martes, 18 de septiembre de 2012

¡Y más chistes de sapos y ranas! ¡Croaaak!



Un hombre pasa por una tienda de mascotas y ve un singular anuncio que dice:
 
” Ranas mamadoras $100 pesos"

Sonríe, se queda pensativo, coquetea con la idea en su mente y dice en voz alta:

- Bueno, por cien pesos, vamos a comprar una, a ver que tal.

Llega a su casa, se va a la sala a ver la televisión con su mujer, y ya llegada la media noche, su mujer se despide entre bostezos:

- Ya me voy a acostar, estoy muy cansada...

El hombre, pensando en probar las habilidades orales de la rana una vez que su mujer se fuese a dormir, le contesta:

- Si mi amor, yo... yo me voy a quedar viendo la tele un rato más

Luego de varias horas, la mujer se levanta a las 5 de la mañana y escucha la voz de su marido que proviene de la cocina:

- Sí, bien, medio kilo de tomates, un cuarto de cebollas, un cuarto de pimientos y luego se sofríe todo a fuego lento, ¡sí, así, perfecto!

Extrañada, la mujer va a la cocina y ve al marido hablando con la rana y le pregunta:

- ¿Qué...qué estas haciendo?

Y el marido le contesta:

- En cuanto ésta rana aprenda a cocinar ¡te largas a la concha de tu madre!

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Una princesa caminaba por el bosque, cuando al pasar por un estanque vio una rana, la cuál le habló:

- Si me dejas dormir en tu almohada me transformaré en un apuesto príncipe

Como había sido un día aburrido, la princesa decidió intentarlo.

A la mañana siguiente, cuando la princesa despertó, había a su lado un príncipe muy apuesto...

...¿Crees en ésta historia? ¡Tampoco se la creyó su madre!
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Un día un ingeniero cruzaba un camino cuando se encontró con una rana que hablaba, y ésta le dijo:

- ¡Bésame! ¡Bésame y me convertiré en una hermosa princesa!

Él se agachó, tomó a la rana y la colocó en el bolsillo de su camisa. La rana habló de nuevo, diciendo:

- Si me besas, una vez que me convierta en una hermosa princesa, estaré contigo por una semana.

El ingeniero sacó a la rana de su bolsillo, sonrió y la volvió a poner dentro. La rana, molesta, elevó el tono de su voz diciéndo:

- ¡Cuando me beses y me convierta en princesa, estaré contigo y haré todo, absolutamente TODO lo que quieras!

Nuevamente, el ingeniero sacó a la rana del bolsillo de su camisa, sonrió y la volvió a colocar dentro.

Finalmente, la rana, encabronada, exclamó:

- ¡¿Qué carajos pasa contigo?! ¡Te he dicho que soy una hermosa princesa, que estaré contigo una semana y que haré todo, pero absolutamente TODO lo que quieras! ¡¿Por qué no me besas?
 

El ingeniero dijo entonces:

- Mira... soy ingeniero, no tengo tiempo para tener novia, pero una rana que habla, ¡eso es genia!
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Una voluptosa rubia va una tienda de mascotas en busca de una mascota exótica.
Una vez dentro, se encuentra una pecera llena de sapos y ranas.

Adherido en la pecera, hay un cartel que dice: 

“Sapos cogelones a sólo $100 pesos cada uno. Entrenados para satisfacer hasta a la mujer más exigente. Incluye instructivo"

La mujer, sorprendida, mira alrededor para asegurarse de que no hubiese alguien que pudiera ver su interés por el batracio amante, y le dice en voz baja al encargado:

- ¡Quiero uno!

- ¡A la orden! - contesta el encargado

El hombre le envuelve uno y le dice que sólo tendrá que seguir las instrucciones.

La mujer le paga y sale a toda prisa hacia su casa. Una vez en su habitación, abre la caja, lee las instrucciones cuidadosamente y las sigue al pie de la letra:

1. Tome una ducha.
2. Use un perfume exquisito.
3. Póngase un salto de cama muy sexy.
4. Métase en la cama y deje que el sapo actúe como se lo entrenó.
Se mete en la cama con el sapo y . . . ¡Nada! ¡No hace nada!

La chica intenta adoptar poses más sugestivas pero... nada... el batracio se queda sentado, inmóvil con una mirada estúpida...

Relee las instrucciones y en el último párrafo ve el siguiente aviso:

"Si tuviese algún problema o pregunta no dude en llamar a la tienda"

Asi que telefonea, y el encargado de la tienda le dice:

- ¡Estaré ahí en un par de minutos!

Pasan 10 minutos y el encargado ya estaba llamando a la puerta. La mujer lo recibe, con un elegante y sexy negligé transparente, lo lleva a la recámara en donde está la rana sobre la cama y dice:

- ¿Ve? ¡He seguido las instrucciones al pie de la letra, y el maldito sapo se queda ahí sentado sin hacer nada!
El hombre, muy contrariado, agarra al sapo y mirándolo a los ojos le dice muy enojado:

- ¡Escúchame bien, ésta es la última vez que te voy a mostrar como se hace!
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