiado asientos, pero bueno, no me importó. Me detuve sólo a sentir la música. El tiempo parecía haberse ralentizado. Un segundo era un minuto, pero podía moverme a velocidad normal, es como si en verdad el tiempo hubiese comenzado a "relajarse" a entregarse a la sensualidad del momento, como si hubiese decidido darnos una tregua, un recreo, un descanso. Quitarnos la presión de su presencia. 

Hubo confusión, se me había olvidado que había ingerido media dosis de LSD, me encontraba ya "soñando". Estaba soñando. No podría decir que estaba consiente, me encontraba adormecido, quizá por efecto de la canción.
 
Pero esto cambió enseguida, cuando comenzó abruptamente la siguiente canción "Breath".
 

Aquí hubo un despertar violento, dentro del sueño, se sintió como cuando por fin te das cuenta de que estás en un sueño lúcido y quieres comenzar a actuar. Y así lo hicimos, actuamos.

Volví a la cama con ella, me recosté y le dije: "Oye, ¿podemos cruzar al otro lado del espejo?" señalando el espejo. Pero ella se negó, con cierto miedo, creo. Y no lo hicimos, más yo me paré, me acerqué y vi mi reflejo. Mi rostro había cambiado, ya no percibía como normalmente lo hacía. Y aquí paro la canción para dar comienzo al tema "On the Run". Mi rostro mutaba constantemente y se volvió amarillo, luego violeta y se "encrudeció" se veía como de plastilina y dejé de reconocerme, la luz de la habitación se volvió azul y decidimos salir de la recámara.

Bajamos por las escaleras hacia el primer piso de su casa, para explorarla. Una vez en las escaleras, las "luces" del aire eran rosas y nos detuvimos ahí a mitad del camino. Le dje: "Oye, en éste estado podemos hacer lo que sea, ¿verdad?, entonces podemos buscar al Doctor Simi, confrontarlo y putearlo?" Y ella nuevamente sólo asintió riendo. Ella regresó a su habitación en la planta alta y yo salí a explorar la cocina, que para entonces había abandonado por completo la cotidianidad casera para transformarse en la cocina de un elegante castillo y el piso ajedrezado le daban un toque aún más místico y onírico. 

Yo aún no me había percatado de que ella no había bajado conmigo, hasta que abrí el refrigerador y comencé a beber directamente de la jarra, agua de Jamaica que había preparado ella. Quería, por algún motivo, experimentar los sabores, los olores, quería - creo, quizás, por el entrenamiento y las experiencias en los sueños lúcidos que había practicado años antes - explorar, explorar y hacer de todo. Me encontraba en un estado en que me había olvidado de que había ingerido el químico psicodélico supremo, y que en lugar de eso me encontraba en un sueño lúcido. Más al beber el agua de jamaica, sorpresivamente me supo más dulce que de costumbre, como si fuese la primera vez que lo probaba, como si hubiesen olvidado mis papilas gustativas, la memoria misma, lo que eran los sabores. Y no sólo eso, mientras daba largos tragos de la dulce agua, podía ver los ríos de jamaica entrando en mi garganta. Y el agua de jamaica era agua de rubí, y las paredes de mi garganta se volvían de rubíes.

Quise decirle a mi Maestra sobre la visión de los rubíes y me dirigí hacia la escalera para encontrarme con ella, no sin antes hablarle en voz alta, para localizarla, y efectivamente, ella respondió, pero su voz parecía provenir de varios lugares a la vez. La cosa me pareció "ordinaria" dentro de lo que cabía dentro del viaje alucinatorio y me dirigí hacia su recámara nuevamente, y ahí estaba ella conmigo en la cama, ¡Joder! ¡¿Cuándo había llegado?! ¡¿Nunca me fui?! ¡¿No salimos de la habitación?! ¡¿No acabo de estar abajo bebiendo agua de jamaica?! ¡¿En serio estoy ahí en la cama con ella?! ¡¿Soy él?! ¿¡Soy yo?! ¡¿Quién soy yo?! Me pregunté exaltado, mentalmente - creo, a la vez que comenzaba la canción de "Time"  

Ella me dijo "¿Qué pasa?" Relájate...

