sábado, 22 de junio de 2013

El Langosta y el sapo

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Cuento africano

La Langosta y el Sapo parecían ser buenos amigos. La gente siempre los veía juntos. Pero aún así, ellos nunca habían cenado juntos en la casa del uno ni del otro.  Un día, el Sapo le dijo a la Langosta:

- Querido Amigo, mañana ven a cenar a mi casa. Mi esposa y yo prepararemos una comida especial. La comeremos juntos.

Al día siguiente, La Langosta llegó a la casa del Sapo. Antes de sentarse, el Sapo se lavo las patas, e invitó a la Langosta a hacer lo mismo. Así lo hizo la Langosta, y con esto produjo un ruido muy alto.

- Amigo Langosta, ¿no podrías dejar de hacer ese chirrido? No puedo comer con semejante sonido - dijo el Sapo.

La langosta intentó comer sin frotar sus patas delanteras juntas, pero le resultó imposible. Cada vez que producía un chirrido, el Sapo se quejaba y le pedía estar en silencio. La Langosta estaba molesta y no podía comer.

Finalmente, le dijo al Sapo:

- Te invito a cenar mañana en mi casa.

Al día siguiente, El Sapo llegó a la casa de La Langosta. Tan pronto como la cena estubo servida, La Langosta se lavó sus patas delanteras e invitó al Sapo a que hiciera lo mismo. Así lo hizo el Sapo, y entonces este saltó hacia la comida.

- Deberías de volver a lavarte las patas - dijo La Langosta -. El haber saltado hizo que te ensuciaras las patas otra vez.

El Sapo saltó de nuevo en la jarra de agua y se volvió a lavar, entonces saltó nuevamente hacia la mesa, y estaba listo para comer algo de los platillos, cuando la Langosta lo detuvo:

- Por favor, no pongas las patas sucias en la comida. Ve y lávatelas otra vez.

El sapo estaba furioso.

- ¡Lo que pasa es que no quieres que coma contigo! - gritó -. Tú sabes muy bien que debo usar tanto mis patas delanteras como mis ancas para poder saltar. No puedo evitar que se ensucien un poco en el trayecto de la jarra de agua a la mesa.

El saltamontes respondió:

- Tú fuiste quien comenzó ayer. Tú sabes que no puedo frotar mis patas sin producir sonido.

Desde entonces y hasta la fecha, la Langosta y el Sapo dejaron de ser amigos.

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* Moraleja: Si deseas tener una verdadera amistad con alguien, hay que aprender a aceptar tanto las virtudes como los defectos de los demás.
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