Los estudiantes de medicina forense están listos para presentar su examen final con un maestro que tenía fama de ser muy poco ortodoxo con sus métodos de enseñanza, incluyendo sus sistemas de evaluación.
El grupo de estudiantes están frente a la puerta del anfiteatro, y el maestro les dice:
- Buenas noches damas y caballeros, o "Buenas medias noches" mejor dicho, espero que estén preparados, ¿estamos? bien, comenzamos.
Acto seguido, entran a la tenebrosa habitación llena de cadáveres que yacen sobre las mesas quirúrgicas, cubiertos con sábanas blancas.
El maestro pide a los alumnos que se acerquen a la mesa donde él se encuentra y destapa de golpe uno de los cuerpos. Se trata del cadáver de un hombre corpulento, inflado, que pareciera que está a punto de reventar, y luce todo desfigurado, con el rostro hinchado y los ojos salidos de sus órbitas, con una tonalidad de piel casi azulosa. Es una imagen verdaderamente surrealista como terrorífica, grotesca, dantesca, y las frías luces de la habitación solo reenforzan los disparos de adrenalina de los muchachos, a tal grado que uno de los alumnos
se desmaya y otro más parece sufrir un ataque de asma.
El maestro mira a ese alumno que está teniendo problemas respiratorios y le pide que abandone inmediatamente la habitación, que está reprobado. Se dirige instantes después a sus alumnos:
- Bien, la primera lección de evaluación es "perder el miedo". Si no pueden siquiera ver un simple cadáver, entonces no hay razón haber cursado esa carrera. Ahora, Usted, Laura Gimenez - Se dirige a una de sus estudiantes - quiero que le de la vuelta a este cadáver.
- ¿Qu-qu...?...- vacila un poco la horrorizada chica, que parece también a punto de perder la conciencia - oh...sí maestro.
A la mujer no le queda de otra que hacer lo que le ordenan y procede a voltear al cadáver.
- Ahora miren - dice el profesor, y presiona con fuerza la espalda del muerto, de tal manera que ejerce una tremenda presión que libera gases insoportablemente fétidos del mismo, acompañados de materia fecal en descomposición, llena de gusanos, insectos muertos, larvas de moscas y algas. Esta reacción provoca automáticamente reflejos vagales en los alumnos y vomitan casi al instante, algunos otros regurgitan, pero a sabiendas de las probables actitudes reprobatorias del profesor, no les queda de otra más que tragarse el vómito y contener las lágrimas.
- Aaahh...que delicia - comenta el insano médico - no hay nada como los gases contenidos en el cadáver de un ahogado que lleva una semana pudriéndose en aguas residuales. Le da un aroma especial de añejamiento a los cuerpos...que rico...hummmm...ahora, para estos tres que se vomitaron, están reprobados, Martínez, Hernández, Peña, fuera de la habitación, están reprobados. Para todos los demás - prosigue - está fue la segunda lección y evaluación: "perder el asco"
Ahora, presten atención a lo que voy a hacer y quiero que hagan exactamente lo que voy a hacer, quien no quiera ver más que salga ahora, porque lo que sigue no tiene comparación con lo que experimentaron hace unos momentos.
Otros cuatro estudiantes se salen inmediatamente, con un horrible sentimiento entremezclado de terror, odio, nauseas y vacío.
El grupo queda reducido a 10 estudiantes solamente y entonces el profesor procede a quitarse los guantes de látex, lentamente, y sus ojos reflejan un placer enfermizo.
Los alumnos por su parte, sudan frío, tienen seca la boca, sus corazones palpitan como los de un animal que está apunto de ser sacrificado, las piernas les tiemblan e igual están al borde del desmayo y del colapso nervioso.
Luego, el maniático profesor se acerca al cadáver y comienza a acariciarle el ano, haciendo lentos y suaves círculos en la periferia, luego introduce el dedo y comienza a juguetear dentro, moviéndolo rítmicamente de un lado a otro ante la mirada atónita de los alumnos que están sin pronunciar palabra alguna, completamente boquiabiertos.
El maestro mira sin parpadear a sus pupilos y retira lenta, muy lentamente el dedo del recto del accidentado cadáver, y...mira fijamente uno por uno a los ojos de sus alumnos, con toda la tranquilidad y placidez del mundo. Sonríe y se lleva el dedo a la boca, se lo pasa entre los labios, se talla los dientes y las encías y finalmente se lo comienza a lamer como si fuera una tutsi-pop.
