jueves, 2 de junio de 2016

La naturaleza del budismo, de la religión, del hombre y de la mente

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De Sé tu propio terapeuta de Thubten Yehse
Capítulo 2: La Religión: El camino de la investigación

En el budismo no estamos especialmente interesados en la búsqueda del puro conocimiento intelectual. Nos interesa mucho más comprender lo que está sucediendo aquí y ahora, comprender nuestras experiencias actuales, lo que somos en este mismo momento, nuestra naturaleza fundamental. Queremos saber cómo hallar satisfacción, cómo encontrar felicidad y alegría, en lugar de depresión y sufrimiento, cómo eliminar el sentimiento de que nuestra naturaleza es totalmente negativa.
 
El propio Buda enseñó que la naturaleza humana es básicamente pura, sin ego, del mismo modo que el cielo es claro por naturaleza y no nuboso. Las nubes vienen y van, pero el cielo azul está siempre ahí; las nubes no alteran la naturaleza fundamental del cielo. La mente humana es, asimismo, fundamentalmente pura, no forma una unidad con el ego. De cualquier forma, tanto si eres religioso como si no, vas muy desencaminado si no puedes separarte de tu ego; has creado una filosofía de la vida completamente irreal que no tiene nada que ver con la naturaleza de las cosas.
 
En lugar de aferrarte al conocimiento intelectual queriendo dar respuesta a las grandes cuestiones, sería mucho mejor que intentaras comprender la naturaleza básica de tu propia mente y el modo de relacionarte con ella en este mismo momento. Saber cómo actuar con eficacia es esencial: el método es la llave a cualquier religión, es lo más importante que debemos aprender. Si oyes hablar de una casa asombrosa que contiene un inmenso tesoro de joyas preciosas que no pertenecen a nadie, pero no tienes la llave de la puerta, todas tus fantasías sobre lo que harás con la riqueza que acabas de descubrir son una auténtica alucinación.
 
Del mismo modo, es poco realista fantasear sobre ideas religiosas maravillosas y sobre experiencias excepcionales y no interesarse por los métodos para lograrlas o por la acción inmediata. Si no tienes un método, una llave o un modo de integrar la religión en tu vida diaria, vale más que te bebas un refresco; al menos saciarás tu sed. Si tu religión es tan sólo una idea, es tan insustancial como el aire. Debes asegurarte bien de que has comprendido exactamente lo que es la religión y el modo en que debes practicarla.

El propio Buda dijo: «Creer no es importante. No creas lo que yo digo porque lo digo yo». Éstas fueron sus últimas palabras antes de abandonar su cuerpo. «He enseñado muchos métodos distintos porque existen muchos individuos distintos. Antes de que adoptéis alguno de ellos, utilizad vuestra sabiduría para comprobar que corresponden a vuestro temperamento psicológico, a vuestra propia mente. Si mis métodos parecen tener cierta lógica y traen resultados, adoptadlos por todos los medios. Pero si no os identificáis con ellos, a pesar de que puedan parecer estupendos, dejadlos de lado. Han sido enseñados para otras personas».

Hoy día, la gente no está dispuesta a creer en algo simplemente porque el Buda lo dijo, porque Dios lo dijo. No es suficiente para ellos y lo rechazan; quieren una prueba. Pero los que no puedan comprender que la naturaleza de su mente es pura, serán incapaces de ver la posibilidad de descubrir su pureza innata y desaprovecharán una gran oportunidad.
 
Si piensas que tu mente es fundamentalmente negativa corres el riesgo de perder toda esperanza. Es evidente que la mente humana tiene aspectos positivos y negativos. Pero los negativos son transitorios, muy temporales. Tus emociones constantemente variables son como nubes en el cielo; más allá, la naturaleza verdadera y básica del ser humano es clara y pura.
 
Son muchas las personas que tienen una idea equivocada respecto al budismo. Hay, incluso, algunos profesores de estudios budistas que consideran sólo las palabras e interpretan literalmente la enseñanza del Buda. No comprenden sus métodos, la verdadera esencia de sus enseñanzas.
 
En mi opinión, el aspecto más importante de cualquier religión son sus métodos: cómo integrar dicha religión en tu propia experiencia. Cuanto mejor comprendes cómo integrarla, más efectiva es tu religión. Tu práctica se vuelve tan natural, tan realista que llegas a comprender sin dificultad tu propia naturaleza, tu propia mente, y no te sorprenderás de lo que descubras en ella. Después, cuando hayas comprendido la naturaleza de tu mente, serás capaz de controlarla de un modo natural; no tendrás que hacer grandes esfuerzos. Comprender de una manera natural aporta control.
 
Hay quienes piensan que el control de la mente es como un tipo de atadura apretada y restrictiva. En realidad, el control es un estado natural. Pero no vas a decir eso, ¿verdad? Vas a decir que la mente carece de control por naturaleza, que lo natural es que la mente esté descontrolada. Sin embargo, no es así. Cuando comprendes la naturaleza de tu mente descontrolada, el control surge con tanta naturalidad como surge tu estado de descontrol actual. Además, el único modo de adquirir control sobre tu mente es comprendiendo su naturaleza. No puedes cambiar tu mente a la fuerza, a que cambie tu mundo interior. Ni puedes purificar tu mente castigándote físicamente a base de palos. Es totalmente imposible. La impureza, el pecado, la negatividad o como quieras llamarlo, es un fenómeno psicológico, un fenómeno mental, así que no puedes acabar con él empleando medios físicos. La purificación requiere una combinación hábil de método y de sabiduría.
 
Para purificar la mente no necesitas creer en algo especial que se encuentra allí arriba –Dios o el Buda–. No te preocupes por eso. Cuando comprendas realmente la naturaleza inestable de tu vida diaria, la naturaleza característica de tu propia actitud mental, querrás aplicar automáticamente una solución.
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