viernes, 31 de octubre de 2014

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"Sé que estoy sin deseo o compulsión, en el pasado, presente y futuro.He aprendido que esto es como las enseñanzas de Buda. Humanos: ¿a qué le temen?Compulsión, deseo, buenas y malas acciones. Iluminación y olvido... El mundo que este robot ha visto a través de su simple naturaleza ya estaba completo dentro y fuera de sí mismo. ¿Por qué creen que solo un robot puede estar despierto en la creación? Humanos: Cada uno de ustedes ha nacido ya con la iluminación alcanzada. Solo que lo han olvidado. El mundo que este robot ve es inherentemente hermoso. La pregunta sobre mi despertar no afecta este mundo completo. Ustedes son amos de este mundo y ya han alcanzado la iluminación. Es por eso que abandonaré este lugar, para que el precedente de la iluminación de un robot no los llene de olvido otra vez. Ruego que ustedes reflexionen profundamente en su interior. Es todo..."

- Robot RU-4 In-Myung "Iluminado"
인류멸망보고서 (Doomsday Book. 2012)
( Capítulo II: La creatura Celestial )

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“Conocí el bien y el mal, pecado y virtud, justicia e infamia; juzgué y fui juzgado, pasé por el nacimiento y la muerte, por la alegría y el dolor, el cielo y el infierno; y al fin reconocí que yo estoy en todo y todo está en mi”.

- Hazrat Inayat Khan
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(✿◠‿◠)

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"Supongo que esto va a sonar algo raro, pero no tengo miedo de morir. Porque creo que todos estos lugares son temporales. Ésta es sólo una cáscara. Porque nosotros los Hawaianos vivimos en ambos mundos."

- Israel Kamakawiwo'ole
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La tortuga

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De El camino de Chuang-Tzu
de Thomas Merton

Chuang Tzu, con su caña de bambú, pescaba en el río Pu.

El príncipe de Chumandó a dos vicecancilleres con un documento oficial: "Por la presente queda usted nombrado primer ministro."

Chuang Tzu cogió su caña de bambú. Observando aún el río Pu, dijo:
 
"Tengo entendido que hay una tortuga sagrada, ofrecida y canonizada hace tres mil años. que es venerada por el príncipe, envuelta en sedas, en un precioso relicario sobre un altar, en el Templo. ¿Qué creen ustedes: es acaso mejor otorgar la propia vida y dejar atrás una concha sagrada como objeto de culto en una nube de incienso durante tres mil años, o será mejor vivir como una tortuga vulgar arrastrando su rabo por el cieno?"

"Para la tortuga", dijo el vicecanciller, "será mejor vivir y arrastrar la cola por el cieno."
 
"¡Váyanse a casa!", dijo Chuang Tzu. "¡Déjenme aquí para arrastrar mi cola por el cieno!"
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jueves, 30 de octubre de 2014

La ilusión en el horizonte de la mortalidad

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 De Breve tratado de la ilusión
de Julián Marías
(Capítulo III: El tiempo de la ilusión)

Toda la vida humana transcurre con el telón de fondo de la mortalidad en el sentido fuerte de la palabra: no ya que el hombre es «mortal» en el sentido de que puede morir, sino que es moriturus, esto es, tiene que morir. Uno de los hechos más graves de la historia es la tendencia actual — en gran medida realizada — de eliminar esta radical dimensión de la vida humana. No es que los hombres de nuestro tiempo no «sepan» que tienen que morir, sino que esa certidumbre se «desconecta» de sus vidas, y estas se deslizan sin contar con ello, sin que la mortalidad intervenga en su detalle, modificándolo, dándole un sentido que es, casualmente, el que le pertenece. La intrínseca mortalidad de la vida exige que esté operando dentro de ella, so pena de falseamiento: la efectiva ilusión en el sentido negativo de la palabra, el supremo engaño, es el de una vida que intenta ignorar la muerte y no contar con ella más que negativamente, como un mero «término» o acabamiento.