Los alumnos comienzan a llorar y se miran unos a otros aterrados, rogando mentalmente que se trate de una cruel pesadilla. Ninguno se atreve a comenzar, se encuentran petrificados, pero el profesor comienza con su amenazante cuenta regresiva...:
- tres....dos....uno...
Los estudiantes con todo el dolor, humillación, asco y pavor del mundo, se quitan entonces inmediatamente los guantes de látex y pasan junto al cadáver y comienzan a hacer lo mismo rápidamente, y los interrumpe el viejo demente:
- Hey, hey, hey, un momento, un momento...haganlo despacio, así no lo hice. Les dije que pusieran atención, recuerden como lo hice...despacito, despacito, hagan círculos, jugueteen, sean coquetos. Disfruten lo que están haciendo, que se vean que disfrutan su probable futura profesión, vamos...
Los pobres muchachos todos traumatizados, derramando lágrimas y mocos, reducen su velocidad, y tratan de simular una cara sonriente, igual que aquel trastornado.
Terminan de hurgar dentro de la cavidad anal podrida y llena de excremento verdoso y pastoso y entonces viene lo peor...todos se detienen por un momento, lloran en silencio, imploran a Dios que se trate efectivamente de una pesadilla, pero no, se trata de su poco-ortodoxo examen final y no les queda de otra, después de tanto tiempo y dinero invertidos, su respiración es agitada y poco a poco empiezan a hiper-ventilar.
Entonces, como quien piensa zambullirse de un clavado en el agua fría para hacer la agonía más corta, todos se llevan el dedo a la boca entre gemidos y gritos internos, todos tienen la cara roja, las ojeras remarcadas y hundidas, los ojos inyectados en sangre y las venas de la frente punsando a todo lo que dan. Se acercan lenta y pesarosamente el dedo a la boca, y comienzan a hacer lo mismo que su profesor, se lo pasan por los labios, por los dientes, las encías y luego se lo chupan como si fuera una tutsi-pop.
Después de unos veinte segundos que parecían eternos, todos, absolutamente todos, los diez alumnos que quedaban, se vomitan. Devuelven la cena, la comida y el desayuno y hasta la cena de la noche anterior, lloran de rabia y horror, tosen, comienzan a dar de patadas y pisotones al suelo, y vuelven a vomitar. La agonía se prolonga por minutos que parecen horas.
Todos se sienten más enfermos que nunca. Se tiran al piso, se llevan las manos a las orejas, y comienzan a balancearse frenéticamente en shock, vuelven a vomitar y convierten la habitación en un auténtico y maloliente chapoteadero de vómito. Pasados unos diez minutos de gimoteos, llantos, dolorosos espasmos vomitivos y demás, finalmente, una vez que todos se han tranquilizado e impera en ese recinto infernal un insoportable silencio desolador, se escuchan tres lentos y breves aplausos y la voz sonriente del profesor desmadrado del cerebro, quien finalmente les dice:
- Felicidades, todos ustedes están reprobados. La tercera lección era "poner atención", y nadie, absolutamente nadie se fijó que yo introduje en el ano de ese cadáver mi dedo medio, pero que el dedo que me chupé fue el índice. Jaha.
Saludos y buen fin de semana pa´todos al otro lado del monitor ^_^
.
- Buenas noches damas y caballeros, o "Buenas medias noches" mejor dicho, espero que estén preparados, ¿estamos? bien, comenzamos.
Acto seguido, entran a la tenebrosa habitación llena de cadáveres que yacen sobre las mesas quirúrgicas, cubiertos con sábanas blancas.
El maestro pide a los alumnos que se acerquen a la mesa donde él se encuentra y destapa de golpe uno de los cuerpos. Se trata del cadáver de un hombre corpulento, inflado, que pareciera que está a punto de reventar, y luce todo desfigurado, con el rostro hinchado y los ojos salidos de sus órbitas, con una tonalidad de piel casi azulosa. Es una imagen verdaderamente surrealista como terrorífica, grotesca, dantesca, y las frías luces de la habitación solo reenforzan los disparos de adrenalina de los muchachos, a tal grado que uno de los alumnos
se desmaya y otro más parece sufrir un ataque de asma.
