martes, 22 de agosto de 2017

"ちんぷんかん"

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De Aware. Iniciación al haiku japonés de Vicente Haya
Capítulo 88: El haiku nos invita a comenzar un viaje

Issa, en su último haiku, haiku de muerte, quiso poner el acento en todo ese inútil borbotón de palabras que es nuestra vida:


たらからたらいに移るちんぷんかん
Tara kara tarai ni utsuru chinpunkan
(Issa)

Nos mudamos de una tina
a otra tina
¡Cuánta palabra sin sentido!

De la cuna al ataúd, de un barreño a otro, todo es chinpunkan. Chinpunkan, en japonés, es una frase hecha que trata de reproducir onomatopéyicamente el inútil sonido de las palabras que no significan nada. Cuando un japonés quiere decir “no te comprendo”, puede chistosamente usar la expresión chinpunkanpun. Issa, muriendo, confiesa no haber entendido nada; nada de su vida, nada de la vida humana, nada del sentido de tantas palabras y tantos versos. Issa comparte con nosotros su sospecha de que todos seamos extranjeros en el mundo escuchando un idioma que no comprendemos, un idioma que no responde a la realidad de las cosas, que nos hemos inventado para separarnos del flujo de la vida, palabras que sólo en ocasiones puntuales se prestan a ser haiku. Y que sólo excepcionalmente es entendido por los habitantes de ese mundo real que nos rodea y que nos interpela a cada paso: "Oh hombre, oh mujer, ¿qué eres? ¿Qué significas tú? ¿Qué es lo que significan tus palabras?".

Y la contestación del haijin es:

今まではなまたわごとを月夜かな
Ima made wa nama-tawagoto o tsukiyo kana
(Tokugen)

Hasta ahora
no he dicho más que tonterías…
¡Qué noche de luna!

Pretendemos que nuestro trabajo no se sume al chinpunkanpun de la oferta cultural del ocio de nuestra vida vanal; otro cómplice más de nuestros hábitos de consumo de literatura espiritual. Deberíamos ayudar con nuestro trabajo a fabricar a fuerza de palabras un silencio largo como una vida de hombre, como una vida de mujer.

Tal vez, deba ser eso nuestra vida: un silencio hecho de palabras… Tendemos un puente de palabras entre un silencio y otro silencio. Entre el silencio que fuimos y el silencio que seremos... Lo llamamos "nuestra vida", aunque, en realidad, las más de las veces, no es más que un ruido que se obstinara en el tiempo. Hasta que tenemos la suerte de rendirnos ante lo que nos sobrepasa, de ser doblegados por el misterio que nos envuelve y el misterio que somos, y nos decidimos con todas nuestras fuerzas a transformar nuestra palabra en silencio.

Así surge el haiku. Como una locura por no-decir con palabras, como un despropósito, como una paradoja llena de luz. Es con el haiku como comprendemos que hasta que no consigamos expresar audiblemente nuestro silencio, todo ha sido fracaso, todo ha sido insuficiente, todo un dolor inútil.
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