Y seguido de que ella dijo eso, cerré los ojos por un segundo, apretándomelos, despareciendo de la puerta de inmediato, como si nunca nos hubiésemos ido y me di cuenta, o creí darme cuenta, mejor dicho, de que no había cerrado los ojos, ni parpadeado siquiera en todo ese tiempo ¿era posible? No lo sé, más, luego de haber escuchado eso de "relájate" "deja de preocuparte", lo intenté, caía en cuenta de que siempre había sido muy activo, hiperactivo casi, inquieto, y ahora mucho más, estando todo alterado por causa del LSD. Así que relajé los músculos, pero la maldita canción era muy agitada como para relajarse, y lo que era más, ella río y escuché su risa como un disco rayado, y me perturbó, me molestó, pero no le dije nada, lo tomé con relativa "naturalidad" de las caóticas aventuras oníricas. Luego me levanté, y al voltear nuevamente hacia la cama, que para entonces ya era nuevamente una cama, ella estaba ahí tendida, como paralizada, viendo hacia el techo, con los ojos bien abiertos, y me espanté. Me espanté fatal, la escuchaba respirar agitadamente, como estertores de moribundo. Creí que algo malo le pasaba, que estaba teniendo una complicación respiratoria. Y lo que es más, esos estertores se escuchaban con eco, y aún más, como con loops o bucles que me parecían que serían eternos si no hacía nada.

Así que me abalancé hacia ella, y le decía "Hey, hey, ya, ya, ven, párate, por favor, todo está bien…"

Luego de esto, la jalé y la hice pararse, y ella se fue hacia el baño.

Me senté sobre el borde de la cama y vi mis manos, me comenzaban a brotar dedos de los dedos. Fui al baño, y ella se había metido a la regadera. Todo con las luces apagadas. Abrí la puerta de la regadera y todo parecía estar bajo control, ella sonreía y me parecía que ella estaba tallándose y explorando su feminidad con placer, dije: "ah, bueno, te dejo en tu viaje de exploración, creo que sí, estoy muy alterado, he de parecer histérico"

Así que me salí del baño, no sin antes verme en el espejo, que cabe destacar que tiene ahí dos espejos, uno frente al otro, en cada pared, por lo que el efecto de reflexión ya de por sí sin alucinógenos es psíquicamente poderoso el verse reflejado hasta el infinito, en el estado alucinatorio fue como "encontrar el punto de unión y separación de todas las dimensiones"

Me vi reflejado en el infinito, pero además vi cada uno de mis reflejos con vida propia y con características físicas distintas: unos eran más jóvenes, otros eran más viejos, otros rubios, pelirrojos, peli azules, peliverdes, pelimorados, calvos, deformes, más bellos, más cuadrados, tetrahédricos, poligonales, más... como los personajes del "Mundo Bizarro" de Super Man, y así, más todo esto, acompañado de luces de neón tipo "Las Vegas" o "Tokyo de Noche". Recordé en ese momento escenas de terror de películas como "Potergeist", en donde uno de los fatigados investigadores de la casa encantada se mira en el espejo y las fuerzas demoníacas le hacen ver como se derretía, y no quise pasar por una experiencia similar. Decidí dejar de mirarme y en cuanto me fui, vi como todos mis múltiples yoes se despidieron, unos sonrientes, otros enojados, otros como zombies, otros pusilánimes... "Creo que es muy mala idea atreverse a mirarse en el espejo estando así, creo que paso" - recuerdo haber pensado. Y salí del baño, que estaba por cierto, inmediatamente junto a su recámara.

Una vez, quizá por efecto de la recién experiencia de los reflejos luminosos, o por la canción, vi algo nuevamente entre las sábanas arrugadas, más en ésta ocasión, como un coágulo. Un coágulo que comenzó a palpitar hasta volverse un grumo que se volvió un chicle que se volvió una masa del tamaño de un puño que se iba enraizando de venas y arterias. La masa comenzaba a moldearse hasta tomar forma, forma de embrión. El embrión parecía de pollo y sus ojos eran de ámbar caleidoscópico giratorio anaranjado. El caleidoscopio giratorio se contrajo y se volvió oscuro y para cuando me di cuenta, el embrión era ya un bebé que recién "nacía-despertaba" que parecía llorar, pero sin emitir sonido alguno. 