El maestro mira a ese alumno que está teniendo problemas respiratorios y le pide que abandone inmediatamente la habitación, que está reprobado. Se dirige instantes después a sus alumnos:
- Bien, la primera lección de evaluación es "perder el miedo". Si no pueden siquiera ver un simple cadáver, entonces no hay razón haber cursado esa carrera. Ahora, Usted, Laura Gimenez - Se dirige a una de sus estudiantes - quiero que le de la vuelta a este cadáver.
- ¿Qu-qu...?...- vacila un poco la horrorizada chica, que parece también a punto de perder la conciencia - oh...sí maestro.
A la mujer no le queda de otra que hacer lo que le ordenan y procede a voltear al cadáver.
- Ahora miren - dice el profesor, y presiona con fuerza la espalda del muerto, de tal manera que ejerce una tremenda presión que libera gases insoportablemente fétidos del mismo, acompañados de materia fecal en descomposición, llena de gusanos, insectos muertos, larvas de moscas y algas. Esta reacción provoca automáticamente reflejos vagales en los alumnos y vomitan casi al instante, algunos otros regurgitan, pero a sabiendas de las probables actitudes reprobatorias del profesor, no les queda de otra más que tragarse el vómito y contener las lágrimas.
- Aaahh...que delicia - comenta el insano médico - no hay nada como los gases contenidos en el cadáver de un ahogado que lleva una semana pudriéndose en aguas residuales. Le da un aroma especial de añejamiento a los cuerpos...que rico...hummmm...ahora, para estos tres que se vomitaron, están reprobados, Martínez, Hernández, Peña, fuera de la habitación, están reprobados. Para todos los demás - prosigue - está fue la segunda lección y evaluación: "perder el asco"
Ahora, presten atención a lo que voy a hacer y quiero que hagan exactamente lo que voy a hacer, quien no quiera ver más que salga ahora, porque lo que sigue no tiene comparación con lo que experimentaron hace unos momentos.
Otros cuatro estudiantes se salen inmediatamente, con un horrible sentimiento entremezclado de terror, odio, nauseas y vacío.
El grupo queda reducido a 10 estudiantes solamente y entonces el profesor procede a quitarse los guantes de látex, lentamente, y sus ojos reflejan un placer enfermizo.
Los alumnos por su parte, sudan frío, tienen seca la boca, sus corazones palpitan como los de un animal que está apunto de ser sacrificado, las piernas les tiemblan e igual están al borde del desmayo y del colapso nervioso.
Luego, el maniático profesor se acerca al cadáver y comienza a acariciarle el ano, haciendo lentos y suaves círculos en la periferia, luego introduce el dedo y comienza a juguetear dentro, moviéndolo rítmicamente de un lado a otro ante la mirada atónita de los alumnos que están sin pronunciar palabra alguna, completamente boquiabiertos.
El maestro mira sin parpadear a sus pupilos y retira lenta, muy lentamente el dedo del recto del accidentado cadáver, y...mira fijamente uno por uno a los ojos de sus alumnos, con toda la tranquilidad y placidez del mundo. Sonríe y se lleva el dedo a la boca, se lo pasa entre los labios, se talla los dientes y las encías y finalmente se lo comienza a lamer como si fuera una tutsi-pop.
Los alumnos comienzan a llorar y se miran unos a otros aterrados, rogando mentalmente que se trate de una cruel pesadilla. Ninguno se atreve a comenzar, se encuentran petrificados, pero el profesor comienza con su amenazante cuenta regresiva...:
- tres....dos....uno...
Los estudiantes con todo el dolor, humillación, asco y pavor del mundo, se quitan entonces inmediatamente los guantes de látex y pasan junto al cadáver y comienzan a hacer lo mismo rápidamente, y los interrumpe el viejo demente:
- Hey, hey, hey, un momento, un momento...haganlo despacio, así no lo hice. Les dije que pusieran atención, recuerden como lo hice...despacito, despacito, hagan círculos, jugueteen, sean coquetos. Disfruten lo que están haciendo, que se vean que disfrutan su probable futura profesión, vamos...
Los pobres muchachos todos traumatizados, derramando lágrimas y mocos, reducen su velocidad, y tratan de simular una cara sonriente, igual que aquel trastornado.
