sábado, 8 de febrero de 2014

Greciosidades sobre el amor y el erotismo

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De El Laberinto sentimental
de José Antonio Marina

Los griegos antiguos distinguieron el amor como deseo del amor como amistad. Llamaron a uno éros y a otro philía. Tambien los filósofos medievales distinguieron el amor de concupiscencia y el amor de benevolencia. Cuando el eros se refería a personas se entendía como deseo sexual. Sólo amaba eróticamente el que deseaba, no la persona deseada. Ésta, en todo caso, «respondía al amor», y, para expresarlo, los griegos usaban la palabra anterao. El amor era unidireccional.

La otra familia léxica expresa el amor de cariño o amistad. Se distinguía del erótico, aunque, a veces, para unirlos después. En Troyanas, Eurípides dice refiriéndose a Menelao cuando recobra a Helena: «No hay amante (erastés) que no tenga cariño (philía) de por siempre.» Platón en el Lysis niega que el que ama (era¡) no tenga afecto (mé philein). En el Eutidemo, los phíloi, los queridos de un efebo, son aquellos a quienes se dirigen sus deseos: erastai.

El eros se presenta como «locura», es una fuerza irracional. El hombre se siente esclavizado, es una manía, una locura enviada por Afrodita y Eros. Una de las fuerzas oscuras que llegan al hombre desde un mundo misterioso y lejano, y se encarna en el enamorado, como otras locuras se encarnan en el guerrero, el poeta, el adivino, el chamán. Safo invoca a la diosa «trenzadora de engaños» y le pide: «No esclavices, señora, mi corazón con angustias y penas.» El enamorado provoca admiración y miedo. Demuestra debilidad porque no sabe controlar las fuerzas extrañas que se apoderan de él. Se le perdona por ello más fácilmente que a las mujeres. Hay una misoginia griega, un temor hacia la seducción femenina, que aparece en el mito de las danaidas y de las amazonas. El matrimonio es la terapéutica que la sociedad griega inventó contra ese dominio del eros sobre las mujeres y, a través de ellas, sobre los hombres.
Esta sociedad separó el placer del matrimonio, en el que no había cortejo, no había atención a los sentimientos individuales. Éstos se reservaban para las heteras y los efebos. Se decía que el matrimonio había sido inventado por el mítico rey de Atenas Cécrope, que lo instituyó para evitar el sexo libre y para que pudieran conocerse los padres y los hijos. Iba, pues, contra la promiscuidad femenina y contra el peligro que representaba para los hombres, según la concepción en boga, la inestabilidad emocional de las mujeres, su carácter errático e irracional. En el matrimonio, el sexo pasa a ser «trabajo» (érgon), deja de ser «juego» o «diversión» (pauignia, térpsis).

En Atenas, pues, encontramos en la época clásica una situación dentro de la cual el erotismo, y en términos generales el amor, sólo encontraba prácticamente un lugar fuera del matrimonio.
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