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Extracto de El segundo sexo
de Simone de Beauvoir
Aún en el caso de que esté más emancipada, el privilegio económico ostentado por los varones la obliga a preferir el matrimonio a un oficio: buscará un marido cuya situación sea superior a la suya y en la que espera que él” llegará” más rápidamente y más lejos de lo que ella sería capaz. Se admite, como en otro tiempo, que el acto amoroso, por parte de la mujer, es un servicio que presta al hombre; éste toma su placer y, a cambio, le debe una compensación. El cuerpo de la mujer es un objeto que se compra; para ella, representa un capital que está autorizada a explotar. En ocasiones aporta una dote al esposo; a menudo se compromete a proporcionar cierto trabajo doméstico: conservará la casa, cuidará de los niños. En todo caso, tiene derecho a dejarse mantener, e incluso la moral tradicional la exhorta a ello. Es natural que se sienta tentada a esa facilidad, tanto más cuanto que los oficios femeninos son frecuentemente ingratos y están mal remunerados; el matrimonio es una carrera más ventajosa que otras muchas.
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