.
Del Aggañña - Sutta 41
del Dīgha - Nikāya
En el pasado, fuimos seres espirituales creados por la mente, nutridos por la alegría. Nos desplazábamos en el espacio, éramos luminosos y de una belleza imperecedera. Así permanecimos mucho tiempo.
Después del paso de tiempos infinitos, la tierra de dulce sabor surgió de las aguas. Tenía color, aroma y sabor. Empezamos a formarla transformándola en terrones y a comerla. Pero al comerla, nuestra luminosidad desapareció. Y cuando desapareció, aparecieron el sol y la luna las estrellas y las constelaciones, el día y la noche: las semanas y los meses, las estaciones y los años. Disfrutamos la tierra de dulce sabor, la aderezamos, nos nutrimos con ella; y así vivimos mucho tiempo... Pero cuando surgieron entre nosotros costumbres malas e inmorales, desapareció la tierra dulce y cando había perdido su agradable sabor, aparecieron en su superficie afloramientos dotados de aroma, color y sabor. Debido a las prácticas malsanas y a una realidad cada vez más burda... incluso esos nutritivos afloramientos desaparecieron, y otras plantas que se habían originado por sí mismas se deterioraron tanto que al final nada que pudiera comerse crecía por sí mismo y los alimentos tenían que producirse a base de mucho trabajo. Así la Tierra se dividió en campos y se formaron fronteras, con las que se creó la idea de "yo" y de mío, propio y "otro", y con ella las posesiones, la envidia, la codicia y la esclavitud a las cosas materiales.
.