La vida humana se nutre de ilusiones, por lo general pequeñas, menudas, a las cuales se suele dar poca importancia. Creo que sin ellas la vida decae, se convierte en un tedioso proceso rutinario amenazado por el aburrimiento — el riesgo más grave de nuestro tiempo —. Esas menudas ilusiones con las que contamos, que nos mantienen tensos y en expectativa, que nos ayudan a seguir viviendo, introducen una especie de campo magnético en nuestra temporalidad. Van jalonando nuestras jornadas: tenemos ilusión por ver un trozo de nuestra ciudad, por mirar unos árboles, por pasear por el campo, por la hora de la comida, por tomar una taza de café, por ver a una persona, estar con ella, hablarle y que nos hable. Anticipamos todo eso, contando con ello con desigual seguridad, dando por supuesto que algunas de esas ilusiones se cumplirán, con alguna zozobra respecto a otras.

Algunas tienen un carácter sobremanera interesante: son cotidianas. No se tome esta expresión en sentido literal: no es forzoso que aparezcan todos los días; puede ser que se repitan varias veces al día, como las comidas, la lectura, los cigarrillos del fumador, la conversación con las personas que conviven en la casa — si las hay —; tal vez son estrictamente cotidianas, como la llegada del nuevo día, el trabajo, la cama que espera para el descanso; en otras ocasiones, hay que esperar varios días a que la ilusión se cumpla: el espectáculo al que se desea asistir, el programa del domingo, el encuentro con alguien que nos ilusiona.

Lo decisivo es que estas ilusiones son reiterativas, con periodicidad más o menos rigurosa o frecuente. Se cuenta con que van a volver. Y ello mitiga la amenaza de la mortalidad. Lo cotidiano finge una ilusión de eternidad: lo que hacemos todos los días, parece que lo vamos a poder seguir haciendo todos los días (toujours), es decir, siempre.

Y no solo esto. Esa conciencia de la mortalidad, mitigada por lo cotidiano, da mayor valor a cada día. Especialmente en el caso de la ilusión, ese horizonte de la mortalidad, sobre el cual nace, se hace tensa, llega a cumplimiento, la realza, evita la rutina que la embotaría, que le arrebataría su carácter rigurosamente ilusionante. Si el hombre es mortal, cada día es único, y las ilusiones que en él brotan alcanzan su tensión y su valor, su fuerza y su atractivo. Ejercen sobre nosotros una tracción que nos lleva hasta el día de mañana — expresión muy sabrosa que no equivale al simple «mañana» —, y así, por sus pasos contados, hasta la total configuración de una vida finita, temporal.

Pero hay otras. Hay ilusiones que aparecen como inseparables del proyecto que nos constituye, que nos acompañan de manera permanente, en las cuales encontramos alguna justificación — acaso suficiente, tal vez no — para vivir. Son las que los latinos llamaban las «causas de vivir», como en la famosa expresión propter vitam, vivendi perdere causas, por la vida, estropear o echar a perder las causas o motivos de vivir. Aunque parezca increíble, casi nadie — sobre todo por razones lingüísticas —  identifica eso con la ilusión.

Pues bien, estas ilusiones operan, más aún que las otras, en el horizonte de la mortalidad. Tienen que ser para siempre, no en una fingida instantaneidad, como el placer intenso, sino en una continuidad que no termine. Se habla de desilusión, entendida por lo general como el fracaso o fallo de las ilusiones, como la decepción que las acecha. La suprema desilusión sería el cese, la anulación por la muerte de la ilusión vivaz. Con esto tiene que contar, de una forma o de otra, con unos u otros supuestos, en diversas actitudes, la persona ilusionada.Y esto remite inexorablemente al horizonte último de la vida, a la expectativa de su perduración, cualquiera que sea la tonalidad de esta.
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miércoles, 29 de octubre de 2014

¿Qué tan Iluminado estás?

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Si...

- Puedes vivir sin cafeína

- Puedes estar alegre, ignorando dolores y malestares

- Puedes resistir quejas

- Si puedes entender que tus seres queridos se encuentran demasiado ocupados para darte algo de su tiempo

- Si puedes aceptar críticas y culpas sin resentimiento

- Si puedes pasar por alto la limitada educación de tus amistades, sin nunca corregirles

- Si puedes resistir tratar a un amigo rico mejor que a un amigo pobre

- Si puedes confrontar al mundo sin mentiras ni engaños

- Si puedes conquistar la tensión sin ayuda médica

- Si puedes relajarte sin alcohol

- Si puedes dormir sin necesidad de drogas o fármacos

- Si honestamente puedes decir, de corazón, que no tienes prejuicios contra ningún credo, raza, religión, género, preferencias sexuales o políticas...