Primero me espanté, me aterrorizó ver el bebé así, ya el pánico comenzaba a hacer de las suyas, el bebé se retorcía en la cama, respirando, apretando los ojos. Por un momento me vino a la cabeza la idea de que quizás el yo que había entrado a esa casa nunca había existido, que mi vida en su totalidad había sido sólo una ilusión, un sueño, uno muy lejano. Luego la idea se tornó más macabra, creí que mi "proveedora" de fantasías oníricas quimicas y yo en realidad éramos un par de drogadictos que ya llevaban más de la mitad de su vida consumiendo drogas tan irresponsablemente y que el bebé que en ese momento veía en la cama era nuestro, y que era un adefesio malformado, maldito. Producto de continuas relaciones sexuales bajo todo tipo de narcóticos. En verdad estaba aterrado. Creí también por un momento que había por fin despertado de una pesadilla, de una tremenda evasión constante, y que por fin era hora de despertar a mi auténtica realidad: que era un jodido junkie fracasado, y que la mujer con la que estaba era en realidad una bruja infernal que me había dado toloache, o la planta zombificadora, ladrona de voluntad y conciencia.

Vino mi primer frenética idea de fuga, más luego de ver a la pequeña criatura sobre la cama, sus pequeños ojos se abrieron y pude reconocerme, se trataba de mí. Era yo de bebé, yo recién nacido.

Mi horror se volvió ternura, compasión. Tuve conciencia de las palabras nuevamente. Mi pequeño yo me vio a los ojos y su expresión también amarga se tornó dulce, como si nos hubiésemos reconocido. Por un fugaz momento también llegué a creer que todo eso se trataba de un extraño sueño que sería inexplicable con palabras cuando despertara en mi cama en Cadereyta, hace 29 años. Creí entonces que ese sueño ya lo había tenido antes, que era un sueño que había soñado de bebé. El bebé que ahora veía que tenía 2 años. ¡El bebé había crecido! ¡Y seguía creciendo! seguía creciendo aceleradamente, a lo que sería un año por segundo. 

Vi entonces pasar frente a mis ojos, literalmente, y sin despegarme la vista del yo alucinado frente a mí, mi infancia, mi pubertad, adolescencia, la edad adulta, la vejez... la muerte...

Fue horroroso verme arrugándome así tan rápido, sentí dolor, y la palabra que nació fue "compasión" "auto-compasión". Sentí tantas cosas en ese momento, todo a la vez: Dolor de verme envejecer, dolor de verme impotente ante el transcurso del tiempo, ante la muerte. ¡La muerte! Sucedería. ¡Aceptar! 

"¡Aceptación! ¡Confrontación!" fueron las palabras que vinieron a mí. Era el momento de verme fijamente y aceptarme tal cómo era, tal como sucederían las cosas. Luego, me vi marchitarme, me vi morir, también con los ojos abiertos, y como cada uno de los poros se disolvía en polvo, siendo los ojos míos las últimas partículas de polvo disolverse en el aire. Sentí entonces alivio, alivio pero de... alivio de que se terminaba el sufrimiento de la existencia, del dolor de la vejez, de la fragilidad de la vida. Pero a la vez, también sentí nostalgia, añoranza de que el "yo" que se había formado y deshecho en menos de un minuto, hubiese vivido más, que hubiese podido hacer algo para salvarse, para salvarlo, para que hubiésemos podido estar en contacto, hablar, que hubiese vivido.

La Gran Unión, La Gran Comprensión, El Gran entendimiento, El Gran Ser. Lo Absoluto.
 Luego inició esa tremenda pieza que es "The Great Gig in the sky"

Mi tristeza, que era tan profunda y dolorosa se fue disipando entonces, como el yo que se había disipando en la nada. Y con las primeras notas del piano, vino... "La belleza"

Era una canción conmovedora. Que me llegaba al alma. ¡Alma! Recordé que estaba vivo. Que el yo muerto había sido una ilusión, una metáfora, un recordatorio, una lección.

Yo seguía ahí. Y segundos después del primer redoble de la batería en la composición musical y en cuanto comenzó a cantar la mujer, sentí "belleza". Fue la palabra que se me vino a la mente, al corazón.

Y al pensar en la palabra "belleza" vino una calma...una calma celestial, una calma purificante, sentí que en verdad el "cuerpo" de mi alma, se encontraba por fin en mi cuerpo físico, que calzaba perfectamente en mi cuerpo físico. Y de la palabra belleza, nació la palabra unida al más profundo sentimiento inexplicable de "Gratitud".

Con la Graitud, sentí mi centro, sentí mi corazón palpitar con fuerza, sentí la fuerza de la vida. ¡Vida! Vida fue la palabra que vino enseguida a llenar mente, corazón y cada poro, y conecté las dos palabras en la oración que pronuncié: "La vida es bella" Y tan pronto como terminé de pronunciar esto, la habitación se iluminó de lo que podría describir como "luces de nubes", "Luces de nubes del primer día de la creación". ¡Creación! Fue la siguiente palabra que hizo acto de presencia y de vibración en mis cuerdas vocales. ¡Estamos aquí! ¡La vida es bella! ¡Vida! ¡Belleza! ¡Es bella la creación" son composiciones gramaticales que pude hilar sola y repetidamente.

