miércoles, 19 de junio de 2013

La actitud Budista hacia el pensamiento

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De La cultura de la mente de Manly Palmer Hall

Se ha declarado erróneamente que el budista tiene temor al mundo material. La actitud budista es más bien de indiferencia, despreocupación y no de temor. Comprende que el dar un énfasis exclusivo al lado físico de la vida es la causa generadora del sufrimiento y degradación del hombre.

Por lo tanto, se esfuerza por mantener la mente fija, en todo momento, en las expresiones más nobles y profundas de la vida. Buda, sentado en meditación, significa, por su paz e inmutabilidad, aquella realización interior del propósito por el cual el alma humana vino a la vida.

Para el budista, la existencia física representa un período de instrucción y el mundo una gran escuela. Mientras realice el estudiante que no es necesario dejarse envolver personalmente por los problemas que estudia, estará libre. Pero, en el mismo momento en que renuncia a su actitud de desapego, es apresado nuevamente por las redes de la ilusión material. Es contrario a las doctrinas del budismo que el budista ignore las responsabilidades de la existencia material; debe cumplir con todos los deberes: debe enfrentarse a cada responsabilidad; debe cumplir cada obligación. Sin embargo, reconociendo la efímera naturaleza de todas las cosas físicas, el budista sabe que todo aquel que se apega a un objeto físico, animado o inanimado, debe sufrir cuando ese objeto le falte en la vida. Si debe estar apegado a alguna cosa, entonces que se apegue a Dios, porque sólo Dios y el Ser (significado abstracto y último de la palabra Ser) son permanentes.

Comprendiendo que a su muerte debe dejar todo lo que acumule en el universo material, el budista sabe que el sufrimiento es la inevitable secuela del apego material. Por lo tanto, considera las cosas que tiene como si fueran prestadas, y cree que no es ni sabio ni autocontrolado hasta que no puede ceder las cosas a los demás con el mismo júbilo con que las obtuvo. El budista considera el sentido de posesión como la más grande causa singular del sufrimiento humano. “Mata el sentido de posesión; mata el deseo de poseer” y la mente permanecerá tranquila, equilibrada y libre para contemplar la Realidad, y cuando el hombre es libre de los objetos que posee se liberta de las responsabilidades relacionadas con ellos.

El mundo Occidental desdeña al oriental porque no es capaz de establecer, por falta de sentido práctico, una colosal civilización material. El oriental, a su vez, considera los pueblos occidentales como decididamente imprácticos porque, al establecer la estructura de su civilización, han descuidado aquellas más profundas y finas expresiones y valores que son mucho más importantes y permanentes que los monumentos de la grandeza física. El gran mensaje del budismo para el estudiante del pensamiento moderno concierne al uso del peligroso y mortal posesivo “mío”. A nuestro alrededor oímos a la gente alegar la posesión de cosas que nunca podrán controlar. Y una vez afirmada tal posesión debe ser defendida, y así tenemos el insensato espectáculo de naciones arrojando millones de hombres al campo de batalla, sólo para probar que han hecho uso correcto del caso posesivo. Los budistas objetan fundamentalmente la teoría de los posesivos porque, filosóficamente, son de aplicación imposible. El hombre no posee nada; la vasta mayoría ni siquiera “se posee a si mismo”. Los padres dicen: “mi hijo” o “mi hija”, intentando delegarse el destino de la generación futura. El resultado es una serie interminable de sufrimientos, que provienen de un falso “standard” mental que no tiene ninguna existencia fuera de la mente de la ignorante persona que lo concibiera..
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