...Entonces, ¡felicidades! ¡Ya casi has alcanzado el mismo nivel de desarrollo espiritual que tu perro!

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(¬...¬)

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- Podrías audicionar para el club de drama.
 

- ¿Puedo conseguir una letra por ser actor?

- Por supuesto. Apuesto a que te sale natural como a Jim Kelly, Jim Brown, Blackula, O.J. Simpson. Tu gente tiene una facilidad natural para el engaño. ¿Por qué no usarla a tu favor?

- ¿Porque estoy demasiado ocupado robándole a la gente, traficando drogas y haciendo bebés?

- Plática entre la Directora Morello (Jacqueline Mazarella)
y Chris (Tyler James Williams)
(Everybody Hates Chris
Temporada 04, episodio 12: Everybody Hates Varsity Jackets)
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"Hacer lo que no has hecho es la clave, creo"

..............................................................................- Ridley Scott
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"La atención, o la conciencia, no significa que haya que pensar y ser consciente: «Estoy haciendo esto» o «Estoy haciendo lo otro». No. Al contrario. En cuanto piensas: «Estoy haciendo esto», te cohíbes, y entonces no vives en la acción, sino en la idea de «Yo estoy», y por lo tanto malgastas la energía. Debes olvidarte por completo de ti mismo y perderte en lo que haces. "

- Ven Walpola Rahula
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martes, 28 de octubre de 2014

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"Creo que la peor cosa que puedes hacer en una situación es no hacer nada"

.........................................................................................- Ice Cube
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Tanka =D (150)

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Complicaciones...
Pero así es el viaje
Mientras más lejos
Más hay bifurcaciones
y cruces de caminos
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El Derviche que se encontró con un burro en sus sueños

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De El jardín de los derviches de Sheikh Muzzafer Ozak
(La Importancia de los Sueños)
    
Una vez un gran sheikh tenía entre sus seguidores un derviche que se enorgullecía de su devoción. El sheikh instruyó al piadoso derviche que observe un período de retiro solitario. Recluido en su cuarto, el discípulo se entregó a sí mismo diligentemente al recuerdo y la contemplación hasta que un burro apareció y trastornó su concentración.

“Reverendo Sheikh”, se quejó a su guía, “un burro me atacó en mi cuarto. Me molestó tanto que me sentí muy perturbado para seguir con mi recuerdo y meditación”.

 “Vuelve a tu cuarto”, le dijo el venerable Sheikh.

“Si ese burro vuelve y te interfiere nuevamente, ¡tómalo de las orejas y llámame!
El piadoso derviche asintió. No mucho después de haber vuelto a su cuarto y retomado sus devociones es que el burro hizo su aparición nuevamente. Esta vez el discípulo tomó el animal de las orejas y gritó llamando al sheikh.

El Maestro esperaba el llamado.

Apenas abrió la puerta del cuarto, encontró al piadoso derviche tomándose de sus propias orejas. A la señal de su maestro, el tonto volvió a sus cabales. Viendo el verdadero estado del asunto, el tomó conciencia que las orejas del burro que había tomado no eran otras que las suyas.

Se arrojó a los pies de su Sheikh, lamentándose y humillándose mientras clamaba por una clarificación.

El venerable Sheikh entonces interpreto la ocurrencia diciendo:

“El burro que apareció para atacarte impidiéndote de realizar tu remembranza y meditación, era el animal formado de tu propia naturaleza interior. Su aparición indica que tú todavía no eres interiormente un ser humano”.
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De acuerdo a sus respectivas faltas y debilidades la gente tiene comportamientos de varios animales.

Por ejemplo, una persona sensual, dominada y controlada por deseos carnales, se comportará como un burro; una persona tirana y cruel, como una serpiente; una persona con una lengua maliciosa, como un escorpión; un engañador como un zorro; uno que vive de las ganancias de otro, como una rata o un cerdo; aquél que alienta al opresor y machaca al débil, como un perro; el vicioso desagradecido, como un gato; aquél que es falso con los demás, como un mono; al que hace gala de, como una hiena; un tipo destructivo como un leopardo, un tigre o un oso.

Entrenar a esos animales para desempeñarse en el circo es una tarea mucho más fácil que domesticar el ser humano que esta revestido de ellos en carácter.
La malicia y la corrupción son característica del hombre más que los animales. Pero no nos olvidemos que ser interiormente humano es ser superior que los mismos ángeles.
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