Terminan de hurgar dentro de la cavidad anal podrida y llena de excremento verdoso y pastoso y entonces viene lo peor...todos se detienen por un momento, lloran en silencio, imploran a Dios que se trate efectivamente de una pesadilla, pero no, se trata de su poco-ortodoxo examen final y no les queda de otra, después de tanto tiempo y dinero invertidos, su respiración es agitada y poco a poco empiezan a hiper-ventilar.
Entonces, como quien piensa zambullirse de un clavado en el agua fría para hacer la agonía más corta, todos se llevan el dedo a la boca entre gemidos y gritos internos, todos tienen la cara roja, las ojeras remarcadas y hundidas, los ojos inyectados en sangre y las venas de la frente punsando a todo lo que dan. Se acercan lenta y pesarosamente el dedo a la boca, y comienzan a hacer lo mismo que su profesor, se lo pasan por los labios, por los dientes, las encías y luego se lo chupan como si fuera una tutsi-pop.
Después de unos veinte segundos que parecían eternos, todos, absolutamente todos, los diez alumnos que quedaban, se vomitan. Devuelven la cena, la comida y el desayuno y hasta la cena de la noche anterior, lloran de rabia y horror, tosen, comienzan a dar de patadas y pisotones al suelo, y vuelven a vomitar. La agonía se prolonga por minutos que parecen horas.
Todos se sienten más enfermos que nunca. Se tiran al piso, se llevan las manos a las orejas, y comienzan a balancearse frenéticamente en shock, vuelven a vomitar y convierten la habitación en un auténtico y maloliente chapoteadero de vómito. Pasados unos diez minutos de gimoteos, llantos, dolorosos espasmos vomitivos y demás, finalmente, una vez que todos se han tranquilizado e impera en ese recinto infernal un insoportable silencio desolador, se escuchan tres lentos y breves aplausos y la voz sonriente del profesor desmadrado del cerebro, quien finalmente les dice:
- Felicidades, todos ustedes están reprobados. La tercera lección era "poner atención", y nadie, absolutamente nadie se fijó que yo introduje en el ano de ese cadáver mi dedo medio, pero que el dedo que me chupé fue el índice. Jaha.
Saludos y buen fin de semana pa´todos al otro lado del monitor ^_^
...
ResponderEliminary eso es un chiste?
o se supone que me daría asco?
ResponderEliminarEse me lo contó mi prima, que es doctora, aunque no tan chido como tú jajaja :D
ResponderEliminarque sexy historia.
ResponderEliminarjajajajajajaja "que sexy historia"
ResponderEliminarjajajajaajajaj amo este comentario! jajajajaj
Stefany
ResponderEliminarPuedes llamarle chiste, pero otros vemos sabias enseñanzas, moralejas, cuentos para emprender, pensar y ¿por qué no? reírse con las hipotéticas y graciosas experiencias ajenas (y hasta propias)
Cálidos abrazos desde Tamaulipas...sí, sólo por un mes más y adiós...estado y ciudad de mier...
Nos vemos. Ten un bonito sábado
corrección: cuentos para "aprender", teclado tonto...
ResponderEliminarJah, Pedros...
ResponderEliminarquizá tu prima fue quien disfrazo esa historia verídica en chiste y por eso no le causa tanta gracia como asco y neurosis...jeh...
Un gusto volver a platicar con Ud. en msn, y también por estos medios....
Albertos:
ResponderEliminarEstás enfermo y necesitas ayuda profesional, de otro modo córtate las venas del cuello con tus Dvds del circo Solei, jehe...
Saludos y gracias por las película de Harry potter...ya casi se me atrofia el cerebro con tanta magia y hechicería...y mugre Hermaione, racista de porquería, dejar morir a un elfo...Y nadie dice nada...
oo te vas?
ResponderEliminara donde?
Sí, me voy!
ResponderEliminarPál sur: Xalapa.
Aunque a principios de febrero probablemente pa´tierras de vikingos.
Jéh.
Deberías de "jalarte" también pa´allá! n_n
Y así todos juntos tener aventuras como los Muppets Babies...
jeh, comentario estúpido, ignoralo.
Nos estamos leyendo Stefany!
Un gran abrazo!