Apareció por un sublime instante al instante la palabra "orden" su asociación simbólica alucinatoria: Una flor blanca, un loto blanco quizá, que floreció expandiendo algunas "nubes de polvo cósmico" que orbitaron alrededor de la flor, hasta que, al cabo de unos 10 segundos, desapareció. 

La mujer de la canción siguió su entonación, que me parecía una canto a la creación, un canto de creación, de procreación, procreación gozosa, de placer, era el más intenso orgasmo, un grito de liberación de vida, de creación.

Me encontraba conmovido y deliciosamente confuso. Sentía la más profunda y bella de las calmas, siendo golpeada por las olas del poder infinito del más salvaje amor, y no sentía ara nada esa violencia de esas olas en tempestad.

Era perfecto ¡Perfecto! Perfecto fue la siguiente palabra creadora que dio origen a la siguiente sensación-asociación creativa: ¡La vida es perfecta! ¡La vida es perfecta! ¡La creación es perfecta! todo es perfecto...
 
Me sumergí en ese mar de la calma perfecta lleno de violentas perfectas olas de amor perfecto. Y fue aquí donde surgió la idea de la dualidad: calma y tempestad. Más aquí no había conflicto, no había conciencia del conflicto, sino hasta que vi a la mujer de carne, hueso y alma que estaba conmigo y que había salido de darse su regaderazo purificante. La vi también como un ser perfecto, luminoso. Podía ver a la perfección como respiraba, y con cada inhalación y exhalación veía sus pulmones luminosos. Ella toda era un ser de luz. Esa chica morena era ahora un cuerpo de luz conteniendo galaxias, nebulosas, incontables estrellas comprimidas en un cuerpo transparente que dejaba ver canales de luz, venas, arterias y órganos transportando luz, vi su esqueleto, también luminoso, y era su sistema circulatorio, todos sus sistemas, luces de todos los colores, aún de colores que me resultan imposibles de describir.

Era pues, ella, un ser de galaxias arcoíricas, y se acercó a mí. 

No supe que decir, estaba enmudecido, y comprendí, y ella pareció asentir mi comprensión sin palabras: "No se necesitan palabras" ¿Verdad? le dije telepáticamente, y ella respondió afirmativamente, también de manera telepática y sin palabras: "Así es, no se necesitan palabras"

Llego entonces la comprensión, la sabiduría. Las palabras no tenían nada que ver con el entendimiento, con el lenguaje. Ella puso su mano sobre mi pecho, y puse yo mi dedo índice sobre su frente. Hubo transmisión de sensaciones. Recuerdos míos, de ella, de otras personas, otras vidas, no sé, aquí el tiempo parecía... como ponerse de acuerdo, centrifugarse, acomodarse en dos "corrientes" que iban de su mano hacia mi pecho y de mi dedo hacia su cabeza. Luego me tomó de la mano y fuimos hacia la cama. Una ve en la cama, la canción que parecía un coro celestial se volvió una melodía de... no sé, como el "himno del cielo" podría describirlo. Luego nos recargamos en la cabecera de la cama, nos abrazamos y juntamos nuestras frentes. ¡Joder! Al juntar nuestras frentes, lo que los new-agers describen como el tercer ojo, se iluminaron las frentes. Supongo que la canción había alcanzado su cúspide, la cresta. Pues fue éste momento el momento de mayor revelación espiritual. Cerramos los ojos, pero aún así podía ver a través de las cortinas de mis párpados como nuestros ojos se fusionaban y como de nuestras frentes "florecían" nuestros "terceros ojos" y estos también, junto con nuestros ojos comunes se fusionaban y se volvían uno solo. El ojo se volvió tan grande y luminoso, que supongo que si hubiese tenido los ojos abiertos, la luz me hubiese enceguecido y probablemente los globos oculares me hubiesen estallado, quizás todo mi ser. Nuestro ser. 

