lunes, 9 de septiembre de 2013

El arte de pescar

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De Lie Tse: una guía taoísta sobre el arte de vivir
Versión de Eva Wong

Muchas cosas de este mundo dependen del equilibrio. Por ejemplo, un simple cabello puede mantener un peso si el equilibrio es adecuado. Ese cabello solo se rompe si desaparece el equilibrio.
La mayoría de las personas no entienden este principio del equilibrio, pero he aquí un ejemplo de alguien que lo entendió.

En el país de Chu vivía un hombre aficionado a la pesca. Hacía su hilo de pescar de seda, su anzuelo de corteza de trigo y su caña de un fino tronco de bambú. Como cebo se servía de un grano de arroz.

Uno de sus lugares favoritos de pesca era una zona de aguas profundas en un río de corrientes rápidas. Allí arrojaba su cebo y siempre volvía con un pez tan grande como su carreta. Y para colmo, su sedal no se rompía, su caña no se doblaba ni su anzuelo se partía.

El rey de Chu tenía mucha curiosidad por saber la forma en que este hombre pescaba. Así pues, lo invitó a su corte y le preguntó:

- ¿Cómo puedes pescar peces tan grandes con aparejos tan raros?

El pescador respondió:

- Yo he oído hablar a los antiguos sabios de un arquero que utilizaba un arco hecho con una débil vara de madera y una fina cuerda de algodón, que alcanzaba dos pájaros con una misma flecha. Podía hacerlo porque su atención estaba concentrada y comprendía el equilibrio de tensar y soltar. Decidí utilizarlo como ejemplo para perfeccionar mis habilidades de pesca porque admiraba sus hazañas. Desde entonces, he desechado cualquier otra cosa y paso todo mi tiempo aprendiendo el arte de la pesca.
Finalmente, después de cinco años, fui capaz de lanzar mi sedal sin distracciones. Cuando me siento a la orilla del río mi mente está totalmente concentrada en pescar y en nada más. Tengo una buena sensación al soltar y recoger el sedal, de forma que los peces ni siquiera se enteran cuando entran en el agua el anzuelo y el cebo. Para ellos, el cebo no es diferente del grano de arena o de una burbuja y se lo tragan sin sospechar nada.
Este es el principio de servirse de lo blando para vencer lo fuerte y de lo ligero para sostener lo pesado.
Majestad, si podéis gobernar vuestro país de esta forma, todas las cosas del mundo estarán al alcance de vuestra mano. ¿Acaso no es más efectivo que utilizar la fuerza?

El rey quedó muy sorprendido por el consejo del pescador.
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