En este punto, en éste "momentum" todos los sonidos se hicieron uno y se "elevaron" por así decirlo, y se volvieron rayos ascendentes, desde todos lados parecían venir filamentos de electricidad que se iban engrosando con rapidez, los sonidos ya eran un coro de estruendos de electricidad. Como la estática de un televisor. Y ese sonido era también ensordecedor. Los filamentos comenzaron a formar velos, cortinas con motivos de mandalas budistas, había budas por todas partes, de todos colores, figuras sagradas, que iban desde estos budas, imágenes de santos cristianos, palabras en árabe, hebreo, tibetano, sánscrito, tamil ¡De todo!. Vi todos los símbolos y todos los símbolos se entrelazaban en cadenas de luz, los símbolos finalmente se volvían ceros de luz, y los ceros en ochos, ochos de luz blanca encandiladora. 

Estas cadenas de ochos, o símbolos del infinito luminosos atravesaban todo lo circundante a velocidades bestiales, estaban dentro, sobre y por todas partes formándonos, y entre las corrientes de cadenas de símbolos del infinito destellantes entrelazados, vi como de algunas cadenas se entrelazaban en todas direcciones, "tejiendo" la realidad, las "realidades" "el todo" Sí ¡El todo" "Todo" fue la palabra que sobrevino y con ella, nuestro gran Ojo único de luz estalló en todas direcciones, con el sonido más violento jamás escuchado por oído humano, creo.

Vino un apagón total. Y su duración, no sé, aquí el tiempo ya había perdido todo significado. Y luego del apagón vino una explosión, y con la explosión estalle también en la sacudida más violenta que hubiese sentido antes. Un golpe fatal. Luego hubo oscuridad nuevamente y otra explosión más. 

¿Habrían pasado mil millones de años, diez segundos? No lo sé. Pero sentí aquí como si cada explosión hubiese sido en realidad un temblor, una contracción, un calambre, una "patadita" dentro del vientre materno. Y de la "nada" vino la palabra "Dios", y fue cuando sobrevino con la inconmensurable potencia de miles de trillones de fuerzas atómicas la explosión inicial, inicial y a la vez final. "El comienzo del principio sin fin". No había sonidos, creo que me encontraba en verdad fuera de la habitación donde había ingerido el ácido unas dos horas antes. Fue la Non-Plus-Ultra explosión, sin sonido alguno. Sólo "gruesas" luces saliendo y dirigiéndose de todas partes hacia todas partes, como si fuese "la noche cósmica de los fuegos artificiales" celebrando la creación.

Y bueno, me tardaría muchas, muchísimas horas escribiendo todo lo acontecido aquí, viendo como la luz se condensaba a miles de millones de años luz formando infinitas formando soles, planetas, sistemas solares "perfectos", galaxias, sistemas "perfectamente" organizados de galaxias que formaban a su vez universos que a su ve formaban sistemas "perfectos" de universos. Vi cómo se originaban las primeras "moléculas" que formaban las primeras células, la vida. Y las cadenas de símbolos de infinito luminosos, corrían entre estas células como corrientes de ríos que formaban complejos remolinos, olas y otras corrientes "internas". Y lo más maravilloso de todo: estas cadenas de símbolos del infinito, formaban entonces "sistemas solares" de "átomos" que a su vez formaban cadenas de ADN.

Luego vino la vida, y fue indescriptible atestiguar el primer amanecer del mundo, nuestro mundo. Luego de toda la infernal actividad volcánica, gases, rayos, truenos, "humos y vapores eléctricos"... vi los abismos de los océanos, la formación de algas, las primeras criaturas monstruosas del fondo del mar, los primeros peces, los insectos en la superficie, los dinosaurios, los pterodáctilos, los brontosaurios, los primeros mamíferos, los primeros homínidos, el "primer despertar de la conciencia del yo" del primer "hombre", las primeras civilizaciones, la primera vez que un ser humano vio las estrellas y se hizo preguntas sin palabras, sin lenguaje formulado. Sin idioma. 

¡Ah! Vino luego el "desarrollo", diversas etapas geológicas, y nuevamente el tiempo se súper-acelero con la finalidad, supongo, de traerme de vuelta al momento de la "fusión de mentes". La cosa fue más violenta aún. La palabra "Dios" resonó nuevamente en "mi" "mente" y de pronto - aunque suene muy soberbio de "mi" parte decirlo: Fui Dios.

La Gran Separación. La Máxima Paradoja, La confusión. El caos.
Fui Dios. O más bien, experimenté ser Dios, por un instante. El terror de ser Dios", mejor dicho. Luego de todo el alucinante viaje a través de la creación, me vi encerrado en mí mismo, en el si mismo. En la Unidad Absoluta. Me aterroricé de sentirme omnisciente. De que siempre había estado ahí, de que siempre había existido y de que existiría por siempre jamás, sin que - a pesar de mi absoluta omnipotencia - pudiera hacer algo para evitarlo. "Paradoja" fue la siguiente palabra que apareció mágicamente. ¡Yo soy! ¡Soy la Máxima paradoja! 

Sentí la terrible y pesadillezca ironía de que por más que fuese omnipotente y omnisciente, nada podría hacer para evitar ser. Yo era el Ser. ¿Ahora que hacer? ¿Cómo me las arreglaría entonces? Estaba en todas partes, todo lo abarcaba. ¡Todas partes! ¡Infinito! Infinito fue la otra terrible, terribilísima palabra que fue creada en ese "instante eterno". 

Sentí que enloquecía. Todas las preguntas y todas las respuestas venían y volvían a mí. Todo emanaba y volvía a mí. No me podía desprender de mí mismo, y ni siquiera tenía un cuerpo propio. Quería ser yo, ser alguien. Era - volviendo a la cuestión de las paradojas - tan fácil y a la vez lo más difícil existencialmente hablando, ser el todo. Y yo quería ser yo, no Dios. Como si fuese parte de una valiosa, valiosísima lección metafísica, al querer tener cuerpo (ya aquí el recuerdo de la cosas que había visto antes desde el Big Bang me parecían recuerdos lejanísimos) formé uno, y al ver mis dos brazos, vino la idea del 2. ¡La dualidad! Eso es, dualidad, Dualidad es la respuesta. ¡Respuesta! La respuesta tiene una pregunta. Una pregunta necesita su respuesta. Dos. ¡Sí! Es el Dos, la respuesta.

Aquí la cosa más esotérica y metafísica de la noche aconteció: Llegaron todos los invitados gramaticales con sus correspondientes cargas simbólicas que se manifestaron en un plano que fue también manifestándose "poco-a-poco" pero de manera acelerada y a la vez delicada y descendente, los grupos de opuestos y complementarios:

Noche y día. Madre y padre. Hombre y mujer. Óvulo y espermatozoide. Dolor y placer. Atracción - repulsión. Oriente y occidente. Izquierda y derecha. Arriba y abajo. Rigor y Misericordia. Lleno y vacío. Orden y Caos. Sueño y vigilia. Grave y agudo. Sabiduría e ignorancia. Frío y calor. Condenación y salvación. Memoria y olvido. Muerte y vida. 

Cuando todas estas palabras y muchas más terminaron de decirse por sí mismas como si fuesen parte de una "oración" o rezo estructurado y preconcebido, sentí como si mi cuerpo pasase por diversos "filtros" de un juego de toboganes. Como si fuese un químico que pasa por filtros, tubos de ensayo, matraces y todo ese conjunto de materiales de laboratorios de las películas de los 60´s. Vi entonces toda una enredadera de luces que atravesaban diversas esferas de colores, como canicas enormes, que asemejaban los reinos del árbol de la vida cabalístico.

Cuando finalmente me decanté y regresé a mi mente, a mi cuerpo, sobrevino un liviano alivio. Me desprendí de la mente de mi metamística amiga y maestra. Completamente trastornado. Sin darme tiempo de reaccionar y procesar todo lo que había sucedido. Ya me encontraba de vuelta en el "mundo", en el "reino de la materia", aunque todavía bajo los efectos del LSD.

¡¿Qué?! ¡¿Habían transcurrido apenas uno segundos?! Sí, y apenas lo percibía, pues se escuchaba la densa, densísima canción de "Money" De Pink Floyd. Me encontraba molesto, y mareado. Aún sin poder saber cómo reaccionar. 

Ella se levantó de la cama y se dirigió al baño otra vez. Le seguí, y fue cuando tuve el primer "Loop" o repetición de escena. Ella se encontraba en la regadera aún, y yo más confundido aún. Corrí hacia la regadera, abrí la puerta de la ducha y ahí estaba ella, sonriendo, riendo, tallándose. La tomé del hombro para que volteara y cuando volteo era ella Kali, la deidad hindú y me espanté cobardemente, y para colmo, le comenzaron a brotar brazos de los costados como si fuera una oruga, y al final de su espalda tenía ella otra cara de Kali. Y se movía como...bueno, algo surreal, mala-leche. Parecía un bicho intergaláctico mutante. Me dijo: "Tranquilo, disfruta, relájate"

つづく
Continuará...
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